Pasará a la historia (Pero al basurero) |
sábado, 02 de diciembre de 2006 | |
Primer presidente que no pronuncia su mensaje a la Nación desde la tribuna de la Cámara de Diputados MEXICO, D.F., 1 de diciembre (LA JORNADA).- Felipe Calderón se convirtió en el primer presidente de la República que al asumir su cargo no llevó a cabo ningún evento en Palacio Nacional, y pasará a la historia por no haber podido decir su primer mensaje a la nación desde la más alta tribuna del país, la Cámara de Diputados.
Ese día cruzó la Puerta Mariana de Palacio Nacional pasado el mediodía del primero de diciembre de 1988, minutos después de haber tomado protesta como sucesor de Miguel de la Madrid. Ahí encabezó el tradicional "besamanos" con la clase política y empresarial. Previamente, sin mayores contratiempos había tomado posesión y dirigido su primer mensaje a la nación desde la Cámara de Diputados. Seis años después, Ernesto Zedillo Ponce de León cumplió con el mismo ritual en el Congreso, y más tarde, como se había acostumbrado hasta aquel entonces, presenció desde el balcón presidencial de Palacio Nacional el desfile militar en su honor. El "besamanos" se realizó también en Palacio Nacional, donde despachaba oficialmente el primer mandatario, en donde se concentró la clase política para ser testigo de la primera concesión de un gobierno del PRI al PAN: designar como procurador general de la República al panista Antonio Lozano Gracia. Con la llegada de Vicente Fox vinieron cambios en el formato de la sucesión presidencial, pero mantuvo la tradición de trasladar parte del festejo a Palacio Nacional. Como lo habían hecho sus antecesores, el primer Presidente de oposición tuvo la oportunidad de decir su mensaje desde la tribuna de la Cámara de Diputados. En el año 2000, quienes trataron de interrumpir la ceremonia en el Congreso fueron los priístas, quienes habían perdido la hegemonía del poder presidencial, con aislados gritos desde la tribuna tricolor: "¡mentirosos! ¡mentirosos!", le decían cuando hacía promesas a futuro; o cuando parafraseó al Octavio Paz, el llamado bronx priísta lo cuestionó: "¡ni lo has leído!", los gritos y exclamaciones fueron la revancha de los priístas por haber perdido la Presidencia de la República. Entre la serie de actos con los que conmemoró su llegada al poder, Fox ofreció una espléndida comida en Palacio Nacional a la "nueva clase política" e invitados especiales, entre los que destacaron el presidente venezolano, Hugo Chávez, y el jefe de estado de Cuba, Fidel Castro, quien robó cámara de manera consecutiva las tres veces que vino a los relevos presidenciales a partir de 1988. Además, como en las tomas de posesión de los últimos años, la delegación de Estados Unidos era de primer nivel: el secretario de Estado, George Shultz (1988), Al Gore, vicepresidente (1994); y la secretaria de Estado, Madeleine Albright (1994). El Presidente panista modificó otro ritual, eliminó la realización del desfile militar en su honor y trasladó la ceremonia de pase de revista a las fuerzas armadas al Campo Marte. MEXICO, D.F., 1 de diciembre (LA JORNADA).- Solo entre panistas, Felipe Calderón pudo cumplir con el ritual anhelado. únicamente en familia logró pronunciar el discurso que le fue imposible dar en la Cámara de Diputados. ¡Sí se pudo, sí se pudo!, se escuchó entre un público que se regodeaba con las imágenes que una y otra vez aparecían en las macropantallas del Auditorio Nacional presentando la brevísima toma de protesta del michoacano en San Lázaro. Eufóricos, la estructura blanquiazul y algunos invitados especiales, entre los que se encontraban empresarios como Carlos Slim, Roberto González Barrera, Claudio X. González, festejaron que Calderón pudo tomar protesta a pesar de haberlo hecho en medio de empujones, sílbidos y protestas de los legisladores. Mientras esperaban la llegada de su nuevo presidente, los diputados y senadores relataban como si hubiera sido una hazaña los pormenores de su enfrentamiento con los perredistas en la defensa de la tribuna legislativa. "¡Felicidades, torero!", le gritaron a Santiago Creel, jefe de la bancada del PAN en el Senado, mientras descendía por la escalinata hacia las primeras filas reservadas para las cúpulas política y empresarial. Emocionado, mostraba la V de la victoria con su mano. En el mismo trayecto a los diputados Héctor Larios y Jorge Zermeño los recibieron con el grito "Bien a toda madre". Zermeño, quien había entregado la banda presidencial a su correligionario, se vanagloriaba de que pudieron meter a Calderón al recinto, aunque haya sido por la puerta trasera, y de que rindió protesta a pesar del anuncio de los legisladores del Sol Azteca de que impedirían el cambio de poderes. "Se demostró que somos más los que queremos un México en paz y que se respete el Estado de Derecho. No es el mejor escenario, pero no teníamos otra opción", explicó el coahuilense a su llegada al Auditorio Nacional, recinto que tuvo gradas vacías a pesar de las ocho mil invitaciones que se giraron y que fue resguardado por centenares de policías. Alejados de las marchas, de Palacio Nacional, de la gente de a pie "que ni siquiera pudo circular por las calles ni entrar a las estaciones de Metro localizadas en el llamado polígono de seguridad de Chapultepec y Polanco". Los panistas hicieron su celebración. Eso sí, el festejo fue transmitido en vivo por radio y televisión, con lo que se dio seguimiento a la estrategia mediática que se había iniciado en la madrugada cuando el presidente saliente Vicente Fox entregó al Ejército la banda presidencial para que hoy le fuera impuesta a Calderón. Todo ello por supuesto ante las cámaras de televisión. Como conductores del evento, Fernanda Familiar y Víctor Gordoa trataron de minimizar la accidentada ceremonia de San Lázaro. "México es más que empujones de legisladores", soltó la locutora de radio desde el estrado. Abajo, en la zona VIP, seguían el mensaje renombrados empresarios como Manuel Arango, quien desde un principio apostó por el michoacano, Carlos Slim que estaba acompañado de sus dos hijos, Lorenzo Servitje y Maria Asunción Aramburuzavala. Con ellos también estaban Diego Hildebrando Zavala, "el cuñado incómodo" quien se unió al coro del "Sí se pudo, sí se pudo" con el puño en alto; su hermano Juan Ignacio Zavala, Antonio Navalón, representante en México del Grupo Prisa; el juez español Baltasar Garzón, el controvertido Carlos Rojas Magnon y el intelectual Enrique Krauze, quien negó ser derecha y más se ubicó como un "liberal demócrata". n poco alejados del escenario también estaban la actriz Laura Zapata, recuperada de sus enfermedades, el torero Jorge de Jesús "El Gleason", Erika Buenfil, que logró plantarle un beso al presidente frente a las cámaras, el luchador La Parkita. La pasarela del gabinete
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