Bernardo Barranco V.
Norberto Rivera, el cardenal del poder.
Primera respuesta al padre Valdemar. El pasado miércoles 6 de septiembre publiqué en este espacio un artículo titulado: "El cardenal Rivera, la Virgen y lo que viene". Para mi sorpresa, por la novedad de encarar las críticas, el padre Hugo Valdemar refutó en nombre de la arquidiócesis mi argumentación sobre la ambigüedad política en que se desenvolvió el prelado durante el pasado proceso electoral, actuación que a mi juicio puso en riesgo el discurso neutralista del episcopado y exacerbó los ánimos de católicos de la coalición Por el Bien de Todos al grado de protagonizar los bochornosos actos en la catedral que todos conocimos.
El padre Valdemar califica mis "apreciaciones poco objetivas... afirmaciones gratuitas y falsas" cuando asevero que el cardenal Rivera cosecha lo que ha sembrado en términos políticos. Aquí me detendré, primero para revindicar el trabajo crítico e intelectual del periodismo que sin faltar a la verdad tiene como punto de partida los hechos; la mirada sociológica debe ser laica y concebir a la Iglesia no por su supuesta naturaleza metasocial, sino como cualquier institución humana. Es obvio que toda observación resulte incómoda para los protagonistas eclesiásticos porque son analizados e inferidos; en este caso constatamos que la fragmentación de la coherencia doctrinal entre lo que se dice y lo que se hace está catalizando, en términos de secularización, la desinstitucionalización, es decir, el alejamiento físico y doctrinal de los individuos tanto de la institución religiosa como de su discurso oficial. Este es el gran riesgo sobre en el que el cardenal discurre en sus once años al frente de la arquidiócesis.
La siembra, los hechos . El cardenal Rivera ha sido uno de los arzobispos más polémicos que ha tenido la ciudad de México. Ni los cardenales Darío Miranda ni Ernesto Corripio Ahumada en sus largos mandatos habían tenido las confrontaciones ni las denostaciones que él ha provocado. Los escándalos mediáticos en los que se ha visto envuelto se hicieron presentes desde su toma de posesión como arzobispo en 1995, cuando surgió la disputa por el control económico y político de la Basílica de Guadalupe, el santuario que mayores dividendos genera en México. Enfrentado al poderoso como hoy desprestigiado abad Guillermo Schulenburg, Rivera se vio demoledor.
El 21 de octubre de 1996 cimbra a la clase política dominante en el gobierno zedillista: durante su homilía dominical expresó que cuando la autoridad "se sale del marco legal'' o es contraria a la defensa de los derechos humanos "no hay obligación de tributarle obediencia". El centro de la homilía giraba sobre una pregunta: debe o no "meterse en política'' la Iglesia. Esto tensó las relaciones entre Iglesia y gobierno durante varias semanas.
Meses después, ante las denuncias presentadas por La Jornada y los reportajes de Canal 40 por la entonces presunta pederastia de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, el cardenal salió airadamente en su defensa. El 11 de mayo de 1977 sostuvo que tales acusaciones, presentadas por ex legionarios, eran "totalmente falsas" y puros "inventos" de "difamadores de la Iglesia".
Dos años más tarde, en la cuarta visita del papa Juan Pablo II a México, protagoniza un nuevo episodio delicado: la excesiva comercialización de la imagen del Papa, así como la mercantilización de la visita que hiere los sentimientos de los católicos. Las papas del Papa representan un desagradable episodio de discordancias, posterior a la visita pontifical, por el destino de los remanentes.
Quizás este periodo es el de mayor fortaleza del cardenal Rivera, robustamente apoyado por Angelo Sodano, entonces secretario de Estado del Vaticano, que encabeza el llamado Club de Roma que integran prominentes prelados y constituye un grupo de presión en el interior de la iglesia que logra el alejamiento de Raúl Vera de San Cristóbal de las Casas, así como del nuncio Justo Mullor. Asimismo, Rivera se opuso, sin éxito, a la publicación del documento Del encuentro de Jesucristo a la solidaridad con todos que saludaba la posible alternancia política en la Presidencia.
El llamado Club de Roma no escondió sus simpatías por el entonces candidato priísta a la Presidencia, Francisco Labastida, quien en más de una ocasión se refirió a Norberto Rivera como "mi cardenal" en el azaroso año electoral 2000. Gracias a la legionaria Marta Sahagún y su supuesta candidatura papal, Rivera logra reposicionarse en la administración del presidente Fox.
