Astillero
Nerón de dos cabezas
Arrastrar a la APPO
Noche oaxaqueña
La paz según Ulises
El eje aliado Nerón Ortiz-Vicente Calderón (o Felipe Fox, según
se prefiera: el orden de los actores no altera el ducto) pretende
arrastrar a la APPO en la inevitable caída del fugitivo gobernador
formal de Oaxaca. La peligrosa última semana de vacío de poder
(en el periodo embotado) pretende ser convertida, por ello, en la
máxima provocación al movimiento social oaxaqueño, de tal manera
que la dirección de la asamblea popular sea encarcelada o mantenida
bajo la amenaza de aprehensiones en caliente y la masa social
opositora al ulisismo sea disminuida o paralizada por miedo o confusión.
Si la dupla electoral PRI-PAN logra desmoralizar o desmovilizar a la
APPO, entonces el pastel electoral y político posterior al 1º de diciembre
será para esas fuerzas coaligadas: el PRI se quedaría con el gobernador
sustituto (posiblemente el senador priísta Adolfo Toledo) y el
calderonismo dañaría un proyecto de izquierda que ha dado
"mal ejemplo" de ingobernabilidad al resto de un país que va en
ruta de descontroles políticos felipenses similares.
Lo que se busca es demostrar que el desbordamiento social es
malo (un peligro para México) y que es necesaria la mano dura
Chapelén. De hecho, a partir de Oaxaca se ha iniciado una vuelta
a las etapas más oscuras de la guerra institucional del Estado
contra grupos opositores al poder. La noche del sábado hubo
detenciones, golpizas y desapariciones ejecutadas desde el denso
imperio de la ley del cuartel. Grupos parapoliciacos o paramilitares
actuaron con sentido "justiciero" disparando armas de fuego contra
manifestantes que huían de los gases lacrimógenos. Caravanas de
vehículos con policías patrullaban las calles ayer en el montaje de un
día de presunta tranquilidad en el que Ulises Ruiz estaría recorriendo
durante contados minutos las glorias de su demencial aferramiento
al poder. Helicópteros, patrullas, policías y militares de civil, trabajadores
de limpieza y funcionarios públicos prepararon el escenario para que el
mandatario dijera que en Oaxaca todo está en calma. Anoche, personas
desconocidas dispararon contra el templo católico de los Siete Príncipes,
adonde usualmente son llevados los heridos de cualquier signo político o
social que cayeran en el presente conflicto.
Cálculos centralistas y unilaterales del prianismo, mientras la noche del
sábado estallaba la violencia social sin control en algunas partes de la
ciudad de Oaxaca. Por provocaciones (que algunos dirigentes de la APPO
creen encontrar en activistas presuntamente solidarios que tienen
antecedentes de agresividad sospechosa en otras ciudades y en otros
movimientos) o por genuino enojo frente a las agresiones y excesos de
la policía federal militarizada, pero lo cierto es que en el parque de El Llano,
una hora después de la última arremetida de la PFP, las escenas parecían
tomadas de cualquier libro de historias prerrevolucionarias. La ira
(legítima o inducida) se enderezó contra símbolos claros del poder:
los juzgados federales y los autos de su estacionamiento; el teatro
Juárez, que antes fue sede del Poder Legislativo, y la secretaría
estatal de Turismo, cuya titular tiene significado especial para el
gobernante excesivamente malquerido (en otras calles, el ataque
fue contra el Poder Judicial estatal).
Farsa institucional en el mundo de la paz según Ulises, en una
Oaxaca donde el presente tecleador no pudo realizar su charla
poliédrica en el simbólico crucero de Cinco Señores (donde está
la barricada que hasta anoche no habían podido desactivar ni policías
ni militares) por temor a que una anunciada acometida pusiese en
peligro a familias y niños que habían llegado a ese sitio rebelde.
Por decisión de los reunidos se trasladó la plática al interior de la
Ciudad Universitaria, en un jardín enfrente de las instalaciones de
Radio Universidad, donde súbitos informes del arribo de fuerzas
federales y estatales a los alrededores de Cinco Señores y de la
UABJO hicieron que la mencionada reunión terminara luego de
casi dos horas de iniciada.
Fox realiza un ensayo preventivo de desmayo que eventualmente
podría ayudarle a justificar su inasistencia el 1º de diciembre a San
Lázaro (para no votar en favor de la guerra en Irak, a lo que le
presionaba su entonces amigo George, Vicente aprovechó la
necesidad de una operación de espalda para practicársela cuando
políticamente más conveniente le era). Y el presidente en ciernes
(aunque en Oaxaca lo quiso ser el sábado) mete reversa a la tesis
zedillista de la sana distancia (con la que el nada priísta Ernesto
pretendía alejarse de las prácticas cotidianas del partido al que
nada debía) y le pide al espinoso líder Manuel que haya sana
cercanía, aunque dé motivo para habladurías políticas.
Pero, como diría el animador secreto del espectáculo político
en curso: Aún hay más. Monseñor Abascal se escandaliza ahora
de la barbarie política que permitió durante meses y anuncia
energías nunca antes esbozadas ni siquiera en el nombre de Dios.
Y el honorabilísimo defensor de las leyes y las instituciones,
URO, baraja posibilidades jurídicas en busca de meter opositores
a la cárcel y castigar a la parte mayoritaria de un pueblo que
apasionadamente le rechaza.
Astillas:
La Otratele estuvo presente en la batalla del centro histórico
oaxaqueño y produjo un material disponible en cuatro partes.
En esa misma televisión jornalera por Internet hay entrevistas
dominicales con Zenén Bravo, Flavio Sosa, Ulises Reynosa y David
Venegas, consejeros de la APPO. Hoy la Otratele informará del
restablecimiento del campamento de los miembros de la asamblea
oaxaqueña en la explanada del templo de Santo Domingo... Y,
mientras Sari Bermúdez ha recibido en Guadalajara, en la
inauguración de la FIL, un adelanto de la reprobación popular
al gabinete de corrupción y frivolidades que encabezó Fox
(y que Sari disfrutó y recontra disfrutó), ¡hasta mañana,
en esta columna sin desmayo que sigue en Oaxaca!
Fax: 56 05 20 99 * juliohdz@jornada.com.mx
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