Eme-equis on line.
Jorge Arvizu.
Pregonero de tamales ugaldeños.
Por Tatiana Maillard
De vocero presidencial a voceador que vende tamales ugaldeños, tamales Fobaproa y hasta atole con el dedo para no comérselos en seco. Jorge Arvizu, El Tata, se despojó de su papel de Rubén Aguilar al finalizar el programa El privilegio de mandar y se unió al movimiento de protesta de la Coalición Por el Bien de Todos.
Es común escuchar la grabación de su voz en las bocinas colocadas a lo largo del bloqueo, ya sea anunciando los tamales rellenos de mentiras o invitando al circo de los Hermanos IFE, con sus mapaches amaestrados. También se le ve en tribuna, mostrando su apoyo a AMLO. Su ideología es diametralmente opuesta a la de El Canti, personaje que interpretó Carlos Espejel en la producción de Televisa y que en el último capítulo regañó al Peje cuando éste impugnó la elección.
Ni hablar, chato: este vocero no se queda tan tranquilo con los resultados.
–¿Qué le pareció el final de El privilegio de mandar?–Eso no lo quiero abordar. Es como si me preguntaras qué opino de la persona con la que trabajo.
–¿Tiene miedo? –No. ¿Por qué? La empresa (Televisa) defiende la libre expresión, es su premisa. Si no, no harían programas como El privilegio de mandar.
–Usted ha criticado a los medios, lo vimos con Pepe Cárdenas…–Lo critiqué a él, no al medio. Es una persona que en su programa habla con menosprecio de Andrés Manuel. Eso no es ser un comunicador. Yo no lo ataqué, en tribuna pedí que la gente diera su opinión sobre él, y le mentaron la madre
.–¿Y qué sucede con una empresa que editorializa un programa?–Vamos a darle punto y aparte a lo de las empresas. No vengo a hablar de ellas, sino de mi participación en la lucha.
–¿Son superficiales las bromas en torno a las figuras de Calderón y AMLO?–No tienen valor. Sólo para los medios que ya tienen de qué escribir.
–¿También le parecen irrelevantes las parodias contra Ugalde y Calderón, vueltos tamal?–Me parecen bastante ingeniosas y efectivas. Han molestado mucho. Y eso que no estamos diciendo que Felipe Calderón es un peligro para México, porque tanto él como César Nava se parecen físicamente a Gustavo Díaz Ordaz.
Vamos a analizarlo: se impugna la elección y el Trife actúa a partir de las presiones, que no son hechas para molestar, sino para demandar justicia. Pero los magistrados, más que eso, parecen adivinos, porque de un recuento parcial aseguran un resultado absoluto. O sea que si trabajaran en un banco, nada más contarían los fajos de billetes de encimita y dirían que, a su juicio, sí está todo el dinero.
O bien, cuentan veinte votos de la siguiente manera: dice uno, dice dos, dice tres, dice cuatro, dice cinco, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve ¡veinte! Se brincan el conteo.
–¿Y no percibe fallos en la Coalición Por el Bien de Todos?–No. Las suyas han sido decisiones que se tuvieron que tomar, no fueron hechas a la ligera. Se tomaron teniendo en cuenta los costos políticos que iban a acarrear.
–¿Qué opina de la toma de carreteras y sucursales bancarias?–Pienso que es una medida correcta. Porque está probado en la historia de nuestro país que los otros caminos no están abiertos. Ya se sabe que en los tribunales se llega a una negativa total. Hablo por experiencia: cuando un grupo de actores abandonamos la ANDA y quisimos formar un nuevo Sindicato de Actores Independientes, luchamos para que nos dieran el registro, se nos cerraron las puertas para trabajar en todo espacio que controlara la ANDA, hasta que logramos que un ministro de la Suprema Corte increíblemente fallara a favor de nuestro movimiento.
