viernes, septiembre 08, 2006
Reconocimiento internacional
Es un artículo publicado en The Guardian, enviado por urratemai. Es bueno tener esta información porque siguen diciendo que el fraude no pudo probarse jamás.......Aquí está el linkhttp://commentisfree.guardian.co.uk/james_k_galbraith/2006/09/final_maths_in_mexico.htmlY aquí la traducción:
FUERA DEL CONTEO.
Matemática definitiva en México.
El Presidente de México me recuerda el triunfo en la primera elección del Presidente Bush.
James K. Galbraiht.
The Guardian.
7 de septiembre de 2006.
Felipe Calderón ha sido nombrado presidente de México por una corte, de manera semejante a la que George Bush fue nombrado presidente por otra corte.¿Pero ganó la elección? No lo sabemos. La decisión de la corte no lo establece en mayor medida de la que en el caso de Bush y Gore estableció que Bush haya ganado. Y ahora sabemos que no lo hizo.En ambos casos, la verdad podría haber sido conocida con el tiempo, pero no fue así. Y ello debido a que una de las partes, en la batalla legal la parte ganadora, rehusó y se resistió a un recuento total de los votos.En ambos casos, podemos estar seguros de que si los papeles de demandante y defendido se hubieran invertido, la decisión hubiera sido unánime en sentido inverso. Si Bush lo hubiera buscado contra Gore, la Suprema Corte de los Estados Unidos hubiera votado 9 a 0 para un recuento total en Florida. Si López Obrador hubiera tenido la ventaja por una fracción mínima y si Calderón hubiera hecho cargos por irregularidades y fraude, entonces el Tribunal Electoral Mexicano hubiera recontado todos los votos.
El 16 de julio hice un resumen de las principales irregularidades encontradas en el reporte preliminar de la votación (PREP) en un análisis del físico Luis Mochán.
Fueron:
1) una diferencia estable improbable entre Calderón y AMLO, durante el conteo;
2) una improbable disminución total de AMLO en las primeras 10,000 urnas, que no estaban incluídas en el PREP, lo que sugería que podría haber comenzado la noche con votos negativos;
3) obvios retrocesos y errores en la tabulación en las últimas horas del conteo;
y 4) una distribución anormal de las diferenciales a lo largo de los distritos entre Calderón y AMLO, sugiriendo que en distritos muy cercanos, se hubieran podido desviar pequeñas cantidades de votos hacia Calderón.
Desde entonces, ninguna de estas anomalías ha sido explicada. La decisión de la Corte no lo hace.
En cambio, hemos visto una intensa propaganda destinada a establecer que los procedimientos electorales mexicanos fueron y son, incorruptibles. Un oficial mexicano de alto nivel, con una bien ganada reputación de demócrata, cuyo nombre me reservo porque es un amigo y lo dijo en comunicación privada, señaló que fueron “a prueba de balas”.
Y en vista de que la calidad de los procedimientos es la cosa más fácil de probar en el mundo, Luis Mochán ha hecho ahora un nuevo análisis para probarlos. Su prueba es un número muy simple y básico, es un número que, en un proceso impecable, debiera conocerse con exactitud ¿cuántos votos se depositaron en esta elección?Mochán señala que hay cuatro diferentes maneras de contar este número.
De manera notable, las cuatro vías fueron no solamente utilizadas, sino que estuvieron disponibles en el informe del conteo preliminar. Por lo tanto, tenemos la capacidad de comprobar la perfección del proceso de conteo.La primera forma de hacerlo es contando el número de votantes que acreditaron, recibiendo una boleta oficial por su nombre en la lista de votantes. El número de boletas iguala al número de votantes. Este conteo se hizo.
Una segunda manera, es contar el número de boletas recibidas en la casilla, menos el número de las que no se utilizaron al final de proceso de votación. Esto se hizo.
La tercera opción es contar el total de boletas depositadas, antes de separarlas en montones para contarlas otra vez ya asignadas para quien fueron votadas. Esto también se hizo.
