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lunes, noviembre 27, 2006

LA HISTORIA DETRAS DEL BORRACHITO EXPLOSIVO FECALIN

Nota Original: El Universal

Los Calderón Hinojosa, en campaña eterna
Alejandro Suverza / Enviado El Universal Morelia, Michoacán Lunes 27 de noviembre de 2006
Los cinco hijos fueron instruidos acerca de los ideales del PAN. A los 13 años Felipe de Jesús daba pláticas sobre el partido. En Morelia recuerdan al próximo presidente con su cubeta de agua con cal para pintar las paredes donde iría el logotipo de Acción Nacional
La habitación la compartió con su hermano Juan Luis. Ambos durmieron durante varios años en literas. En el cuarto había un enorme cajón al que relacionaban con el ataúd de un muerto y era donde guardaban los juguetes de la infancia. En el clóset estaba el "turista", un dominó y librillos con cuentos de piratas que les había regalado su padre. Sobre la pared colgaban los cuadros que presumían sus logros escolares y también un crucifijo como prueba de su alianza eterna con la Iglesia católica.
Eran los años 70 en la ciudad de Morelia. Días en los que por convicción devota, los Calderón asistían cada domingo por la mañana a misa de nueve. Una familia que para muchos resultaba un poco rara. Los antecedentes de la fundación y la incorporación de cada uno de ellos a un partido político, el de la Acción Nacional, los marcaba socialmente.
Años antes, la familia que encabezaba don Luis Calderón Vega, había sido estigmatizada. Algunos los tachaban de antirrevolucionarios, de mojigatos, de conservadores en extremo. Después de 1940, cuando el patriarca de los Calderón se unió al recién fundado Pardito Acción Nacional con el ideal de generar un cambio, cualquier intento de organización que no fuera dentro de las filas del Partido Revolucionario Institucional era visto como un enemigo del sistema.
"Se les consideraba como seculares, mojigatos, retardatarios del progreso", cuenta el ingeniero Jorge Eugenio Bucio, un amigo de la familia. Había gente que le huía a sentarse en una mesa pública con don Luis. Hacían burla de sus intenciones políticas. "Se les veía como soñadores", dice César Nava, presidente de la junta de gobierno de la Universidad Vasco de Quiroga.
Tradiciones
Ahí estaban los Calderón, los domingos de iglesia, con su mejor pantalón, con su mejor camisa o blusa, como se acostumbraba entonces. Los siete,don Luis, doña Carmelita, Luis Gabriel, Maricarmen, Luisa María, Juan Luis y Felipe de Jesús, el niño al que le fue puesto ese nombre para honrar a un santo mexicano.
Era precisamente aquel niño, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, el que compartía entonces la habitación con su hermano mayor. Varios lo recuerdan, regordete y con el pelo chino, caminando por la calle con una cubeta y brocha para encalar las paredes donde después llegaría un rotulador a poner el emblema del PAN.
La casa aquella -sin lujos y sobria, dice Bucio- de color rojo óxido en la calle de Magallanes, erala del niño Felipe de Jesús, hoy presidente electo que gobernará al país en los próximos seis años. Una morada que además de ser de tradiciones y buenas costumbres, sentarse a comer todos juntos en la mesa y de festejar los cumpleaños con atole, tamales, pastel y gelatina, era algo así como una casa de campaña eterna.
Los cinco hijos habían sido instruidos por su padre para dejarles en claro los ideales de PAN. Cuenta Luisa María Calderón que todos iban a los pueblos michoacanos a tocar de puerta en puerta para invitar a los habitantes a una charla sobre los principios del PAN. "A veces llegaban dos personas, otras ninguna".
El presidente municipal, Salvador López Orduña, dice que don Luis (quien murió en 1989, después de soportar un derrame cerebral) era un hombre al que se le consideraba intelectual. Recuerda la casa de los Calderón con retratos familiares y libros regados por todas partes. El patriarca Calderón, que se casó a los 42 años, era un maestro, un fumador. Un hombre que muchas de las veces vestía de traje y sombrero. Que usaba anteojos de pasta gruesa. Un hombre moreliano que ante cualquier duda de sus hijos, les recomendaba leer libros para entender mejor el contexto, dice Luisa María. Un personaje despreocupado en los "centavos" que en sus años panistas vivía al día y pasaba cinco días en la ciudad de México y regresaba a la casa de Morelia los fines de semana, dicen panistas de Morelia.