–¿Por qué increíblemente?–Porque no sucede seguido. Si no, no habría protestas de ejidatarios, de campesinos. Eso sí, César Nava se refiere a “nuestros pobres” con un cariño que me recuerda a María Félix diciendo “nuestros mexicanos”, y en un banco dicen que si usas tu tarjeta, donas dos pesos para que un niño continúe con sus estudios. ¿Vamos a seguir siendo el país de las dádivas?
–¿Qué opina de los programas de ayuda a personas de la tercera edad?–Eso no es una dádiva, es el dinero de los impuestos de la gente. No está promovido por una sociedad anónima ni por las señoras del Club de los Corazones Rotos. Es el dinero del trabajador que pagó sus impuestos. Es un derecho.
–¿Cómo se une al movimiento de López Obrador?–Me vi a mí mismo aplastado, viendo la televisión, protestando por lo que está pasando. Y dije ¿de qué sirve? Mejor hago algo. Y fui al Zócalo a participar. Yo estoy malísimo del corazón, pero ahí estaba, con las manos y los pies bien hinchados, porque tengo mala circulación. Andrés Manuel y su equipo se habían quedado atrás de donde íbamos Rius y yo. En el Zócalo nos perdimos entre el movimiento y por los calambres ya no podía caminar, así que me quedé quieto. Me sentí como en la película de Forrest Gump, en la que sin proponérselo, se encuentra al presidente y le estrecha la mano. De pronto estaba yo entre Alejandro Encinas, Muñoz Ledo, Andrés Manuel. ¿Quién me llevó hasta ahí? Mi destino siempre ha sido así, he participado en muchos movimientos. En el templete me veían raro. Pero me encontré con rostros de aprobación. Jesús Ortega levantó su pulgar. Incluso le dije a Andrés Manuel que era mejor que el Viagra y es que la vitalidad que me inyectó no me la habían dado ni el cardiólogo ni las medicinas.
–¿Se ha quedado en la asamblea permanente?–Me mandan a mi casa. Saben que sí le echo ganas, pero no se trata de que me muera. He apoyado y he llevado despensa, pero ya en la noche me dicen órale, vámonos.
–¿Qué le ha dicho Andrés Manuel?–La última vez que nos vimos en el templete, vino hacia mí, me abrazó y me dijo “gracias por tu apoyo”...
–Elena Poniatowska ha recibido represalias por apoyar a Andrés Manuel…–¿Como cuáles? ¿La que le vendía cremas contra arrugas ya no se las vende?
–El PAN sacó un spot con su imagen deformada–Esas no son represalias, son cosas que la enaltecen, venidas de quien viene. Yo he recibido unas llamadas por teléfono que dicen (hace voz de mafioso) “te vamos a matar hijo de la chingada”. Yo, nada más cuelgo.
–Esta no es la primera vez que participa activamente en movimientos…–También lo hice en el 88, pero no fue tan intenso como ahora. Lo hice de chamaco, en las fábricas donde trabajé en León. Lo hice contra la ANDA. Una vez, siendo muy reciente la matanza de Tlatelolco, por cierta circunstancia estaba yo delante de Díaz Ordaz. Entonces interpretaba el papel de Madero en la telenovela La tormenta. Él me vio y dijo: “No me diga, Francisco I. Madero”. Le respondí: “No. Si fuera él, las cosas no estarían como están”. Luego comenzó a decir que admiraba mucho a Juárez, que él era un juarista. Yo le dije que entonces sabía lo que decía la estatua que estaba cerca de mi casa, en Naucalpan de Juárez. Me preguntó qué decía. “Debería saberlo, si es usted juarista: todo con el derecho y la razón, nada con las armas”. Se quedó en silencio y yo salí muy sorprendido de lo que acababa de decir.
–¿Las siguientes acciones de apoyo?–No sé, pero las que se hagan serán justas y muy criticadas. Aunque yo nunca he escuchado que la gente diga: “Esos peregrinos que vienen a la Villa ¡cómo estorban!”, ni “¿cómo se les ocurre traer al Papa para desquiciar el tráfico?” La ciudad no está paralizada, la gente circula con molestias, pero llega a donde va.