Desde el plantón
El complot de los manitas
Edgar González Ruiz
Al campamento de la delegación Benito Juárez, que se extiende por la avenida Reforma desde Bucareli en dirección a Insurgentes, llegan amas de casa, jubilados, estudiantes, profesionistas, gente que trabaja por su cuenta, taxistas que sacrifican horas de labor para apoyar el movimiento por la democracia.
Incluso algunos oficinistas pasan aunque sea unos minutos para expresar su solidaridad con la exigencia del recuento minucioso de los votos. En sus dependencias hay mucha gente que está con nosotros, dice uno de ellos, pero no lo pueden expesar por temor a las represalias de sus jefes.
En contraste con lo ocurrido ayer, son menos frecuentes las reacciones de los automovilistas que tocan las conocidas cinco notas que son una de las ofensas más usuales en nuestro país y se siguen escuchando también los claxonazos de apoyo. Unas adolescentes que estudian y están de vacaciones colocaron en la esquina de Reforma y Bucareli una pancarta donde hacen notar que las "mentadas" famosas suenan igual que la consigna "voto por voto".
Hasta las tiendas de campaña han llegado también el día de hoy dos o tres personas que se oponen al plantón, como una señora furiosa, fuera de sí, que a gritos nos exige retirar el campamento porque está enferma y con nuestra protesta le "faltamos al respeto y la hacemos enojar".
"La ciudad no es de ustedes", grita ella, mientras que algunos panistas sin causa, que defienden los intereses de los favorecidos por el régimen sin estar ellos en ese grupo; nos dicen "indios" y nos exigen "ponernos a trabajar".
Un par de jóvenes con facha de juniors se presentan en una de las avanzadas del campamento simplemente para preguntar si estamos organizados en guardias, y se retiran para continuar su recorrido de inciertas finalidades.
Llega también un personaje de aspecto más extraño y desvalido pero de ideas muy radicales y clasistas.
Vestido con un uniforme azul muy gastado y unos zapatos casi deshechos un hombre de unos cincuenta años, muy moreno, está comiendo un plato de arroz y frijoles en una de las carpas. Con timidez, como quien espera que lo agredan, me pregunta de improviso: ¿usted sabe por qué están en guerra Israel y Líbano?. Sin esperar la respuesta me expone su versión: el conflicto se debe a la intervención de los "manitas", que son mexicanos descendientes de "indios", dice él, que tienen alguna tara, sea una deformidad física, una enfermedad congénita o un mal venéreo.
Los "manitas", prosigue, recorren el mundo para envenenar a las razas blancas y para cometer delitos; son ellos los que llevan al mundo a la violencia, como en el caso de los judíos, porque estos al ser blancos son de "otra raza", no tienen malos instintos.
Luego de ser interrumpido por un claxonazo de "mentada" prosigue: "los mexicanos somos delincuentes, porque aquí hay mucha mezcla de razas, de indios con negros, árabes, españoles, y eso no pasa en ningún otro lugar del mundo".
De los "manitas", afirma, descienden los Huitzilopochtlis, que son "esos indios panzones, de nariz gruesa y bigotito", y que, según él, mataron a toda su familia, por el rumbo de Contreras, así como los "vampiros", que parecen de raza banca pero no lo son, y entre ellos cuenta a Marcelo Ebrard. "Si yo pudiera, le hubiera dicho a su esposa, con la que se acaba de casar que no contaminara su sangre con una raza inferior". "Si tuviera mucho dinero, yo pondría aquí una manta grande donde dijera que los indios no deben tener más de un hijo porque no lo pueden mantener y por eso las calles están llenas de delincuentes, que vienen de los indios"
El nazista del lumpenproletariado, refugiado del hambre en el campamento de la democracia, coincide en mucho con la ideología que pregona Calderón, con su visión clasista de la delincuencia a la que presenta como el problema prioritario de la sociedad, resultado de tendencias perversas y no de condiciones sociales.
Amplía:"se necesita un gobierno de mano firme, que combata a los delincuentes, como hacía Hitler. Por lo poco que he oído de él sé que quería defender a su gente contra los delincuentes y para que no se mezclaran las razas"
Luego de otro claxonazo, esta vez de apoyo a Obrador, mi interlocutor, quien dice haber aprendido todos esos datos trabajando como mecánico ambulante en México y en Estados Unidos, a donde viajó como "mojado", me interroga: "¿Usted es el PRD? ¿Por qué viene aqui? Ya ganó Calderón, pero si quedara Obrador, nada más iba a poner a su gente y a correr a los que ya estaban. Todos son iguales, por eso estamos como estamos", se queja, mostrándome el costado de su traje ya convertido en hilachos. Paradójicamente, ideas muy similares a las que él sostiene, de carácter racista, las pregonan millonarios panistas y estudiantes de algunos círculos de exclusivas escuelas privadas.
Le respondo que no soy del PRD, pero que estoy apoyando el movimiento, que Calderón no ganó las elecciones y que AMLO tiene buenos proyectos para la gente, sobre todo para los que menos tienen, y para defender a México conservando nuestros recursos como el petróleo.
El vuelve a iniciar pacientemente su explicación de los problemas de México, lo escucho unos minutos más y me despido con una indefinible sensación de malestar.
Afuera de la carpa unos niños desfilan incansables por la avenida Reforma, gritando consignas a favor del recuento y de AMLO.
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martes, agosto 01, 2006
Desde el plantón
Publicadas por Edgar González Ruiz a la/s 7:50 p.m.
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