Doña Carmen, una mujer nacida en Puruándiro, dedicada al hogar y a sus hijos. Una mujer que ocupaba su tiempo para enseñar a las mujeres a emitir su voto. De excelente sentido del humor, pero con carácter firme. "Enérgica, firme, discreta y alegre". La única de su familia que estudió.
Los niños
Los niños Calderón de aquellos años y los adultos de hoy. Luis Gabriel, ayer un niño muy aplicado que ganaba concursos de lectura, que lo mismo hacía los mandados en bicicleta. Scout, amante del campismo. Hoy un médico ginecólogo, un hombre que utilizó mucho la palabra "hijín" y se le quedó el apodo. Le gusta la música, los autos de carreras. Alguien que camina por la calle con gafas oscuras y playeras de La Bruja Cósmica Janis Joplin, de los Beatles o Iron Maiden. "El más inteligente de mi casa", dice su hermana.
Maricarmen, la segunda de los hijos. La protectora, la que se encargaba de que todo estuviera en orden, de que los más pequeños no dieran lata. La que organizaba los cumpleaños. La que estudió comercio y trabajo en Nacional Financiera desde los 17 años para ayudar a mantener a la familia. Le sigue Luisa María, la que fue la más pequeña durante cinco años antes de que llegaran Juan Luis y Felipe de Jesús. Era la que jugaba a la lucha libre con sus hermanos, a cantar en las Noche Tapatías, al bote pateado, la que le hacía fiesta de cumpleaños a los muñecos. Ha sido dos veces diputada federal.
Juan, dice su hermana, el más práctico, el que hacía barcos de papel y los ponía a navegar en las piletas del parque Cuauhtémoc. Era quien arreglaba todo lo que se descomponía en la casa. "Dicharachero, desmadroso, pues", dice otro panista. Luego el más chico de los cinco, Felipe de Jesús, al que su madre llamaba Felipón, un niño cuidadoso de la madre, admirador del padre, observador. Un integrante del grupo pastoral Promoción Humana Integral.
Niños, luego jóvenes, que permanecieron en campaña para acercar el PAN a Michoacán. También jóvenes que en los tiempos de eleccionessabían que sus padres llegarían tarde, además de tristes y de saberse derrotados otra vez por el PRI. Luego para apoyar a sus padres volvía a las calles y pueblos a seguir adoctrinando. A los 13 años Felipe Calderón daba pláticas sobre lo que era el PAN y el porqué había sido fundado. "Era como una fiesta, era el eje fundamental de nuestras vidas".
"Una familia unida, con mucho carácter", afirma el presidente municipal. "Una familia cristiana, respetuosa, sencilla, no adinerada que con mucho esfuerzo mantuvo a sus hijos en colegios privados", señala César Nava.
"Una familia de aguerridos, vivían al día y el padre se preocupaba más por el porvenir social que por el familiar. Una familia conservadora definitivamente", dice el edil de Morelia. Pero también un grupo de militantes que siempre se aferró a derrotar al PRI en el poder. "Éramos una familia que buscaba la libertad", dice Luisa María.
Al niño Felipe se le miraba preocupado años antes, cuando su padre ingresó al partido. Dice Jorge Eugenio Bucio, el secretario del Consejo Coordinador Empresarial, que siempre se le vio preocupado porque no entendía los desaires que algunas personas hacían a su padre por integrarse a un partido que nada tenía que ver con el surgido de la Revolución.
Un PAN recién fundado y que algunos de sus integrantes llamaban ideologías exóticas al comunismo. "Y recuerdo haber visto caminar a Felipe muy pensativo por las calles de Morelia". Cuando tenía siete años, lo describe como un niño serio, no travieso, no deportista, "formalón a pesar de su edad; era lo que ahora se conoce como un nerd que vestía de camisa blanca, pantalón negro y suéter rojo para asistir al colegio de monjas Motolinía. Después el Instituto Valladolid fue el que le impartió parte de la primaria, la secundaria y la prepa hasta salirse de la historia michoacana por completo.
Hoy, dice un panista de Morelia, hemos visto al Felipe de carácter explosivo, el que muchas veces explotaba cuando las cosas no salían como él quería, el que muchas veces su gente más cercana no se atreve a contrastarlo porque temen a sus respuestas francas. De aquel niño regordete y con anteojos de pasta dura, queda el recuerdo en Morelia de haberlo vista caminar con la cubeta de agua con cal para pintar las paredes donde se pondría el logotipo del PAN.

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