Cuando se trata de reconocer y reportar sobre casos de fraude electoral en algún lugar del mundo, las empresas corporativas de medios masivos de comunicación de los Estados Unidos siempre se esperan a recibir alguna indicación de la Casa Blanca en materia de política exterior. Por ejemplo, hay que recordar la condena hecha por la administración de Bush, y por los medios informativos de todo EU, en contra de las elecciones de Ucrania de 2004. Las encuestas de salida en ese país no encajaban; claramente hubo ahí un problema. Los diplomáticos estadounidenses, encabezados por Colin Powell, deploraron el "vil fraude electoral", supuestamente cometido por el primer ministro pro-ruso, Victor Yanukovich, a quien acusaron de manipular los votos. La desaprobación diplomática de EU fue tan severa que llevó a que se hiciera otra elección, donde resultó victorioso Victor Yuschenko, un personaje más aceptable para Washington. En cambio, al contrario de lo ocurrido en al elección de Ucrania, la Casa Blanca apenas si comentó algo cuando el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, implantó un reinado de terror en contra los votantes que favorecieran a la Hermandad Musulmana en las elecciones parlamentarias más recientes efectuadas en ese país. Los medios informativos más importantes de EU apenas si notaron este acontecimiento, y pudimos apreciar este patrón de conducta repetirse ante las extensas irregularidades ocurridas en la elección presidencial de 2006 en México. Tanto la Casa Blanca como los medios de comunicación de EU hicieron caso omiso o desestimaron la evidencia del fraude electoral, y apresuradamente declararon al candidato de su preferencia como el "ganador" de "una elección libre y justa". La elección del 2 de julio de 2006 prometía ser una carrera muy disputada entre los candidatos de los partidos rivales: el popular alcalde de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática, en contra de Felipe Calderón, antiguo secretario de Energía por parte del Partido de Acción Nacional, el partido oficial del presidente Vicente Fox. La plataforma electoral de Calderón permitiría mantener el statu quo favorable a la élite empresarial, mientras que López Obrador prometía un cierto número de medidas progresistas, incluyendo la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que ha asolado a los campesinos mexicanos desde que entró en vigor en 1994. Como era de esperarse, la administración Bush apoyaba por completo la candidatura de Calderón. Mucho antes de la elección, el gobierno del presidente Fox, y éste mismo, trataron de impedir que López Obrador siquiera pudiera entrar a la carrera presidencial. Cuando con un escándalo de lavado de dinero, y una estratagema de supuestos sobornos, se intentó ensuciar la buena fama de López Obrador, se demostró que no se trataba de otra cosa que un complot prefabricado (una grabación con un interrogatorio que involucra a miembros del PAN en el plan para impedir su candidatura surgió posteriormente). Otra asonada presidencial, el llamado escándalo del desafuero, se puso entonces en práctica. El nuevo complot intentaba despojar a AMLO de su fuero de gobernante para procesarlo en lo que quedó claro que no eran más que cargos fabricados, acusándolo de no acatar un fallo judicial relacionado con la proyectada y suspendida construcción de una calle de acceso a un hospital de la Ciudad de México. Después de extensas protestas, el presidente Fox decidió que la estrategia no estaba funcionándole y decidió concederle por lo menos una inmunidad limitada a López Obrador. Aunque tales proyectos resultaron infructuosos quedaba claro que AMLO iba a experimentar muchos problemas al llegar el día de la elección. Con su oponente muy arriba en los sondeos, a unos pocos meses antes de la elección, Calderón lanzó una campaña viciosa de ataques en contra del candidato del PRD, la cual logró sus objetivos, al igual que un debate inicial entre los candidatos que, según algunas encuestas le fue favorable al panista. Violando el código electoral mexicano, el presidente Fox lanzó entonces una serie de anuncios atacando a López Obrador. Por ello Fox fue reconvenido y se le ordenó que se abstuviera de seguir en el intento. Muchas más acciones ilegales salieron a la luz cuando uno de los antiguos aliados de Fox, Arnulfo Montes Coen, acusó a Fox de desviar fondos públicos de su campaña contra la pobreza para beneficiar a los impulsores de la campaña de Calderón. Apenas unas semanas antes de la elección, los dos candidatos aparentemente estaban empatados en algunas encuestas, una situación madura para ser explotada el día de los comicios. La decisión de la administración de George W. Bush de asignar un contrato sin licitación a la compañía ChoicePoint, ostensiblemente para suministrar a Fox unas "Bases de datos antiterrorismo" sobre extranjeros, levantó más sospechas sobre su posible mal uso. Este esfuerzo se hizo notable, ya que en lugar de enfocar los datos en torno al Oriente Medio lo hacia con América Latina, específicamente en países en los que han elegido gobiernos izquierdistas o estaban a punto de hacerlo, como lo estuvo México. Aunque no se sabe si la base de datos le sirvió de algo al PAN, los compromisos previos de esa empresa podrían inquietar a aquellos familiarizados con su abuso en el proceso electoral en Estados Unidos (ChoicePoint fue la empresa que contrató el estado de Florida en 2000 para elaborar una lista de "delincuentes" -impedidos de votar en EU-, que se usó para eliminar a muchos votantes del padrón de la Florida. Su lista se hizo notar porque incluía a muy pocos delincuentes aunque sí a muchos votantes demócratas o aquellas personas que se pensaba que podrían serlo.) Mayores sospechas aún recayeron el resultado electoral en México cuando se supo que los sistemas computarizados del Instituto Federal Electoral (IFE) fueron en parte diseñados por empresas y socios del cuñado de Calderón, Diego Hildebrando Zavala. El IFE se enteró también de que el partido de Calderón, al PAN, de alguna manera había adquirido las bases de datos del registro electoral, algo estrictamente prohibido por la ley. El IFE desestimó esto como si de tratase de un problema menor, ya que de acuerdo con El Universal, la magnitud de lo sustraído nunca se supo. Así, con las listas de votantes en manos de operadores del partido y mediando lazos familiares muy sospechosos con quienes participaron en la elaboración el software, el escenario estaba puesto y el logro de una elección limpia se hizo algo muy improbable dentro del panorama político mexicano. En la noche de la elección presidencial mexicana se puso de manifiesto objetivamente un comportamiento muy extraño, tanto en el conteo inicial, a tiempo real (el programa de Resultados Electorales Preelimínales, PREP), así como en las acciones de los funcionarios del IFE. Como se detalla en un análisis realizado por la Universidad de Texas, en el Paso, Texas., el jefe del Departamento de Física de esa institución Jorge A. López revela que el recuento del PREP en esta fase inicial, y después de haber considerado ya diez mil urnas, no se había ofrecido un recuento de los incrementos observados. En este momento Calderón mostraba una ventaja de más de un cuatro por ciento sobre López Obrador; una ventaja que, de manera constante y pronunciada, empezó a reducirse a partir de ese momento, mientras que el recuento nocturno del PREP seguía adelante. A la media noche, muchos observadores electorales estaban convencidos de que el resultado era inevitable: López Obrador ganaría la elección. Sin embargo, a las tres de la mañana del 3 de julio, el día posterior a la elección, el recuento de pronto mantuvo un margen de ventaja constante e invariable de 1.1 por ciento a favor de Calderón. No sólo resultaba el recuento del PREP inconsistente consigo mismo -James K. Galbraith señaló en su articulo de julio 17 de el periódico Guardian que los totales de los votos no coincidían con el porcentaje reportado que se afirmaba había sido ganado por cada candidato-, sino que el conteo del PREP difería completamente de las encuestas de salida que se condujeron a lo largo del día, las que señalaban que López Obrador sostenía una ventaja de un dos por ciento sobre Calderón. Los resultados de las encuestas de salida no se dieron a conocer, ni se difundieron adecuadamente. La revista Proceso reportó que funcionarios muy encumbrados de la Secretaría de Gobernación se pusieron en contacto con las cadenas de televisión mexicanas y las persuadieron de que "mantuvieran sus encuestas de salida fuera del aire". Otra medida manifiestamente extraña de los oficiales del IFE contribuyó a obscurecer el recuento