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sábado, diciembre 02, 2006

ORGULLO Y DIGNIDAD.

Repudio mayor PDF Imprimir E-Mail
sábado, 02 de diciembre de 2006

Cientos de miles cumplieron la cita en el D.F. para recordar con dignidad, civilidad y creatividad, que no aceptarán un presidente surgido de lo que consideran una elección fraudulenta.

La historia moderna de México no registra un acto de rechazo popular hacia un Presidente como el yuvo lugar ayer hacia la personas de Felipe Calderón / "Así vivirás, espurio, de noche y escondido, maldito usurpador, nuestra lucha será a la luz del día"

MEXICO, D.F., 1 de diciembre (LA JORNADA).- Fue el mayor acto de repudio que presidente alguno haya recibido, por lo menos en el México posrevolucionario. Ya lo confirmarán los historiadores. El caso es que cientos de miles cumplieron la cita para recordar con dignidad, civilidad y creatividad, que no aceptarán un presidente surgido de lo que consideran una elección fraudulenta.
Ese fue el tema dominante de las consignas hechas o improvisadas; de los carteles garabateados a las prisas; de las hojas volantes que se multiplicaban de mano en mano; de las mantas inmensas que se desplegaban retadoras; de las pancartas y pendones que se alzaban sobre la muchedumbre como velas de carabela en altamar. El tono y los términos variaban, desde la frase reflexiva hasta la invectiva soez.
Aunque muchos pensaban, y con argumentos razonables dado el desgaste desde los tiempos del desafuero, la resistencia civil pacífica contra el "fraude electoral" y contra la imposición del "presidente espurio" volvió a mostrarse con fuerza, con más manifestantes incluso que el día de la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador como "presidente legítimo de México", el 20 de noviembre pasado.
Apenas pasadas las siete, la mañana clareante extendía sus manos heladas sobre un ir y venir de gorros y bufandas, de suéteres y cobijas. Algunos ateridos se detenían frente a los puestos donde vaporizaban el atole, los tamales y el café. Muchos llegaban en grupos y familias completas, ingresaban de manera masiva por los cuatro puntos cardinales.
Los ciudadanos acudieron por miles a la Plaza de la Constitución y la llenaron sin desbordarla, pero cuando comenzó la marcha hacia el Auditorio Nacional, encabezada por López Obrador, comenzaron a surgir de quién sabe dónde miles de manifestantes que se integraban a la marcha, a las vallas humanas, a los simpatizantes que desde las banquetas gritaban su apoyo o su repudio en varias modalidades:
"¡Es un honor, estar con Obrador!" o "¡Va a caer, va a caer, Felipe va a caer".
Poco antes de que Andrés Manuel López Obrador subiera al templete, pasadas las 8, y de manera sorpresiva anunciara la marcha, el ensamble de son jarocho Fandango por la Democracia, fraguado en los días del plantón, sintetizaba con el poder de la versada la situación actual.
"Hoy le digo al impostor,/ al corrupto incompetente,/ que ha cometido un error/ al nombrarse presidente,/ pues tenemos a Obrador".
En la plaza, pero frente a la Catedral, un cartel con la foto de López Obrador y la banda presidencial imploraba: "Líbranos señor de las instituciones de la mafia".
Un hombre se limitó a escribir en una hoja de cuaderno una afirmación que resume una posición con todas sus implicaciones en estos días de división y estigmatización promovida desde la televisión privada: "Soy Peje y qué".
En cambio, una mujer, también de su puño y letra, plasmó sobre un pliego de cartulina un comentario breve que bien podría ser un editorial sobre la ceremonia de la medianoche anterior en Los Pinos, en la que Fox y Calderón improvisaron un informal traspaso del poder, rodeados de militares: "Así vivirás, espurio, de noche y escondido, maldito usurpador, nuestra lucha será a la luz del día".
