El experto en ciencia política, Doctor Mauricio Merino, nos hace hoy en su columna del Universal, un análisis objetivo de la realidad del proceso electoral ,en torno a la estampida de ataques diseñados como "estrategia" de parte de los equipos de campaña de Fecal y de Madrazo, y esto vale en mi leal saber y entender para medir la estupidez de Sodi en lo local, sale y vale:
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Mauricio Merino
11 de marzo de 2006
Adversarios favorables
LOS partidos políticos respondieron a la iniciativa del IFE, y se trenzaron ya en el primero de los temas planteados para el debate entre candidatos: el que se refiere a la oportunidad de los debates.
La lógica es la siguiente: cuatro candidatos quieren discutir mucho y lo más pronto posible para tratar de reducir la ventaja que les lleva el quinto. Pero éste se niega, lógicamente, pues de nada le serviría prestarse al juego de sus adversarios.
El resultado, en la práctica, es que los cuatro desesperados nos repiten todos los días y por todos los medios que el quinto es el verdadero candidato a vencer.
Moraleja: nadie sabe para quién trabaja.
Se trata de la repetición de la fórmula que ha llevado al candidato López Obrador al primer lugar de las preferencias electorales: su popularidad crece en la misma medida en que sus adversarios contribuyen a ensanchar su fama pública. Ahora vemos a Roberto Madrazo haciendo campaña a favor de su enemigo, con mensajes de televisión en los que prácticamente suplica un poco de su atención; y a Felipe Calderón explicando por todos los medios que ha modificado sus estrategias para enderezar su propia campaña en función de la agenda marcada por el candidato perredista.
Entre tanto, López Obrador elude la presión, gasta menos, se divierte y sigue llenando las plazas a las que asiste. Después de estos primeros meses de contienda política, si alguien tenía alguna duda acerca de la ventaja que acumulaba López Obrador para ganar la Presidencia de México, sus propios adversarios se han encargado de disiparla: su ansiedad es tan evidente, que
cualquier elector medio sabe de sobra que, si hoy fueran las elecciones, el ganador sería el candidato del PRD.
Dicen los expertos que las campañas negativas pueden ser contraproducentes, cuando se utilizan de manera excesiva y cuando el mensaje que emiten no es contundente. Son un arma de doble filo: mal empleadas, pueden lastimar más a quien las usa que a quien pretende agredirse.
Eso fue exactamente lo que ocurrió durante el larguísimo y penoso proceso de desafuero: a pesar de las voces sensatas que alertaron al presidente Fox sobre la ineficacia de esa decisión, y sobre el efecto que causaría a favor de la buena imagen del entonces jefe de Gobierno del DF, sus estrategas porfiaron en el error y le obsequiaron a López Obrador la mejor plataforma de su vida.
Antes de ese episodio, no era evidente que el candidato del PRD podría encabezar las encuestas de 2006, con más de cinco puntos de ventaja sobre el más cercano de sus adversarios. Perodespués de aquella ofensiva, López Obrador quedó blindado contra cualquier ataque a su trayectoria.
Sin embargo, aquella experiencia no produjo ninguna lección, pues los enemigos del candidato del PRD siguen haciendo lo mismo: mientras éste se ocupa de sus propios asuntos, Calderón y
Madrazo se encargan de repetirnos hasta la náusea que López Obrador es el personaje más importante de esta contienda. Incluso se ha sugerido que si López Obrador no asiste a los primeros debates, debe ponerse un atril vacío para subrayar su ausencia.
Es decir, quieren hacer evidente el desaire del candidato con mayores probabilidades de triunfar: hacer obvio que López Obrador no necesitaría debatir con los otros cuatro para ganar las elecciones. Cosa notable: solamente faltaría que al final firmaran un manifiesto conjunto en contra de los ciudadanos, para expresar su inconformidad por sus absurdas preferencias electorales.
Es tan largo el periodo destinado a las campañas políticas y es tan obvio que López Obrador se ha convertido en el candidato a vencer, que el propio Presidente de la República ha comenzado a actuar como líder de un partido de oposición.
