02-12-2006
De los 159 ciudadanos detenidos el fin de semana pasado en el estado sureño de Oaxaca, acusados de varios cargos relacionados con protestas en contra del gobierno, 141 han sido trasladados en helicóptero a la penitenciaría en San José del Rincón, Nayarit, ubicada a 24 horas en automóvil de sus familias y sus hogares. A pesar de que esta primera ola de detenciones fue al azar –cualquiera lo suficientemente desafortunado para estar en las calles y banquetas en donde atacaron los policías antimotines– el gobierno clasificó a estos prisioneros como “peligrosos”, justificando su traslado a una prisión lejana. Ninguno de los detenidos el fin de semana pasado ha visto o hablado con un abogado, un trabajador de los derechos humanos, un familiar o un doctor independiente. El lunes, los reporteros y legisladores estatales de Nayarit que partieron hacia la prisión a investigar fueron interceptados por agentes de la PFP, amenazados con ser arrestados y despojados del rollo de la cámara de un fotoperiodista que había documentado su presencia.
En Oaxaca, la policía federal, coordinando su operación con los escuadrones paramilitares y la estación de radio pirata del vergüenza gobernador Ulises Ruiz Ortiz, sigue realizando redadas casa por casa buscando a los supuestos “líderes” de la APPO. Abogados, doctores, el clero, periodistas, familiares y oficiales de los derechos humanos también han sido impedidos de hablar con los encarcelados o constatar su condición, a raíz de las violentas palizas que la policía propinó a muchos durante el arresto, de acuerdo con lo que testigos dijeron a Narco News.
Los eventos ocurridos en días recientes en Oaxaca marcan el arresto masivo más grande que se haya realizado en México desde el 3 y 4 de mayo, cuando fueron detenidos 217 ciudadanos en Atenco y Texcoco, a las afueras de la ciudad de México. A solo unos días de la redada policíaca de Atenco, aparecieron los primeros testigos de las palizas, las violaciones y las torturas en contra de los detenidos: cinco extranjeros –periodistas y observadores de los derechos humanos– que habían sido arrastrados por la policía cuando documentaban los eventos en Atenco, se mantuvieron incomunicados por varios días y luego fueron deportados de regreso a Barcelona, Berlín y Santiago de Chile. Gracias a ellos, el mundo supo de las violaciones masivas y otras salvajadas cometidas en contra de hombres y mujeres que estaban atados de manos y vendados de los ojos, mientras eran llevados a la prisión. Los jefes de la policía federal se han burlado abiertamente de las severas recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, una agencia gubernamental, de que se investigue y se castigue la brutalidad de la policía. En ese contexto, es preocupante la postura reservada del Estado con respecto a los prisioneros de Oaxaca.
El gobierno del presidente saliente. Vicente Fox no aprendió, a raíz de las atrocidades de Atenco, a corregir sus propios abusos ilegales y autoritarios. Es evidente que considera como sus únicos errores del mayo pasado el no haber podido esconder sus propios crímenes de la vista del público. Y así, el sábado pasado, cuando se fue sobre el ataque en el centro de Oaxaca, tuvo cuidado de evitar sacar a los periodistas extranjeros o a los observadores de los derechos humanos, quienes podrían haber dado el pitazo de su subsiguiente deportación en tanto testigos de lo que les ocurrió a los mexicanos que fueron arrestados. (Sin embargo, los observadores internacionales estarían equivocados si piensan que los militares no van a ir por ellos; ya existen reportes en los medios nacionales de que se planea una operación separada para sacar de la escena del crimen a los ojos y los oídos globales). Con la movilización inmediata del montón de detenidos para llevarlos lejos de Oaxaca o de cualquier otro centro de medios, el gobierno de Fox revela su intención de esconder de la vista del público lo que le ha hecho a los detenidos. El último legado de Vicente Fox, un hombre que a menudo declaró que había “democratizado” a México, resulta ser un Guantánamo-en-el-Pacífico, en donde nadie podrá escuchar los gritos de quienes son torturados.
Es en este contexto que el golpe de estado se va a consolidar el viernes, instalando al sucesor de Fox, Felipe Calderón, en el trono de la democracia mexicana que nunca fue.
