La violencia.
Jesús González Schmal .
22 de julio de 2006.
La injusticia es la peor de las violencias. Sin duda, afirma Hélder Cámara, "la injusticia es una violencia primaria, madre de toda violencia". Si comprendiéramos cabalmente esta verdad, nos ahorraríamos inmediatamente toda violencia de respuesta al eliminar la causa y origen de todo efecto que altere la normalidad por el uso de la fuerza abierta o velada. Nadie puede desconocer que en este momento de México, lo que nos desconcierta y aflige es un sentimiento de irritación colectiva por haber sido víctimas de una injusticia electoral.
Nadie puede afirmar que ese sentimiento es gratuito e infundado. Los antecedentes de una campaña electoral inequitativa, precedida de la intención frustrada de desafuero del principal aspirante de entonces, Andrés Manuel López Obrador, dejó de suyo la huella de una afrenta al pueblo cometida desde la Presidencia de la República.
La designación facciosa (por el PRI y el PAN) de los vocales del Instituto Federal Electoral (IFE) y el ocultamiento premeditado de 10 mil casillas sin descontarlas del porcentaje total del PREP, el mismo día 2 de julio, son algunos de los hechos que, evidentemente, influyen el ánimo de decenas de millones de mexicanos.
En las encuestas anteriores, inmediatas al día de la elección, el candidato de la coalición Por el Bien de Todos registraba (en la gran mayoría de éstas) un promedio del 3% arriba de Felipe Calderón. El día de la elección el PREP hablaba del 1.5% del segundo por encima de Andrés Manuel (lo que equivale a un 4.5% contra las encuestas que dicen tener margen por error, de más menos uno).
Tres días después, en el cómputo distrital, la ventaja se reduce seis décimas que, de cualquier forma, es el 3.6% contra las encuestas. Nadie se tragó este resultado no sólo por su desapego a las encuestas, sino porque la sensibilidad popular advirtió la manipulación de las cifras del IFE y el prontismo de Calderón para proclamarse triunfador.
La sospecha de la alteración de resultados se agrava cuando se marca el color de los estados y se recuerda la campaña negra del PAN contra el candidato de la coalición, y la intervención de Hildebrando en el manejo de la información del registro de electores a través de las empresas con contratos para utilizarlos y que fueron adquiridas al efecto.
Todo ello, naturalmente, configura ya el cuerpo, la materia de lo que no puede interpretarse sino como un acto de flagrante injusticia que se va haciendo irrefutable cuando se avanza con el tiempo y se encuentran infinidad de irregularidades de todo tipo, en innumerables secciones electorales.
Frente a estos hechos, el candidato de la coalición no puede sino reclamar la veracidad de los resultados electorales o la reposición de todo el acto electoral cuando los vicios de su celebración afectan la validez del proceso mismo.
Ello se ha atacado por los autores de la maniobra electoral y muy específicamente por Felipe Calderón, calificándolas como acciones violentas cuyos actos más claros ,añade; son las injurias de las que fue objeto el pasado lunes frente al Club de Periodistas, en un acto montado con seudolíderes de trabajadores, que le manifestaron su felicitación anticipada.
Por ningún motivo deben justificarse esas muestras hostiles de repulsa e inconformidad por la burla que significa que, mientras el pueblo espera la revisión de los resultados electorales, maniobras publicitarias quieran darlo por concluido simulando el apoyo de una representación espuria de trabajadores. Pero también aquí habrá que reconocer que se trata de un conato de violencia ciudadana de respuesta, frente a la agresión de una injusticia cometida por el aparato de poder del Estado contra una ciudadanía que espera la certeza electoral.
En este marco, es encomiable que Andrés Manuel haya recurrido a la convocatoria de la resistencia civil pacífica que tiene antecedentes remotos pero que nos llega, cabalmente lograda, por la aportación del gran Mahatma Gandhi, que enfrentó la violencia de la injusticia de la opresión colonial en la India. Esta resistencia civil pacífica conducirá el agravio inferido al pueblo mexicano, en vez de a una violenta explosión de respuesta a la injusticia, a una demostración civilizada de exigencia para el restablecimiento del orden jurídico roto por la violencia de una manipulación electoral que debe rectificarse.
/tr> |
sábado, julio 22, 2006
LA INJUSTICIA ES LA PEOR DE LAS VIOLENCIAS.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 5:34 p.m.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario