Chequen esta nota de Proceso sobre las bravuconadas de Fecal. Basicamente Fecal ha usado la mismta táctica desde que estaba en el congreso: bravuconadas y mentiras para hacer ruido frente a las cámaras. Igual que Fox cuando estaba en campaña pues.
El jefe Fox
cuauhtémoc arista/ apro
México, D.F., 26 de enero (apro).- El candidato panista Felipe Calderón quiere venderse como un campeón de la democracia y, sin embargo, su actuación en la Cámara de Diputados se caracterizó por su intolerancia.
Con tal de aparentar que ganaba debates, llegó a acusar a gritos a sus rivales de acciones infundadas, sobre todo si llegaba a ver una cámara de televisión cerca.
En el noticiario de Joaquín López Dóriga, la noche del 10 de diciembre de 2002, acusó a Rosario Robles de ordenar la invasión del recinto legislativo por jinetes barzonistas, y lo hizo de una manera tan grotesca que el susto no alcanza para justificarla.
Igual que Madrazo, supone que su figura paterna puede influir en los votantes. La base mercadológica de esa creencia es un misterio: sólo hace evidente la calidad de ‘juniors’ de ambos aspirantes. Deberían cantar a dúo la canción de Topo Gigio: “Yo quiero ser como mi papá...”
Como campeón de la macroeconomía responsable, Calderón impulsó el consumo interno, claro que en forma de un autopréstamo concedido tan pronto ocupó su oficina. Como dicen sus voceros, “tenía derecho” a ello como empleado, pero coincide sospechosamente con el modus operandi de los defraudadores y líderes sindicales. Además, devolvió el dinero, dicen sus operadores con un dejo de censura por tan temerario acto.
El caso es que no se le conocen acciones efectivas en ese campo, donde el primer gobierno panista se limitó a acogerse a las directrices neoliberales transpriistas.
En cuanto a política social, fue necesario el envío pactado de un miembro del gabinete presidencial para reforzar ese, su lado más flaco: Josefina Vázquez Mota, controladora de los datos y dispensadora de los bienes que conforman los programas sociales federales, apenas estaba manifestando su disgusto por no poder controlar la sucesión en su anterior oficina cuando el presidente Fox ya se estrenaba como formal jefe de la campaña de Calderón.
Como tal, anunció una original idea: se les otorgará a las personas “de la tercera edad” de todo el país una pensión bimestral. Pero no a todos los viejitos, sólo a quienes pertenezcan a familias afiliadas al programa Solidaridad, digo, Oportunidades... El programa estelar que encabezó Vázquez Mota.
El presidente hizo el anuncio tan pronto terminaron las vacaciones políticas, el lunes 16 de enero. Después de madura reflexión, los ideólogos de Calderón (Martínez Cázares, Molinar Horcasitas) no consideraron que dicha medida fuera populista, atentara contra la dignidad de la persona o pudiera interpretarse como una compra de votos.
Y ni las cúpulas empresariales ni los sesudos analistas de los medios se apresuraron a calcular el costo de esas pensiones en los plazos corto, mediano y largo.
En tanto Calderón nos muestra sus conmovedores sentimientos filiales por televisión, el presidente cumple su papel, que insisto en definir como transpriista: programa electoralmente la entrega de obra pública, realiza sus acostumbrados ataques al populismo encarnado en López Obrador –tan oblicuos que a veces se golpea el propio rostro-- y sigue transformando los tiempos oficiales de medios electrónicos en tiempos personales.
Es cierto que el jefe de campaña de Calderón no es calderonista. Ocupa esa posición debido a su poder formal como presidente de la República, pese a que justamente ese detalle tendría que impedirlo. ¿No es eso un transpriismo?
Sin embargo, Fox tiene que protegerse de los tradicionales raspones sexenales que sufren los expresidentes y del deslinde que un improbable pero posible presidente Calderón tendría que hacer respecto de su antecesor.
Así, además de utilizar los tiempos que todavía no le regala a los concesionarios del duopolio televisivo, Fox peregrina por estaciones de radio, medios impresos y programas televisivos para anunciar que (¡sorpresa!) ha tenido logros y que seguirá inaugurando obras.
El motivo --lo secunda el secretario de Gobernación-- es que en las elecciones se evaluará precisamente si se cumplieron los compromisos: entonces, debemos suponer, es congruente que se utilicen las obras como argumento electoral en el momento previo a esa evaluación.
Pero si todo se vale en esa lógica, ¿cuáles serán los argumentos de Fox y de Calderón contra su demonio perredista?
Ya causaba resquemor la insistencia de Fox por quitarse la comparación con Bucaram y Chávez --que se ganó a pulso durante su campaña presidencial-- mediante el simple recurso de endilgarle la semejanza a su adversario. Pero tal vez no logre siquiera un éxito relativo como ese al reclamar imparcialidad de los funcionarios federales y estatales de otros partidos, ya que como jefe de campaña de Calderón no tiene la necesaria autoridad moral.
Por lo pronto, no parece prudente que el candidato panista refuerce sus flancos débiles con los yerros de un presidente que contradice en los hechos su discurso en favor del cambio. A este paso, tras la elección federal, el panismo podría quedarse ensimismado en una reflexión calderoniana, que no calderonista: “La vida es sueño”.
No nos extrañe entonces que ahora Fecal se vaya a las bravuconadas. Si esto no le funciona, se va a ir a las mentiras. Clásica táctica panista.
Una razón más para votar por el peje en el 2006.