La Guerra Civil de Arriba
Mientras que el tratamiento de los encarcelados sigue sin conocerse, las cámaras pudieron documentar la escena en la foto que acompaña este reportaje.
Fotos: DR 2006, La Jornada |
No todos los miembros de ese estimado cuerpo legislativo están de acuerdo con que Calderón fue elegido como presidente el pasado 2 de julio. Los hechos sugieren otra cosa. (Ver “La estafa presidencial de México, New Left Review, septiembre-octubre 2006). Alrededor de 150 legisladores, aliados con el Partido de la Revolución Democrática, insisten que el candidato de ese partido, Andrés Manuel López Obrador recibió la mayoría de votos y han prometido no dejar que Calderón, del Partido Acción Nacional de Fox (PAN), tome protesta como presidente. El primero de septiembre pasado, en la televisión nacional y en vivo, los legisladores del PRD (sumando casi un tercio de todo el Congreso) tomaron la tribuna y no dejaron que Fox entregara su Informe Presidencial, en protesta por el fraude electoral a favor de Calderón. Así, la promesa de volverlo a hacer el viernes no es una promesa vacía, y tiene a los defensores del fraude electoral en ascuas.
De esta manera, el gobierno del PAN ha aplicado la misma “solución” en la ciudad de México que en Oaxaca: el 20 de noviembre, envió a la policía federal a rodear el edificio del Congreso y a declarar una especia de ley marcial en los vecindarios cercanos. Ese fue el día en que los seguidores de López Obrador se dieron cita en el zócalo y le otorgaron la banda presidencial tricolor. Temiendo que la masa de gente tomaría después el edificio del Congreso, ubicado a unos cuantos kilómetros de allí (un miedo que no se materializó), Fox envió a la policía antimotines a proteger el edificio. Pero, tal y como muestra la foto, la solución no tuvo impacto alguno. El Congreso mismo está en Guerra Civil.
Foto: La honorable Violeta Lagunas del Congreso de la Nación, trabajando duro |
El martes, el PAN volvió a adelantarse. Malinterpretando la aparición en la tribuna del Congreso de un solo legislador del PRD como una “señal” de que los legisladores disidentes estaban a punto de tomar la tarima en masa, los legisladores del PAN lanzaron un ataque preventivo. Esto provocó que los legisladores del PRD los siguieran allá arriba. Se dieron empujones y puñetazos para tomar el control del podium de tres niveles. Un legislador del PAN sacó una lata de spray y roció a un legislador del PRD en la cara, por lo que este tuvo que ser hospitalizado. Una legisladora del PAN, Violeta Lagunes de 35 años, de Puebla, fue captada en video arrojando refresco y otros líquidos a los legisladores rivales. La trifulca continuó a lo largo del día y la noche, en donde los dos bandos juraron defender la tribuna hasta el viernes: un lado para garantizar el ascenso de Calderón, y el otro para evitarlo.
Los equipos de la transición Fox-Calderón han trabajado duro para reclutar a los jefes de estado de otros países para que asistan a la asunción del viernes, en su intento por dotar de un poco de legitimidad al cambio de régimen. Entre quienes se espera que asistan está George Herbert Walker Bush, ex presidente de los EU y padre de quien actualmente ocupa la Casa Blanca, para representar al vecino régimen del norte. La historia se repite: fue Bush, Sr., quien, como vicepresidente de los EU en 1988, felicitó oficialmente a Carlos Salinas de Gortari, como el nuevo presidente de México después de lo que, ahora, los historiadores serios concuerdan que fue un fraude electoral monumental.
Pero hoy, el Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, se preocupó en voz alta porque la disputa por el control de la tribuna del Congreso pueda ahuyentar a algunos. “Va a ser muy vergonzoso para nuestro país”, dijo, “si tenemos a jefes de estado de la calidad del ex presidente George Bush, Sr., observando abajo, en la tribuna, un espectáculo digno de un país de segunda categoría”.