Sin embargo, sus compromisos con distinguidos priístas se dejan sentir, primero, al "meter las manos al fuego" por Oscar Espinosa Villareal para que sea tratado con privilegios en Managua, gracias a los oficios del cardenal Obando, y después, en septiembre de 2001, cuando en los funerales de Carlos Hank González reconoce ante los familiares y la clase política las dotes del político mexiquense: "fue un buen administrador. Supo multiplicar aquello que el Señor le confió. Que el Señor tome en cuenta todos sus trabajos y le dé recompensa eterna". Ambos hechos causaron gran controversia no tanto en la opinión pública como entre los propios católicos.
Ante la renuncia de Alberto Athié como sacerdote, los medios difunden en septiembre de 2003 las razones: la Iglesia, del Vaticano a la arquidiócesis de México, encubre los abusos del padre Maciel; Athié confirma que todas sus indagatorias las hizo llegar al cardenal: "Me entrevisté con el cardenal Norberto Rivera para acercarle información, pero su respuesta fue tajante: 'Se trata de un complot y no tengo nada más que hablar contigo', y me corrió de su oficina". El enfrentamiento reciente con el PRD, así como la acusación de Joaquín Aguilar por encubrimiento a pederastas, fue la cereza del pastel, escándalo mayúsculo que tiene preocupada a toda la Iglesia.
Cosecha . El cardenal Norberto Rivera es extrañamente atraído por el poder político y económico. La población, especialmente la más informada y con mayor nivel de escolaridad, lo percibe más como personaje político que como líder religioso, muy alejado de las exigencias espirituales demandadas por Juan Pablo II en la exhortación apostólica Pastores Gregis (2003). La impresión, aun entre sus propios sacerdotes, es que no está a la altura pastoral de una arquidiócesis tan compleja como la nuestra. Pese a sus virtudes políticas, aún no ubica su papel en la actual transición mexicana, a diferencia de otros cardenales, como Claudio Humes, de Brasil, Jorge Bresgoglio, de Argentina, y Oscar Rodríguez Maradiaga, de Honduras, por lo que deberá replantear su desempeño como buen pastor. Padre Valdemar: la siguiente entrega se centrará en el proceso electoral.
Y este otro de Lliteras:
NORBERTO RIVERA, ¿VÍCTIMA?: EDUARDO LLITERAS
Eduardo Lliteras
Vaticanerías
¿Y LA PEDERASTIA EN LA IGLESIA MEXICANA?, BIEN GRACIAS
Durante el fin de semana grupos de “fieles” (¿o eran más bien acarreados celestiales?) y la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) rompieron lanzas a favor del cardenal Norberto Rivera Carrera. Salieron a defenderlo, según dijeron, de los “ataques” por su presunta protección a un sacerdote (Nicolás Aguilar), acusado de pedofilia. Es decir, de violar a casi un centenar de menores entre México y Estados Unidos y de eludir la justicia cobijándose en la poderosa institución que dirige el Papa y en los cambios de parroquia promovidos por don Norberto.
Según las notas de agencias el purpurado “recibió el apoyo incondicional de sus fieles y de distinguidos integrantes de la Iglesia católica”.
Inclusive la CEM “expresó su solidaridad y el apoyo de todos los obispos del país a Monseñor Rivera ante el ‘injusto escándalo mediático del que ha sido objeto en los recientes días’”.
El episcopado dijo que es una violación de la soberanía y la Constitución Mexicana (¿ahora sí las invocan?) la ingerencia de la SNAP (Asociación de la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes). Sin embargo, el problema es que el padre Nicolás cometió sus delitos a ambos lados de la frontera. La SNAP es una organización estadounidense que en los Estados Unidos ha conducido una intensa batalla para desvelar los miles de casos de abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes de la Iglesia católica así como la red de protección tendida alrededor de los pedófilos por algunos prominentes purpurados. La SNAP también ha acusado al Vaticano por la política de silencio practicada en los casos de abusadores.
Los fieles por ningún lado expresaron, ni por asomo, su solidaridad “incondicional” con las miles de víctimas infantiles de la depravación sexual de esos sacerdotes que han destruido la vida, impunemente, de incontables infantes alrededor del mundo. Tampoco hablaron de la necesidad de afrontar el problema con honestidad y transparencia por parte del clero mexicano. Ni de acabar con los abusos.
La CEM, a través de Monseñor Carlos Aguiar Retes, rechazó encubrir cualquier tipo de abuso sexual. En el texto, los obispos expresaron su “dolor y solidaridad por las personas víctimas de todo tipo de abusos sexuales” y dijeron “condenar las acciones pederastas de cualquier ser humano, sea sacerdote, religioso o laico, advirtiendo que quien incurra en ello deberá enfrentar las consecuencias de sus actos frente a las autoridades”.
Lamentablemente, hasta ahora esa no ha sido la política practicada por la Iglesia mexicana. Al contrario de lo que se crea las violaciones infantiles a menores por parte de sacerdotes en México (mexicanos y extranjeros) no es una práctica aislada. El problema de la pedofilia eclesial no es una enfermedad que afecta únicamente el tejido institucional de la Iglesia en Estados Unidos. En lo absoluto, como han demostrado los centenares de casos de abusos cometidos en Irlanda, Brasil y Gran Bretaña. Por ahora, las investigaciones han sacado a la luz una arraigada práctica de abusos sexuales cometidos por sacerdotes en esos países mencionados a lo largo de décadas de impunidad. Pero existen reportes sobre abusos, cometidos por sacerdotes, en todo el planeta.
A continuación mencionaré, brevemente, y sin pretender ser exhaustivo, algunos de los casos dados a conocer por las agencias de noticias en Italia recientemente, sobre sacerdotes abusadores de menores en México. La lista incluye a extranjeros y mexicanos por igual.
El ex sacerdote estadounidense Austin Meter Keegan, fue arrestado por la policía mexicana en marzo de 2003. Keegan se refugiaba en México de las acusaciones de abusos sexuales a menores cometidos en California. Fue detenido en Puerto Vallarta.
Un ciudadano canadiense, Pilles Denis, quien dijo ser sacerdote fue arrestado el 28 de abril de 2003 por la policía mexicana en el Estado de Querétaro. El presunto sacerdote pretendía construir un templo y fue arrestado luego de la acusación de los padres de un menor de 15 años, el que presuntamente fue violado por el sacerdote.
También en el mes de abril la Secretaría de Relaciones Exteriores de México autorizó la extradición a Italia del sacerdote Edgar Gaudencio Hidalgo Domínguez, de 46 años. Hidalgo Domínguez era buscado por la policía italiana por pedófilo y abusos cometidos en Nápoles, donde fungió como sacerdote por más de dos años. Se escondía en México de la justicia italiana.
El 27 de mayo de 2003 se tiró por una ventana de un hotel de Mazatlán el sacerdote estadounidense, Siegfried Widera, de 63 años, quien era buscado por la policía estadounidense por 42 denuncias de abusos sexuales a menores en California. Se suicidó cuando supo que la policía mexicana se encontraba en el hotel. Dejó una carta en la que pedía perdón a sus víctimas.
Un sacerdote mexicano, Estanislao Olivares de 54 años, fue arrestado en Chile con la acusación de haber abusado de un menor de 10 años. El cura fue recluido en la cárcel de Melipilla, a 60 kilómetros de Santiago luego de la acusación de la madre del infante.
Un sacerdote católico de 79 años fue arrestado en Tlaxcala acusado de abusos sexuales. Se trataba de Roberto Durán Carmina, párroco de Calpulalpan, quien fue acusado por un pobre campesino quien dijo que el cura abusó de su hijo.
En marzo de 2005 fue arrestado el sacerdote José Luís de María, en el Estado de Jalisco. El cura fue acusado de haber violado a varios infantes que fungían como monaguillos por los padres de los menores. Se escondía en Zapopan de la justicia.
Hasta aquí la pequeña lista de algunos casos mencionados por la prensa italiana y la agencia italiana ANSA. Es difícil creer que a dichos medios se les pueda culpar de formar parte de un “complot de la izquierda mexicana”, como afirmó el Director General de Comunicación Social de la Arquidiócesis de México, P. Hugo Valdemar Romero, quien señaló que la acusación contra el Cardenal Rivera podría responder a “una venganza política” de grupos de izquierda, que ven al Purpurado como “enemigo personal”.
En declaraciones a la agencia Notimex, indicó que “este tipo de grupos, como la SNAP y Católicas por el Derecho a Decidir, están muy ligados a la izquierda, y en ella existen grupos que consideran un enemigo personal al Cardenal Norberto Rivera, y están muy molestos” por su llamado a la institucionalidad. Habría que señalar al señor Valdemar que la SNAP no es ninguna organización comunista y que las víctimas de la pedofilia eclesial no militan en el PRD. El llamado a la institucionalidad que debería hacer el purpurado mexicano sería el de atajar de raíz el problema de los abusos sexuales a menores cometidos por hombres de la Iglesia mexicana. Al parecer, a la CEM lo único que le interesa es el “escándalo” y desviar la atención del problema principal: los abusos sexuales a menores cometidos por curas. La prensa no puede ni debe ser cómplice.
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