En el templete, la actriz Jesusa Rodríguez la hacía de conductora y llamaba a apoyar a "nuestros diputados dignos" que en San Lázaro enfrentaban "la violencia de los diputados panistas". También informaba que los legisladores de izquierda había logrado cerrar con candados los accesos del Congreso, aunque luego se sabría que Vicente Fox y Calderón ingresarían por atrás. Y llamaba a no caer en la violencia ni en actos de provocación.
Al momento de iniciarse la marcha sobre Reforma propuesta por el político tabasqueño, fueron liberados cientos de globos negros como señal de luto, para decirle a Calderón y quienes lo apoyan -explicó Jesusa Rodríguez- "que su democracia falsa ha muerto". Los globos parecían una lluvia de confeti negro cayendo hacia arriba.
Encabezada por un camión con bocinas poderosas y un animador gritón, que a veces no dejaba oír las consignas de la gente, la marcha enfiló por 5 de Mayo, y el número de participantes comenzó a crecer de una manera que un poco antes no se hubiera previsto.
Ya no sorprendía: la marcha fue combativa y lúdica, pero ordenada; se protestaba, se cantaba, se reía. En avenida Juárez frente a la Alameda, la exposición de fotografías de gran formato ¡Viva la Revolución! mostraba los rostros de los inconformes de hace un siglo, entremezclados con los rostros de los inconformes de hoy, la mayoría de sectores populares. Junto a esos entrañables sombrerudos inmóviles en su historia, pasaba este otro ejército vivo de civiles armados sólo con sus voces, sus mantas y pancartas. Dos momentos a fin de cuentas de una misma lucha.
Entre consignas y cartulinas como la de "México jamás será del Yunque", la tumultuosa marcha llegó a Bucareli con la noticia de que la Policía Federal Preventiva y otras corporaciones creaban un cerco de seguridad para impedir el paso a quienes no buscaban pleito, sino democracia.
Más adelante la marcha se detendría unos minutos, mientras López Obrador era entrevistado. Ahí el político le dio una buena nota: no llegarían al Auditorio porque "este asunto no lo vamos a dirimir con policías ni con el Ejército, este movimiento es pacífico, no queremos la violencia". E hizo una aclaración conceptual: "Lo de Pelele no es un insulto, sino una descripción", porque Calderón es un "gerentillo" de los poderosos.
Luego de pasar junto al Angel de la Independencia, recién restaurado, la marcha llegó a la altura de la Diana Cazadora entre aplausos al pueblo de Oaxaca en resistencia y una consigna futurista, pero en varios modos sustentada, de "¡Ya cayó, ya cayó, Felipe ya cayó!".
Frente a la escultural escultura (válgase el pleonasmo), en el enorme edificio en construcción, los albañiles y los manifestantes se dieron saludos y apoyos recíprocos.
La calidad humana se prodigaba por doquier, como la de una señora veracruzana que, pese a su pobreza material y a las advertencias desinformadas de algunos vecinos ("no vayan, los van a matar", les dijeron), llegó a las 6 de la mañana, junto con 24 compañeros y por su cuenta, procedentes de San Andrés Tuxtla.
A la altura de la calle de Lieja, la marcha paró y se metamorfoseó en mitin. Con trabajos, porque el tumulto se había hecho más tumultuoso, López Obrador se trepó al templete y habló.
Más adelante, a unos metros, al pie de la nueva Torre Mayor, estaba el primer "cinturón de seguridad" policiaca. Hasta ahí llegó una parte de la movilización, jocosa y pacífica. El único momento de relativa tensión se dio cuando un grupo de estudiantes de distintas escuelas de la UNAM, valiéndose de tres ingeniosas megaresorteras, lanzaron globos llenos de pintura contra la valla de policías. El hecho inquietó a los uniformados y provocó el enojo de algunos de los asistentes a la marcha, que recordaron a los estudiantes el carácter estrictamente pacífico de la manifestación. No pasó a mayores.


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