Mientras que los legisladores de traje y corbata siguen peleando por la tribuna, Calderón promete que, contra viento y marea, irá al Congreso para recoger su trofeo –seis años al mando de México– en viernes. Mientras tanto, su rival López Obrador ha hecho un llamado a sus seguidores para reunirse en el zócalo el viernes a las 7 de la mañana y Fox se ha reducido otra vez a su legado como el presidente “Marque 911”, llamando a los policías. No está claro lo que López Obrador y sus aliados planean hacer el viernes, si es que planean hacer algo. En los meses que siguieron a la elección fraudulenta de julio, ha hablado mucho pero desistió de enviar a sus tropas a las confrontaciones, aún cuando contaba con millones, indignados y a su lado. Si no sorprende el viernes, el primero de diciembre podría marcar el colapso de la vía electoral para lograr el cambio en México.
El país de primera categoría desde abajo
Hoy marca el último jalón en el maratón de 11 meses que ha sido la gira de la Otra Campaña por todo México para escuchar a la gente. El Subcomandante Marcos, quien ha visitado cada esquina del país desde el primero de enero, tomando notas del testimonio de “la gente sencilla y humilde que lucha”, hará una parada más en la región rural de la Huasteca del estado de San Luis Potosí y pronto regresará a Chiapas para informar de sus descubrimientos a sus comandantes indígenas. El mes de diciembre será dedicado a hacer reuniones entre los adherentes de la Otra Campaña para determinar los siguientes pasos de lo que ahora es un verdadero esfuerzo nacional para derribar no sólo a un gobierno ilegítimo, sino también al “sistema capitalista” al que sirve. A finales de año, el 30 de diciembre, los Zapatistas recibirán delegados de todo el mundo en una reunión internacional en la cabecera municipal autónoma de Oventik, Chiapas.
DR 2006, Narco News |
Gran parte del trabajo de este periódico internacional en este ultimo año ha sido el de documentar y reportar estas historias, y traducirlas a otros idiomas, para romper el bloqueo de información. La lógica de la Otra Campaña es que si se les están negando sus derechos a tantas personas, sufriendo los golpes de un régimen dictatorial ellos solos, cada uno en su propia esquina olvidada, entonces es hora de que venga la Ayuda Mutua, de manera que, si la gente buena debe ser golpeada, encarcelada y asesinada, entonces tiene mucho más sentido confrontar a este régimen juntos.
Así, por ejemplo, cuando el lunes se supo que los 141 de Oaxaca habían sido llevados clandestinamente a una prisión aislada en Nayarti, los adherentes de la Otra Campaña en Oaxaca, entre ellos gente del Otro Periodismo, ahora ya conocían por sus nombres a sus contrapartes en Nayarit y en las metrópolis cercanas de Guadalajara, Jalisco. Entre los compañeros salieron las llamadas telefónicas, los mensajes de texto y los correos electrónicos. Y los adherentes en esa región han empezado a organizar acciones de apoyo y a hacer ruido para que estos 141 prisioneros políticos no desaparezcan en la Guantánamo de Fox, olvidados e invisibles. También significa que los esfuerzos que lleven a cabo serán reportados a Oaxaca, al país y al mundo en muchos de sus idiomas. En resumen, a pesar de que no se han tenido noticias de ninguno de los 141 de Oaxaca en Nayarit, ya están hablando y desafiando el silencio del gobierno y de los medios a cerca de su existencia y de la represión en su contra. Como resultado de la Otra Campaña Zapatista, la distancia entre Oaxaca y una prisión en Nayarit se ha hecho más corta de lo que pretendían Fox, Calderón, o los capos de su aparato de seguridad.
El Golpe de Estado no va a durar
Esto, aquí abajo, no es el país de segunda categoría de los payasos trajeados golpeándose en los pasillos del Congreso, o de las autoridades electorales que presiden la falsificación de los resultados. Es el país de primera categoría del México digno, que el virrey saliente, Fox, y el nuevo virrey, Calderón, intentan destruir en Oaxaca y en otros lugares: una nación de gente que trabaja duro, saca adelante a sus familias, y soporta los palos de la policía, los gases lacrimógenos, las balas, la prisión, la tortura y la muerte cada vez que expresan su deseo de una mejor vida.