del PREP: unos 2.5 millones de votos, que López Obrador denunció que habían sido ocultados por el IFE en el día de la elección, de pronto reaparecieron a tiempo para el recuento final. La reaparición súbita de esos 2.5 millones de votos recortó el margen de ventaja inicialmente reportado para Calderón, de unos 400 mil votos, a sólo 257 mil. El descubrimiento de esos "votos faltantes" fue presagiado por algunos reportes previos y por evidencia fotográfica publicada por El Universal y mas tarde en el Narco News Bulletin, mostraron las actas de tres urnas de por lo menos tres distritos, ganados por López Obrador, encontradas en un basurero de Nezahualcóyotl. Cuando se hizo el recuento final (en realidad sólo una suma de los totales de las actas distritales), que no consideraban esa ventaja automática artificial de 10 mil votos asignada a Calderón en el PREP, las cosas se pusieron optimistas otra vez para López Obrador. El día 5 de julio de 2006, la agencia Reuters reportó que con un 75 por ciento de las casillas contadas, López Obrador mostraba una ventaja de 2.2 por ciento, algo que concordaba por completo con las encuestas de salida del día de la elección. Pero al día siguiente las cifras de Calderón se recuperaron misteriosamente, y lo pusieron adelante con la más tenue de las ventajas. Fue durante el recuento del 25 por ciento final de las secciones electorales que el patrón de votación, que estuvo constante durante todo el conteo, mostró de pronto un comportamiento increíble, con algunos secciones mostrando ventajas para Calderón con márgenes de 5 a 1 y, cerca del final del recuento, con ventajas ¡de 100 a 1! El profesor Victor Romero, de la UNAM declaró que este giro de los acontecimientos en las secciones electorales era un milagro y una imposibilidad estadística, aunque los números milagrosos difícilmente eran resultado de la intervención divina. De hecho, La Jornada publicó una foto tomada de un video mostrando claramente a un funcionario del IFE rellenando una urna electoral. Después de que apareció semejante evidencia de que se estaba cometido un fraude electoral descarado, surgieron las exigencias de que se hiciera un recuento completo. Mientras que declaraciones del IFE, de Calderón, de Fox, de la administración Bush y de muchos de los medios de comunicación más relevantes de EU consagraron la elección, calificándola de "la más limpia de la historia de México" (dada la historia del país eso bien pudiera ser cierto), el IFE finalmente aceptó a llevar a cabo un recuento parcial, después de que se produjeron enormes manifestaciones publicas -conocidas como la campaña "voto por voto". El IFE siguió resistiéndose a un recuento total, afirmando que sólo la evidencia que indicara violación de urnas o la alteración de actas justificaría tal acción. Cuando un video grabado por el director mexicano residente en Hollywood, Luis Mandoki, quien trabajaba en un documental sobre López Obrador, mostró que muchas urnas en diversas secciones electorales habían sido abiertas, ello no bastó para que el IFE aceptase lo que ya era obvio para casi todos. Había bases muy serias para creer que muchas urnas habían sido violadas y que, por extensión, los comicios enteros estaban contaminados. Aunque un recuento completo resultaba muy improbable, dada la resistencia del establishment a hacerlo, se justificaba un recuento parcial, un recuento que demostrara que hubo graves problema con el PREP y con los cómputos finales. El máximo tribunal electoral de México (conocido como el TRIFE) ordenó el recuento de 11 mil 839 casillas seccionales, de un total de 130 mil secciones que hay en México (alrededor del 9 por ciento). Ninguna de estas casillas fue de las que reportaron proporciones de votos de 100 a 1 a favor de Calderón; tampoco fueron consideradas las casillas cuyas urnas y documentación fueron encontradas en tiraderos de basura. A pesar de desestimar lo que parecían ser las señales más obvias de fraude electoral, el recuento ordenado por el TRIFE aún demostraba claramente irregularidades en los votos y mucha evidencia de relleno de urnas (conocido como taqueo) y de un saqueo de las mismas. El Narco New Bulletin reportó que en el 7 por ciento de los distritos electorales de México más de 126 mil votos habían sido alterados a través del taqueo, aumentado los votos para Calderón, o a