En condiciones más o menos normales, las cosas ocurren exactamente al revés: el candidato retador es quien aspira a la Jefatura del Gobierno. Y es éste quien, usualmente, intenta convencer a los electores sobre los defectos del gobierno en turno para persuadirlos de votar en su contra. En cambio, el gobernante tiende a guardar mayor compostura, con la ventaja de tener los medios del poder en sus manos.
En este caso, sin embargo, los roles se han trocado completamente: en buena parte de los mensajes emitidos para convencer a los mexicanos de que la propuesta de López Obrador está
equivocada. Lo más notable del discurso político construido desde Los Pinos es su carácter reactivo: como si el candidato del PRD ya fuera el presidente de México, y Vicente Fox estuviera otra vez en campaña.
En cambio, López Obrador se mantiene impertérrito en la misma línea discursiva que ha seguido desde un principio.
En este sentido, el candidato del PRD vuelve a cobrar ventaja: mientras la campaña del PRI subraya la experiencia acumulada tanto por ese partido como por su candidato a la Presidencia como su mejor carta de presentación, y la del PAN ofrece eficacia e innovación, sin que hasta ahora haya logrado explicar claramente a qué se refieren ambas virtudes y cómo se concilian con los errores y los aciertos del gobierno saliente, la campaña de López Obrador tiene un solo mensaje, directo y sencillo: por el bien de todos, primero los pobres.
Nadie ha logrado explicarnos con precisión cómo se traducirá ese lema en políticas públicas eficaces y fiscalmente viables. Pero en una campaña política eso importa mucho menos que la sencillez y la claridad del mensaje. Y a estas alturas, ya es un hecho que el candidato del PRD se ha adueñado de ese discurso comprometido con los pobres de México, que sin duda conforman la gran mayoría de los electores.
De modo que cada vez que los otros candidatos atacan ese discurso le otorgan nuevas ventajas al candidato del PRD: nadie entiende bien a bien cómo pretende lograr López Obrador sus
propósitos a favor de la igualdad social entre los mexicanos, pero mucho menos se entiende por qué los pobres tendrían que estar en contra de esa propuesta.
El argumento muchas veces repetido por el presidente Fox, según el cual el gobierno de López Obrador cometería los mismos errores que el de Luis Echeverría durante los años 70 es tan poco convincente como la desmemoria de la mayoría de los mexicanos y la juventud de la mayoría de los electores: casi nadie se acuerda de aquellos años, entre otras razones, porque la mayoría de los ciudadanos que votará el 2 de julio del 2006 todavía no nacía.
Y en cuanto a los argumentos fiscales y financieros que suelen esgrimirse para desvirtuar las propuestas del candidato del PRD, resulta por lo menos difícil suponer que la gran mayoría de
los electores es capaz de compartirlos. Son argumentos complejos, que muy difícilmente pueden oponerse a la sencillez del mensaje que transmite López Obrador en sus discursos de todos los días. En cambio, para éste es mucho más fácil decir que sus enemigos son, en realidad, defensores de un proyecto clasista y socialmente excluyente; y que no son sus atributos políticos personales los que despiertan tanta ira y rechazo entre sus detractores, sino su compromiso con los pobres. Y mientras el candidato del PRD mantenga intacta esa bandera, todos los ataques en contra del populismo, cuya defensa se le atribuye, acabarán por refrendar su postura como adalid de las verdaderas causas del pueblo abandonado.
Ningún candidato es invencible. Pero a juzgar por la evidencia que se ha producido hasta ahora, será muy difícil que López Obrador pierda las elecciones. Mientras sus adversarios sigan midiendo sus fuerzas y diseñando sus estrategias en contraste con las del candidato del PRD, éste seguirá cosechando campañas gratuitas de imagen pública. Mientras más le peguen, más votos ganará.
Profesor investigador del CIDE
Este movimiento ya nadie lo para.Y quiero aquí expresar mi modesto reconocimiento a todos aquellos entes pensantes, que están al servicio de su integridad intelectual y no eluden su responsabilidad de manifestarlo.
Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista para el congreso.