Calderón envió una señal muy clara de que, en términos de la violencia y la represión estatal, México probablemente no ha visto nada aún, ni siquiera durante la guerra sucia de los sesentas y los setentas, comparado con lo que está por venir, al colocar esta semana al gobernador de Jalisco Francisco Ramírez Acuña en el poderoso puesto de Secretario de Gobernación para, esencialmente, dirigir el gobierno. Ramírez Acuña es ampliamente percibido como un autoritario intransigente que encarcela a los disidentes pro gusto –tal y como hizo una y otra vez en Jalisco. Vaya filosofía del arte de gobernar cuando un gobernador tiene la reputación de permitir que los narcotraficantes y otros criminales violentos tengan un refugio seguro en el estado: crear una distracción acorralando manifestantes, al tiempo que se regodea con eslóganes sobre cómo la “ley se hará respetar”.
Ramírez Acuña les ha dicho a los reporteros que el asunto de Oaxaca será el primero en su agenda cuando tome el mando del gobierno federal. También queda abierta la pregunta de qué cambios en la política les esperan a las comunidades autónomas zapatistas en Chiapas y la ley de amnistía para los líderes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que más o menos respetó Fox durantes sus seis años en la presidencia. La desgracia del último año de Fox como presidente, incluyendo las acciones policíacas violentas en Atenco y Oaxaca, pero no limitándose a ellas, significa que un hombre que empezó su presidencia perdonando a los presos políticos indígenas, termina habiendo encarcelado a un número mucho más grande –cientos de disidentes mexicanos, siendo un número desproporcionado de ellos indígenas–, generalmente bajo cargos falsos, como castigo al ejercicio de su libertad de expresión. Es muy posible que, en el caso de Oaxaca, ya haya cedido el control de la política federal y de las técnicas de represión a Calderón y a Ramírez Acuña.
Ya sea por comisión o por omisión, Vicente Fox Quesada, quien deseaba ser conocido como el estadista que acabó con 70 años de una dictadura de un solo partido, se va con el legado de haber sido uno más de la larga lista de torpes represores y saqueadores. Calderón y su equipo, por otra parte, no empiezan con estas ilusiones trascendentes. Ellos son los orgullosos arquitectos y herederos del Golpe de Estado del siglo XXI, y el viernes es el día de pago.
Primero, promoverán el miedo y el terror, para tratar de acallar el clamor y las protestas desde abajo. Eso no va a tener el efecto deseado. El grado del deseo indignado para acabar con la larga línea de regimenes represivos, como se ha atestiguado en cada estado y cada región durante el camino de la Otra Campaña en el 2006, solo ha ido en aumento a partir de los eventos en Oaxaca y en otros lugares. También es un secreto a voces que se robaron la elección del 2006. Ni siquiera aquellos que dicen que fue justa lo creen. Ciertamente hay suficientes prisiones y cementerios en México para llenarlos con miles de personas más, por el crimen de hablar y organizarse para alcanzar una mejor vida. Y hay policías y soldados a granel, además de paramilitares, para hacer el trabajo sucio. Pero todavía no son suficientes para detener la masa crítica de millones de personas que no reconocen su legitimidad. La historia marcha en la dirección de una confrontación entre aquellos que imponen desde arriba y aquellos de abajo, quienes ahora se han dado cuenta de que todos los que son como ellos están en la misma horrible situación, han construido la “otra” organización de comunicación horizontal y de Ayuda Mutua.
El nuevo régimen va a entrar, casi con seguridad, abriéndose camino con palos y pistolas. No todos vamos a sobrevivirlo. Pero se acerca el día en que millones de personas se van a levantar, todos al mismo tiempo, y van a vencer a los poderosos que han creado a dos adversarios por cada persona a quien han encarcelado, tres para cada persona que han asesinado. Y desde esta pequeña esquina, aquella de un observador con una laptop, pase lo que pase, ha sido el privilegio más grande de esta vida escuchar, aprender, documentar y reportar tantos años desde el país de primera categoría que es el México de abajo. Nos ha enseñado a todos nosotros, en cada esquina de la tierra, una nueva forma de luchar. No lo leerán en los medios comerciales y seguramente habrá momentos por venir cuando ellos tendrán éxito en diseminar el mito de que toda la esperanza está perdida, pero la siguiente conclusión es evidente para cualquiera que realmente ha estado escuchando el sonido de abajo: El golpe de estado está aquí, pero no va a durar.
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