Andrés Amador Mena, escribe:
SOBRE LA BRECHA.
EN TIEMPOS DE IGNORANCIA NO SE TIENEN DUDAS.
En tiempos de ignorancia, decìa el viejo Montesquieu, no se tienen dudas, ni siquiera cuando se ocasionan los males màs graves, y en tiempos de ilustración –agregaba-, temblamos aun al hacer los mayores bienes.
Lo anterior viene a colación por la muy difícil situación poselectoral que vive la nación mexicana profundamente dividida en dos bandos contrarios, desiguales y asimétricos, y de los cuales solo uno de ellos que es el pueblo conformado por las grandes mayorías nacionales cuya esperanza de renovación y cambio se encuentra depositada en el hombre político mayor de nuestros dìas que es Andrés Manuel Lòpez Obrador, sabe perfectamente que la historia de México y en general de todos los pueblos del a tierra, es un encadenamiento de revoluciones en donde las pàginas se llenan de guerras civiles, de tumultos, de alborotos y de inexorables estallidos sociales causados por las torpezas de los príncipes en tiempos medievales y de regímenes absolutistas, o de gobernantes escasamente republicanos y representativos en los tiempos contemporáneos.
En la pàgina editorial electrónica de DIARIO LIBERTAD se indicò una y otra vez que no era conveniente ir a una elección presidencial en el marco de las parcialidades, prejuicios, trivialidades, enconos, odios, injurias, difamación y calumnias, que se fueron creando en el paso de los meses y de los años que precedieron a la elección constitucional federal para renovar al despositario del Poder Ejecutivo de la Unión, y se planteò con mucho tiempo de anticipación al Interinato como una salida viable, necesaria y vital, pero no se hizo caso.
Se planteò, asimismo, que México necesita modificar profundamente sus ya prematuramente envejecidas estructuras legales e institucionales a partir de las cuales no podemos aspirar a una pròspera economía de mercado, ni a un sòlido estado de derecho, y mucho menos, a una forma de gobierno democrática verdaderamente eficaz y eficiente, pero esto como lo anterior no se viò ni se escuchò, y ahora nos encontramos ante los resultados vivos en carne propia de la inacción, de la indiferencia, y de la ignorancia y el desprecio de la historia que no es otra cosa que la política viendo hacia atrás, sucesión de causas y efectos, determinismo històrico, y no solamente una acumulación de casualidades o accidentes caprichosamente acontecidos en èpocas en que nuestros mayores no tenìan acceso a los grandes adelantos científicos y tecnológicos de la modernidad cibernética, neoliberal y democrática.
Recuerdo todavía los planteamientos cuidadosamente elaborados con engolada voz en el sentido de que en México habìa las condiciones técnicas y operativas para llevar a cabo la elección, haciendo caso omiso de las gravísimas condicones sociales y políticas de una nación que desde hace veinticuatro años perdiò el camino al crecimiento económico y por consecuencia al desarrollo y al bienestar social, hasta convertir al paìs otrora cuerno del abundancia en una verdadera fàbrica de pobres como se ha reconocido en todas latitudes y en todos los sectores representativos de la vida nacional.
No se ha querido ver ni entender que desde hace doscientos años el problema de México es un problema político que es decir, un problema de organización política, un problema de acomodamiento y operación y funcionamiento de las partes que conforman la maquinaria estatal y que redunde en el bien comun, que es el bienestar general de todos y cada uno de los individuos que conforman nuestra gran sociedad mexicana.
El Washington Post en un editorial publicado al inicio del actual conflicto poselectoral nos decìa que México no necesita un salvador político y que lo que actualmente nos hace falta es una firme y sòlida vida institucional fundada en un verdadero estado de derecho, pero hasta yo sè, en los Estados Unidos de América, por ejemplo, la fortaleza de su vida legal e institucional no naciò por generación espontanea sino que fue el resultado de toda una generación de constructores de la nación como lo fueron Thomas Jefferson, George Washington, Hamilton, Madison y muchos màs que a partir de la experiencia de los siglos y del estudio y la reflexión conjunta encontraron el camino al desarrollo total de todos los elementos naturales, humanos, energéticos, y políticos y geopolíticos de su gran nación, situciòn que en el caso mexicano no ha sucedido por muy diversas razones, y que por ello mismo al pueblo mexicano lo ha llevado a insistir una y otra vez en la paciente y dolorosa conformaciòn de hombres políticos fundamentales en los cuales deposita todas sus esperanzas, como hace seis años con Vicente Fox Quesada, y ahora tras el fracaso de aquel, en Andrés Manuel Lòpez Obrador, quièn es a no dudarlo, una figura muchò màs elaborada que Vicente Fox, màs conciente, màs congruente, màs humano, màs mexicano, màs popular, y màs parecido cada vez màs a aquel héroe de Tasso que camina imperturbable hacia el fin que se propone a travès de todos los terrores y de las seducciones y trampas y maquinaciones que solìan ponérsele enfrente para apartarle de èl.