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viernes, octubre 06, 2006

EN OAXACA, MÉXICO SE JUEGA SU DESTINO.

ASIMETRÍAS.
Fausto Fernández Ponte.

Contrato Social

I
La insurgencia popular en Oaxaca es, en muchos sentidos filosóficos, ideológicos, políticos e incluso prácticos, un laboratorio a escala. En Oaxaca, México se juega su destino.
¿Por qué? Porque las soluciones que se diseñen y se apliquen en Oaxaca para salirle al paso a la insurrección del pueblo determinarán nuestro futuro inmediato y mediato.
Si las soluciones son diseñadas y aplicadas con arreglo a las premisas que la crisis corriente del poder --del Estado-- y de la sociedad, nuestro destino anticípase oscuro.
O, si por lo contrario, las soluciones se diseñan y aplican bajo imperativos imposponibles de un verdadero contrato social, nuestro futuro será luminoso.
Estamos, pues, en un cruce de caminos. Un camino nos conduciría a un destino deprimente: otro, a uno de grandeza. La grandeza de México pasa, pues, por Oaxaca.
Ese camino a la grandeza pasó, en 1994, por Chiapas, pero allí se diluyó, trocándose en un destino --nuestro presente-- de mayor desigualdad, desesperanza, injusticia e iniquidad.
Y es que en Chiapas, el poder --el Estado--, en crisis desde entonces y mucho antes, diseñó y aplicó soluciones que incidieron negativamente en nuestro anhelo de grandeza.
Empero, en Chiapas no todo se perdió en ese diseño avieso --tramposo-- de soluciones amañadas y, ergo, falaces. Se despertó una gran parte de nuestra conciencia nacional.


II
Allí empezó, diríase sin incurrir en hipérbole, la revolución de la conciencia que se ha traducido hoy en una movilización social de resistencia civil sin precedentes.
Esa resistencia civil es activa, habiendo emergido de su capullo de pasividad de otrora para defenderse, con la ley en la mano, de los zarpazos alevosos de la élite del poder.
Esto nos lleva a las causas objetivamente discernidas de la crisis que estruja brutalmente a México y a los mexicanos, con saldos trágicos desde la perspectiva de la historia.
Y una de las causas es la ausencia de un contrato social y la inexistencia secuencial de una cultura correspondiente, lo cual es evidentísimo en Chiapas y, por hoy, en Oaxaca.
Señálese que tampoco existe un contrato social en las entidades políticas adheridas al mal llamado Pacto Federal, el cual no es, en rigor político, un contrato social. No.
Y no, definitivamente. Un contrato social no es, adviértase, un documento al estilo que usan los juristas. Tampoco es un pacto ni un acuerdo ni concordato ni protocolo.
Un contrato social es un concepto que se remonta a Tomás Hobbes (1588-1679), John Locke (1632-1704) y, sobre todo, Juan Jacobo Rousseau (1712-1778).
En el pensamiento de Locke la tesis del contrato social asumió carácter de norma ideal y el Estado no fue mera expresión de poder, sino instrumento garante de derechos.

III
Pero fue Rousseau el más brillante de los contractualistas. Su obra cumbre fue El Contrato Social, publicada en 1762 y leída por Hidalgo medio siglo después.
En esa obra, Rousseau le da al contrato social la cualidad de postulado de la razón, sin ningún precedente histórico, al menos en Occidente. Su sentido es puramente deontológico.
Por ello, un contrato social acentúa la necesidad racional de concebir al Estado como convergencia de voluntades individuales y sociales y lograr la vigencia de derechos.
En México, el Estado no es fruto de esa convergencia de voluntades individuales y sociales, sino la de una élite que simula el respeto a los derechos para así saquear al país.
Pudiérese decir que los intentos de lograr un contrato social en México se remontan a la guerra de Independencia En el pensamiento de Morelos obsérvase influencia roussoniana.
Esos intentos han sido malogrados, no obstante que algunos de nuestros prohombres históricos concitaban consenso amplio, recogido en las constituciones de 1824, 1857 y 1917.
Si el poder --carcomido por su crisis-- y la sociedad misma no resuelven el conflicto en Oaxaca mediante un contrato social, México continuará en la vorágine.
Y esa vorágine --caída libre al abismo de la ingobernabilidad-- será cada vez mayor, como obsérvase fedatariamente día a día en Oaxaca y en México.
ffeernandezp@diariolibertad.org.mx

Glosario
Deontológico: De deontología. Ciencia y tratado de los deberes.
Vorágine: remolino impetuoso en mares, ríos y lagunas, Pasión desenfrenada o mezcla de sentimientos muy intensos. Aglomeración confusa de sucesos de gentes o de cosas en movimiento.

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