EDITORIAL NACIONAL
Oaxaca Internacional.
La convulsión social oaxaqueña no es, desde luego, un fenómeno de alcance local, sino nacional y, dada su importancia, también internacional. Eso es insoslayable.
Nótese que Oaxaca tiene importancia que trasciende las fronteras de México, como región con perfiles históricos, étnicos y culturales propios y, por añadidura, fuertes.
Meca de cierta clase de turismo internacional --el cultural e histórico--, Oaxaca posee una personalidad única que la distingue del resto de los Estados Unidos Mexicanos.
Es de señalar la salvedad que, por supuesto, cada estado mexicano es único en cuanto a personalidad y atractivos turísticos. Ello explica, precisamente, el Pacto Federal.
Cada estado mexicano es un país en sí mismo. Aun los más pequeños --Tlaxcala, Colima, Nayarit-- son, por su unicidad, países en sí mismos, con laya propia.
Casos en punto: Chiapas, Yucatán, Veracruz, Puebla, Guerrero, Guanajuato, Jalisco, entre varios más. Confirma la denominación formal de México: Estados Unidos Mexicanos.
Y no huelga reiterar que México es, en lo jurídico y político, así como en lo cultural, una federación de países identificados, culturalmente, por su mexicanidad.
En Oaxaca, esa personalidad es abrumadora, omnipresente, lo cual constituye un atractivo mayor en el mercado turístico mundial. Nótese que también atrae turismo de playa.
Tiene, pues, Oaxaca, historia --cuna de Benito Juárez y Porfirio Díaz--, arquitectura prehispánica y colonial, monumentales árboles milenarios y cocinas virtuosísimas.
A esa trascendencia nacional e internacional de Oaxaca contribuye en gran medida su emigración. La diáspora oaxaqueña es cada vez más gruesa, constante y creciente.
Oaxaca está, pues, por sus hijos, en todo nuestro país y en Estados Unidos, en donde su presencia fortalece cultural y demográficamente a la comunidad mexicana.
En México, en el municipio de Nezahualcóyotl --o Neza--, situado en el Valle de México y la conurbación de la capital federal y territorio y mexiquense, los oaxaqueños son mayoría.
De hecho, Neza es la ciudad oaxaqueña más densamente poblada, siguiéndole, desde luego, Los Angeles, en el estado de California. La ciudad de Oaxaca, la antequera, es tercera.
Y dada esa presencia de millones de oaxaqueños dispersos por todo México y asentados en EU, la convulsión social local tiene repercursiones profundas. Como de sismo.
En efecto. Los oaxaqueños en EU, siendo --como son-- parte intrínseca del pueblo de Oaxaca-- han expresado sin cortapisas su apoyo a la lucha social en éstas tierras.
En ese contexto se entiende como actuación lógica y natural los contactos de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) con coterráneos oaxaqueños en EU.
Así, representantes de la APPO han sido invitados a reuniones de mexicanos --no solamente oaxaqueños-- en EU para informar acerca del proceso social que sacude a Oaxaca.
Organizaciones sociales, culturales y políticas de mexicanos --informan los diputados federales perredistas José Jacques Medina y Othón Cuevas-- realizan esas reuniones.
Cabría añadir que esta internacionalización del alcance e impacto de la lucha social oaxaqueña deviene en plusvalía política para la APPO y sus representados.
Esa plusvalía política se representa en que la difusión exterior de lo que ocurre en Oaxaca sensibiliza a la opinión pública estadunidense acerca de la represión gubernamental.
Esa represión no es una amenaza futura, sino una concreción presente. El Estado mexicano se resiste a aceptar las demandas populares en Oaxaca y, en general, en México.
La estrategia de la APPO merece, en ese sentido, el apoyo de los mexicanos, pues la represión gubernamental, militar y policiaca, se está dando en varias modalidades.
Además, esa sensibilización del sentir público internacional es una forma de romper el cerco mediático, de distorsión y desinformación, con respecto al caso oaxaqueño.
La APPO le señala el camino a la movilización social para la resistencia civil contra el fraude electoral y la imposición de Felipe Calderón como presidente de México.
Ese camino tiene por moraleja la de que es desde el exterior --desde fuera-- sonde es posible romper el cerco mediático aquí.
Ese cerco mediático --instrumentado por los medios de difusión de la oligarquía y la plutocracia-- limita el alcance del mensaje de Andrés Manuel López Obrador.
Esto nos acerca a la propuesta siguiente: que el señor López Obrador viaje a Estados Unidos, Canadá, España y países de europeos y del sur para sensibilizar a la opinión pública.
Al señor López Obrador le serviría mucho convocar la experiencia de mexicanos con acervo vivencial en materia de difusión en el ámbito internacional y en EU.
Viniendo del exterior, la información acerca de la lucha social en México --la de Oaxaca incluida--, los mexicanos tendríamos acceso a materiales informativos más veraces.
Hoy, la tecnología de las comunicaciones crea condiciones que, a su vez, sugieren las tácticas a seguir, sin descuidar --esto es asaz importante-- la difusión impresa.
Esta, pese al portentoso desarrollo tecnológico en difusión simultánea de voz, textos, datos e imágenes-- posee continúa teniendo en México una importancia estratégica.
Véase: sólo el 9 por ciento del total de mexicanos tiene acceso a internet, pues el grueso de nuestra población no usa, por su pobreza en grado variopinto, ese medio.
Según sondeos realizados por la cooperativa El Grito de Yanga en los confines de la resistencia civil, en septiembre, sólo el 0.7 por ciento de los participantes usa internet.
Esta muestra nos indica que el grueso del pueblo de México se informa no sólo por la radio --de mayor alcance-- y la televisión, sino también por la prensa.
En el caso de la movilización social --la resistencia civil contra el fraude electoral y la imposición-- y la lucha social en Oaxaca, la difusión es un intangible estratégico.
Pero es la APPO la que exhibe un activismo dinámico para romper el cerco mediático y acceder a estadios de la difusión de largo alcance para llegar a mayor número de mexicanos.
La internacionalización del conflicto social oaxaqueño puede ser, cabría añadir, una inyección de energía a la resistencia civil, posible por sus afinadades orgánicas.