Protectores de pederastas
Escrito por Eduardo Ibarra Aguirre
22-09-2006
Utopía
Si prominentes hombres y mujeres del poder político no actuaran como discretos pero eficientes protectores de pederastas, aunque últimamente gracias al ilegal y criticado espionaje telefónico los identificamos mejor, difícilmente sería explicable tanta impunidad en esta execrable práctica.
Naturalmente que el problema no es nuevo. La novedad es que el ajuste de cuentas políticas y financieras ha permitido exhibir a políticos de primera línea relacionados con pederastas o de plano como protectores de éstos. Valga mencionar sólo los casos más sonados:
Marcial Maciel Degollado, tío en segundo grado de Martha María Sahagún Jiménez, protegido de la autodenominada pareja presidencial y quien tras abusar sexualmente de cientos de niños durante cinco décadas, fue castigado con rezar mil padres nuestros por Joseph Ratzinger.
El pedófilo convicto y confeso Jean Succar Kuri, vinculado --de acuerdo a declaración ministerial-- a Miguel Ángel Yunes Linares y Emilio Gamboa Patrón. La Procuraduría General de la República investiga al prisionero de Cancún por encabezar una red internacional de pornografía infantil y lavado de dinero.
Kamel Nacif Borge, pedófilo exhibido en una ilícita pero reveladora grabación en la que Succar Kuri le ofrece niñas salvadoreñas y estadunidenses, y el entonces senador Gamboa Patrón legislaba bajo la instrucción “¡Dale pa’trás papá!” Como se recordará, el primero regalaba “botellas preciosas” a Mario Marín Torres y ambos se concertaron para secuestrar, detener y vejar a Lydia Cacho Ribeiro por exhibir periodísticamente esta colusión de pederastas y políticos.
Hasta Irma Benavides Montes de Oca, esposa de Nacif Borge, le dice: “Son tus actos y no tus palabras los que son imperdonables y los que ahora avergüenzan y que repudiamos”.
Y el caso más reciente, pero desgraciadamente no el último. Norberto Rivera Carrera quien convencionalmente no es un político pero actúa diariamente como si lo fuera, denunciado ante la Corte Superior de California por ocho delitos de “protección a la pederastia” cometidos por el sacerdote Carlos Aguilar Rivera, acusado de violar a 90 menores.
José María Abascal Carranza y sus buenos pero fallidos oficios represivos con agentes del Instituto Nacional de Migración para intimidar a los abogados y dirigentes de la Red de Sobrevivientes de Víctimas de Abuso Sexual de Sacerdotes. El cardenal y el secretario de Gobernación que se apersonó ante Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa para solicitarle repetir en el cargo, no entienden aún que “No es lo mismo Puebla de los Ángeles que Los Ángeles, California”, como bien dice Marín Torres a Rivera Carrera, en el cartón de Rocha (La Jornada, 21-IX-06, p. 8).
Más lo que se acumule en una tan antigua como aberrante práctica que destruye el presente y el futuro de 20 mil niños y niñas mexicanos que viven de la prostitución.
Aparte están los menores abusados sexualmente en el entorno escolar, familiar y religioso. El primer testimonio del que dispongo data de 1955, cuando Alfonso Ornelas oficiaba como párroco de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, frente a la plaza Allende de la fronteriza y tamaulipeca Matamoros.
Un día llegó al confesionario una niña bajita, güerita y regordeta, con sus primeros ocho años de edad. Miana le dicen sus familiares.
Abusada sexualmente de manera reiterada por Roberto Cisneros Gutiérrez, en presencia de Guadalupe Ledesma, la niña se quejó ante María de Jesús Gutiérrez sobre lo que le hacía su hijo. Ésta reaccionó con amenazas homicidas.
Pasaron las semanas y los meses. Finalmente, tras mucho pensarlo, se decidió a acudir con el padre Ornelas, como le decía medio Matamoros.
Hincada frente al sacerdote sentado y con los 10 dedos de las manos unidos, de los que sobresalía una aguamarina, la niña empezó a platicarle en voz baja todo lo que recordaba le había hecho el primo hermano político con la anuencia de la esposa, ambos mayores de edad.
Unos cuantos minutos duró el rencuentro de la niña consigo misma.
Un extraño, creciente aunque reprimido jadeo llamó su atención.
Levantó la vista.
Ornelas, el sacerdote de los lujosos anillos que sólo le podían besar las mujeres, sostenía en una mano algo parecido a lo que a ella obligaron a llevarse a la boca porque “es como una paleta”.
Con la otra mano Ornelas acariciaba suavemente los minúsculos botones que empezaban a brotarle a la niña a la altura del pecho.
Eran años en que el fundador y líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, predicaba ilimitadamente con el ejemplo que trascendía a muchos puntos de la geografía nacional.
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viernes, septiembre 22, 2006
¿HASTA CUANDO SE HARÁ JUSTICIA?
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 5:01 p.m.
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