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sábado, septiembre 09, 2006

HABLANDO DE LOS MEDIOS Y LOS MIEDOS.

Opinión México.
Entre los medios y los miedos

Por: Pablo Cabañas Díaz (FORUM)
(Fecha publicación:09/09/2006).

Los medios de comunicación social lejos de favorecer el debate de propuestas, ideas o argumentos, incidieron en una situación que hoy tiene a nuestro país al borde de la violencia política.

Según el Programa de Libertad de Expresión del Departamento de Investigaciones Mediáticas y de la Comunicación de la Universidad de Chile, se entiende por “libertad de expresión al derecho a la coexistencia, expresión y circulación, en igualdad de condiciones, de visiones plurales del mundo que cristalizan en diferentes opiniones, creaciones y puntos de vista, lo cual tiene como sustento la capacidad de aceptación de la diversidad y se guía por principios como la tolerancia y el pluralismo”.

En síntesis, la libertad de expresión es el derecho de todos los individuos de una sociedad a emitir y recibir información y opiniones de manera libre y transparente.

Entre los obstáculos que encontramos para que esa libertad de expresión sea una realidad en México, el más relevante es el miedo. Miedo que asume diversas intensidades, obedece a distintas razones y tiene como trasfondo común el temor a la exclusión. El miedo a disentir aparece y se le identifica como una de las primeras limitaciones que obstaculizan la libertad de expresión. Este miedo da cuenta de una intolerancia a la diversidad y al pluralismo y de la incapacidad de establecer diálogos abiertos y democráticos donde puedan caber todas las opiniones.

La libertad de expresión es limitada en nuestro país, debido a la censura y autocensura, a la existencia de temas tabú. Esto da cuenta de la percepción de la libertad de expresión como un derecho ciudadano que no está siendo plenamente ejercido debido al temor a la exclusión social, a la falta de pluralismo de los medios y la intolerancia a la diversidad, lo que muestra las restricciones de nuestra sociedad.

El miedo es un arma poderosa de movilización política. Se trata, primero, de transformar el miedo en sobresalto. Ya se logró. Ahora se trata de mantener esa consternación. Y aquí apunta la operación mediática actual. Su irresponsabilidad es enorme y acaso no sean conscientes de su poder destructivo. O sí, ya lo son tal vez lo que busquen es desquiciar la institucionalidad del país. A la derecha salvaje no le importa qué puede salir de esto. Su ambición de poder es grande. Sigue actuando y sigue ganando terreno con su arma predilecta: el miedo.

En la elección por la Presidencia de la República del pasado 2 de julio, la guerra sucia se instrumentó desde el inicio de la campaña de Felipe Calderón. El 19 de enero, en su discurso de arranque de campaña, Calderón emitió la amenaza: Que no “nos orillen a promover el odio, el rencor, el pasado”. Un mes antes, en plena tregua navideña, había revelado ante empresarios alemanes la fórmula que sustentaría su campaña: “Napoleón decía que las guerras se ganan con tres cosas: dinero, dinero y más dinero”.

El 24 de noviembre, Felipe Calderón le solicitó al Club de Industriales del que forman parte de su consejo directivo figuras relevantes del salinismo entre ellos su presidente, José Carral, Pedro Aspe y el director de Banamex, Manuel Medina Mora. El objetivo del candidato panista era impulsar una cruzada, que parecía perdida. El periódico Reforma, daba cuenta de lo anterior, cuando señaló: “No me prometieron, pero yo sí les pedí”, luego de desayunar con unos 500 empresarios. “Les dije que se reciben donativos y que tienen que ser cheques nominativos a nombre del PAN”.

Entre los destinatarios de su petición estaban los presidentes del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), de la Asociación de Bancos de México y de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio, José Luis Barraza, Marcos Martínez y Vicente Yánez. Asistieron a ese encuentro quienes serían el pilar de su campaña: Lorenzo Servitje, presidente del Grupo Bimbo, y Manuel Arango, quien asesoró al candidato en cuestiones de sociedad civil.

También constaban su apoyo Héctor Rangel Domene, expresidente del CCE, y Lino Korrodi, quien fuera coordinador financiero de Amigos de Fox.A la campaña de Acción Nacional se sumaron empresas privadas que en conjunto erogaron, en mensajes de radio y televisión, cerca de 200 millones de pesos. Jumex, Sabritas, el CCE y la Sociedad Armate de Valor invirtieron esos recursos para sustentar su estrategia de respaldo incondicional al candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa. Cumplieron su compromiso de ayuda con pautas específicas y bien colocadas que costaron casi 200 millones de pesos.

El costo de toda la campaña fue operado a través de anuncios y banners en internet en los principales portales, como www.T1msn.com.mx y www.yahoo.com del que se da cuenta en el monitoreo del Ibope en materia de internet.

Televisa integró en todos los programas donde aparecía la imagen de Felipe Calderón a sus productos; como fue el caso del programa de Maribel Guardia, donde salían espectaculares de Felipe Calderón dentro del contenido del programa. Otro ejemplo son las declaraciones donde La fea más bella se pronunciaba al aire por el candidato del PAN, en un espacio con 10.83 puntos de rating.

Jumex instrumentó una línea discursiva donde la empresa se ligó a la campaña de Felipe Calderón, al utilizar las mismas pizarras, los mismos colores y los mismos tipos de letra.El CCE erogó 136 millones 476 mil 555 pesos. La enigmática Sociedad Armate de Valor pagó la transmisión de cortes en televisión por un monto de 30 millones 663 mil 600 pesos, con la intención de fortalecer el miedo, al utilizar los mismos argumentos y al mismo personaje que el PAN (el presidente de Venezuela) Hugo Chávez, para desprestigiar a Andrés Manuel López Obrador.

A esto se suma, de acuerdo con los datos obtenidos del IBOPE -que Víctor González Torres, el Doctor Simi, gastó en televisión 101 millones 252 mil 200 pesos en espots, “cantidad que no fue regulada por el Instituto Federal Electoral (IFE), y donde parte importante del contenido de sus mensajes publicitarios fue dirigido contra López Obrador.

Este contexto de guerra sucia se completó con la participación del expriísta, experredista y ahora cercano al Partido Acción Nacional Demetrio Sodi de la Tijera, quien rebasó por más de 50 millones de pesos su tope de campaña, al anunciarse en la televisión de cadena nacional (canales 2, 7 y 13) “para seguir creando un ambiente hostil y negativo contra López Obrador, al igual que el Doctor Simi y las empresas antes mencionadas”.

Una vez concluida la elección presidencial, queda claro que en México al igual que en otros países se está dando un fenómeno cada vez más amplio y generalizado que consiste en la unión de tres de los poderes más importantes, en las sociedades modernas y posmodernas: el poder político, el poder económico y el poder mediático.

Se trata del ejercicio del poder y la persuasión para crear la imagen de una sola verdad, para uniformar, censurar y combatir el pluralismo de ideas. En el plano de la comunicación es el jugar con los contenidos contradictorios en los mensajes que se envían a los ciudadanos, creando en el receptor el doble vínculo o paradoja, de manera que no vea alternativas, que se equivoque siempre, salvo cuando acepta la dominación de terceros.

En suma, los medios lejos de favorecer el debate de propuestas, ideas o argumentos, incidieron en una situación que hoy tiene a nuestro país al borde de la violencia política.

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