LOS JÓVENES.

Nuestro tiempo

martes, 20 de marzo de 2007

Por Juan R. Menéndez Rodríguez La estafeta de hoy Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino.- Charles Reade El calentamiento global, amable y estimado lector, no es el único de los problemas que amenazan la vida de los hombres, sino que están a la vista la guerra entre naciones, las desigualdades sociales ante la riqueza de unos cuantos, las víctimas de la violencia, la inseguridad vinculada al crimen organizado, los desastres causados por el descuido del medio ambiente, los daños irreversibles a la naturaleza, las redes de pornografía infantil y los pederastas lastimando niños, todos ellos ejemplos de un sistema social decadente y de una nula preocupación por las miserias de nuestro planeta. El mundo ha cambiado tanto y de manera tan veloz, que hemos sufrido una pérdida de la esperanza y confirmamos nuestra capacidad sin límites de hacer daño. Anteriormente se pensaba que los jóvenes eran la conciencia crítica de la sociedad, hoy se han vuelto rebeldes no de la conciencia, sino de las formas institucionales. Tenemos las revueltas juveniles en París, donde un grupo de jóvenes incendió autobuses, comercios y viviendas, luchó contra las fuerzas de seguridad en un intento por manifestar su descontento y su exclusión de los beneficios sociales y el empleo. Los jóvenes de Santiago de Chile, quienes se lanzaron en un paro con el fin de mejorar las oportunidades escolares, lucharon por un apoyo para el transporte, becas universitarias, destituyendo al Ministro del Interior y al de Educación. Tenemos movimientos juveniles en materia ecológica, de globalización y pacifistas, quienes se han manifestado en muchas ocasiones de manera violenta. Nos enfrentamos a un descontento respecto a un mundo menos verdadero y más brutal: armas químicas, bombas atómicas, drogas, intereses multinacionales desmedidos... Y, a pesar de estas condiciones sociales, queremos que la realidad permanezca sin impactar en la formación de los jóvenes y los niños. A la luz de estas consideraciones mundiales aparecen actos vandálicos propiciados por un grupo de jóvenes (13 y 14 años) del Colegio Americano de Monterrey, cuyas acciones han provocado una serie de análisis y reacciones, algunas justificadas, otras encubiertas de hipocresía, donde las voces de los grupos más conservadores han aprovechado la oportunidad para reforzar sus ideologías y rasgarse las vestiduras. En un afán por explicarlo todo, se dijo que los adolescentes insumisos surgen de los hogares donde padre y madre trabajan y son atendidos por la servidumbre, lo cual es totalmente falso. El hecho de que ambos progenitores trabajen no es una condición necesaria para que no se responsabilicen de la educación de los hijos y, además, no todos cuentan con servidumbre. La mayoría de las mujeres tiene un empleo con el fin de mejorar las condiciones de vida de sus hogares. Qué, ¿ésta no es la situación de los jóvenes sampetrinos? Es muy probable, pero entonces por qué decir que se debe a que ambos progenitores trabajan. ¿Por qué no hablar de una sociedad que estimula con su comportamiento las acciones de los adolescentes? Se dijo que los adolescentes son educados por la televisión, la internet, la música, sí, pero también por las conductas de los adultos, de todo un sistema marcado por las injusticias, inequidades, falsedades y violaciones constantes que se reflejan en todas las instituciones, hasta en las religiosas que en un tiempo fueron consideradas espacios seguros. Algunos educadores siguen pensando que el tiempo y la historia pueden detenerse pero hablamos de la lógica del sistema, de un sistema globalizado que va de prisa y avanza sin saber el rumbo. Lo aceptemos o no, el universo de la música y los mensajes vía pantalla electrónica (dos componentes indispensables de identidad para los jóvenes) hacen de la internet una comunidad abierta a sus intereses, pues buscan en ella lo que no tienen o aprenden en la casa o las aulas: empatía emocional, nuevos códigos de comunicación, intercambios de ideas y creaciones. Los padres pueden quejarse de la falta de control de esta herramienta, pero es necesario entender su potencial educativo, publicitario y de interrelación entre ellos. Las acciones de los jóvenes tienen un poder social, implican la coincidencia de deseos y formas de ser de las nuevas generaciones y muestran la problemática de los tiempos. Decía el tremendo filósofo español José Ortega y Gasset en su magistral obra La Rebelión de las Masas: "Quien no haya sentido en la mano palpitar el peligro del tiempo, no ha llegado a la entraña del destino (...) el ingrediente terrible lo pone la arrolladora y violenta sublevación moral de las masas, imponente, indominable y equívoca como todo destino. ¿A dónde nos lleva? ¿Es un mal absoluto, o un bien posible?". La oportunidad reside en una nueva lógica de cambio que ubique a la humanidad como objetivo del progreso, de un progreso cuyos principios no permitan el sacrificio de vidas humanas, la proliferación del consumo y en el que la economía sea un medio y no un fin, evitando la destrucción del planeta y la carrera desbocada que llevamos. Entonces, y sólo entonces, podremos iniciar la conversación con jóvenes inconformes y anárquicos, llamarlos a cuentas, lo contrario responde a estremecimientos falsos porque los adultos perdimos la autoridad moral frente al universo heredado. Así que, amable y estimado lector, es hora de poner en marcha los pies y de hacer camino con la buena gramática, esa que se escribe despacito y con buena letra, con todos los puntos sobre las íes y sus acentos; es hora de andar el camino de los saberes y deberes que reclama nuestra amada Patria, basamento generoso y macizo que nos brinda la oportunidad de vivir dignamente un saludable Clima y Ambiente como aquel que, con verdadera pasión, supo conjugar, en todas sus formas y tiempos, el genial y eterno Caballero de punta en blanco... Periodista y caminante, son tus huellas el camino de la Verdad.