26-03-2007
(En la portada una descripción escalofriante sobre el papel concreto de algunos empleados de la televisión burguesa y su jefe)
¡Compren la revista, no sean cabrones1!
Cada realización nueva, en la gráfica del humor político, actualiza y potencia los desafíos de siempre: la intolerancia, la censura y un tejido infame de maniobras represivas para ahogar a como de lugar el poderío critico del dibujo cargado con humor dignificante. El poderío del humor crítico inyectado en dibujos con tintas rebeldes. Por si fuese poco al trabajito de hacer sobrevivir una publicación crítica hay que sumar el trabajito de ganar en calidad y cantidad solidaridad, fidelidad y compromiso de los compradores. Actuales y potenciales. Un quebradero de cabeza para saldar las cuentas con los acreedores y con la historia.
Todo comprador de una revista como “El Chamuco” ha de practicar el oficio consciente de saborear a cuatro manos, al menos, cada página. Saborear el poderío imaginativo de quien dibuja y escribe, saborear el talento de quien diseña las galeras y las portadas, saborear el ingenio para distribuir cada ejemplar, a como se pueda y hasta donde se pueda, y saborear el talento de sacarle jugo a unos cuantos pesos recaudados para reiniciar el circuito virtuoso (imaginación, producción y distribución) del humor gráfico para pensar y movilizarse. Nada fácil para nadie.
En un país como México carcomido por el fraude, plagado por instituciones desvencijadas y escleróticas, plagado de parásitos empresariales, gobernado a punta de balas y represión, infestado por la corrupción, la miseria y la barbarie... una revista de humor crítico suena a viento freso, a refugio, a reposo y alimento para defender el cerebro de las andanadas alienantes que prohijan los poderes enemigos de los pueblos. En un país como México, ejemplo claro de los estragos que causa el capitalismo neo-liberal, con su TLC, sus privatizaciones, sus remesas mensuales y su muro fronterizo... una revista como El Chamuco debiera ser un emblema revolucionario, una trinchera una barricada de todos. Hay que comprarla por más de una razón urgente.
Hay una tradición y herencia muy ricas en el humor critico mexicano. Especialmente el de los dibujantes, historietistas, moneros o cartoneros que ganan espacios a pulso en cuanto lugar se pone a modo. Uno puede rastrear diariamente los medios de comunicación, donde todavía la crítica resiste y lucha en las condiciones actuales, nada sencillas, y puede encontrar la presencia pertinaz del humor critico más poderoso y de los dibujantes... pero en “El Chamuco” uno se encuentra a la mayoría de ellos, reunidos, compendiados y potenciados. O lo que es lo mismo un banquete de inteligencia rebelde en estado de beligerancia poética vestida de humor y dibujos. Eso no debe pagarse con indiferencia.
Bien pudieran, por ejemplo, las fuerzas políticas mejor organizadas y más combativas impulsar al “Chamuco” con compras masivas para todos sus adherentes. Bien pudiera los sindicatos más dignos invertir en “Chamucos” al por mayor. Bien pudieran, también, los movimientos sociales sumarse a la promoción y disfrute colectivo de “El Chamuco” comprando muchos. Bien pudiéremos todos comprar uno o varios “Chamucos” para la dama, para el caballero, para la casa y para regalar... sería una tarea con recompensas magníficas en plan de hacer defensa rigurosa y cálida del trabajo honesto que lucha hombro a hombro con los trabajadores y contra las calamidades del capitalismo... y de paso llenar el mundo con humor inteligente y revolucionario que tanta falta hace en esas horas.
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