través del saqueo, reduciendo los votos para López Obrador En ocasiones previas en las que se presentó un fraude de este tipo, el TRIFE había hasta anulado la votación en los distritos en duda, pero en esta ocasión, el TRIFE se abstuvo de seguir su propio precedente. De haberse hecho esto, anulado los distritos con irregularidades, la decisión le hubiera dado la victoria a López Obrador por 425 mil votos. Pero esa no fue la decisión. El 5 de septiembre le TRIFE decidió que la "victoria" de Calderón se sostendría, a pesar de haber anulado casi 238,000 votos. El TRIFE nunca ha revelado los criterios detrás de estas anulaciones, las cuales no alteraron significativamente el resultado total, ni tampoco se ha publicado un informe transparente del recuento. Un juicio global reveló problemas significativos con los votos, pero el TRIFE se rehusó a reconocer un intento de fraude mayor, algo que ya en este punto se había hecho patentemente claro. De hecho, un estudio independiente del cómputo electoral, dado a conocer el 2 de septiembre por el Centro de Investigación de Políticas Económicas, determinó que con las revisiones se había presentado una reducción significativa en la votación favorable a Calderón y una ganancia efectiva para López Obrador. Este Centro concluyó que lo anterior resulta algo inexplicablemente improbable y sesgado, algo que no debería haber sucedido como resultado de "errores". Lo que está claro de todo esto es que en todos y cada uno de los casos de recuento parcial, después de la tabulación inicial del PREP, el margen de victoria de Calderón se redujo, a veces de manera significativa, como ocurrió en el caos de los 2.5 millones de votos de pronto redescubiertos por el IFE. Como consumidores de las corporaciones noticiosas en los medios en Estados Unidos. Los ciudadanos de este país (EU) generalmente no están concientes acerca de la mayor parte de lo que se ha relatado aquí. Muchos se preguntan por qué tanto alboroto en México, si es que siquiera se lo preguntan. Ello es resultado de nuestro desinterés generalizado como estadounidenses sobre asuntos internacionales que no giren en torno de temas bélicos; pero en este caso estuvo más en función del comportamiento de los medios de comunicación y de la manera en que se eligió reportar sobre la elección en México. Para los lectores de los periódicos de EU, López Obrador es un "izquierdista", un alborotador, un lastre claramente descontento con "una elección libre y justa". Para los televidentes de los noticieros estadounidenses, el tema de la elección mexicana fue apenas un pequeño incidente, perdido entre los reportes de amenazas terroristas, guerras y referencias a los nazis y a los Islamofascistas. En realidad, López Obrador es más bien un político del centro, dentro del espectro ideológico en México. De hecho, hubo oposición a su nominación dentro de su partido porque no se le consideraba los suficientemente cargado a la izquierda. Sin embargo, la popularidad de López Obrador en el país no podía negarse, y se sabía que él era el que tenía la mejor posibilidad de derrotar a Calderón. El presidente Fox y su partido, el PAN, pusieron en marcha un proyecto antidemocrático de campañas ilegales, lavado de dinero y de manipulación electoral que sencillamente no iba a permitir la elección de Andrés Manuel López Obrador. El hecho de que la administración de George W, Bush respaldase a Felipe Calderón y que subsecuentemente declarase que la elección había sido limpia dice más d la falsedad de su política de promoción a una supuesta "libertad y democracia" que de la validez de los comicios en sí. La elección en México resultó una prueba de la voluntad democrática de ese país. Esa voluntad se manifestó en las multitudes que protestaron y que demandaron una elección justa. Tristemente, el poder enraizado de la élite gobernante del país, asociada como está a nuestra propia clase dominante en EU, escogió el mantener poder por encima de la decisión del pueblo. Esto es algo de lo que los estadounidenses debemos estar profundamente preocupados, no sólo porque México es un vecino cercano, sino porque necesitamos empezar a reconocer que nuestra hipocresía respecto los ideales de un gobierno democrático se ha hecho ya muy evidente ante los ojos del resto del mundo, aunque nosotros hayamos escogido no darnos cuenta de ello. |