Finalmente, se puede contar el número de votos depositados para cada candidato, más el número de los anulados, más el número de ls boletas en blanco. Con esta suma se deberá tener el total de boletas. Obviamente, esto también fue hecho, en cada casilla.
En un proceso perfecto, los cuatro métodos deberían dar exactamente el mismo resultado. Pero en tanto que el error humano es normal, es de esperarse que el error inherente significa que el proceso no fue perfecto. Por supuesto que ocurrieron errores; el proceso no fue perfecto.
La pregunta real es ¿qué tan considerables fueron estos errores?
El análisis de Mochán produce las siguientes figuras, entre otras:
Entre 130,488 casillas, falta el acta de 13,201 (justo menos del 10%) del conteo preliminar.
Entre las 117,287 actas que están presentes, 24,148 están incompletas, con ausencia de uno o más números. Las actas incompletas corresponden al 21% de las casillas reportadas.
Y mientras que éstos reflejan boletas en blanco o con escritura (anuladas) y no afectan el resultado de la elección directamente, los datos faltantes hacen que sea imposible saber cuántos votos fueron depositados en esos distritos.
Entre las 109,134 actas en las que se puede comparar directamente el número de boletas en la urna con el número de boletas recibidas y el número de no utilizadas, hubo 17,465 actas en las que el número de boletas depositadas fue mayor, con una diferencia de 788,077 votos.
Hubo también 32,758 actas en las que el número de boletas en la urna fue menor, por 716,489 votos.
En total, este tipo de error ocurrió en más de 50,000 urnas, lo que es más del 46%, con una gran suma de 1.5 millones de votos faltantes o sobrantes.
En 97,790 actas en las que se puede comparar el número de ciudadano que votaron, con el número de votos contados, hubo 22,419 en los que el número de votos contabilizados excedió al número de ciudadanos, y 22,391 en lo que el número de ciudadanos que votaron fue menor.
En total, este tipo de error afectó al 46% de las urnas e involucró cerca de 1.8 millones de votos.
En 107,425 casos, se puede comparar el número de boletas depositadas y el número de votantes registrados. Las discrepancias entre estos dos números afectan al 41% de las urnas y a cerca de 2.35 millones de boletas.
La línea fundamental de este análisis retrospectivo es que el conteo de votos preliminar estuvo afectado por inconsistencias básicas en decenas de miles de urnas, con inconsistencias acumuladas para millones de votos.
Esto en una elección decidida, según el conteo oficial, por menos de un cuarto de millón de votos.¿Fueron corregidos estos problemas en el conteo oficial o “distrital”? No puede saberse, porque el detalle de los datos disponible en el PREP no fue publicado para el conteo distrital. Ya sabemos que el número de boletas recontadas, voto por voto, en la cuenta distrital fue mucho menor que el número de mostró inconsistencias en el PREP. De manera tal que no hay razones para creer que el conteo distrital fue mejor.
Nada de lo dicho aquí establece el fraude real. Los errores señalados pueden haber sido completamente inocentes, hasta donde sabemos. Pero son tan grandes que no permiten aceptar el dictamen de la Corte en relación con el ganador de la elección.
En el análisis final, no sabemos quien ganó la elección presidencial de México. Y sin un recuento total de todas las boletas, nadie lo sabrá jamás.
El análisis de Mochán incluye el siguiente severo resumen de los hechos:
“(1) El PREP presenta errores obvios;
(2) estos errores muestra que los funcionarios [de la elección mexicana] tienen la capacidad de interferir con las computadoras en donde se hicieron los reportes, añadiendo, eliminando y modificando los datos;
(3) el sistema computarizado, o por lo menos la parte encargada de informar de los resultados del PREP, no es fuerte y puede ser interferido;
(4) la ausencia de una explicación de estas anomalías y la enorme cantidad de propaganda que pretende inducir la noción de un proceso perfecto, no pueden sino producir desconfianza sobre los otros escenarios en el proceso electoral.”
En su decisión, el Tribunal Electoral Mexicano arregló este problema con un tipo de razonamiento muy familiar en los Estados Unidos, en donde afloró en la votación de Ohio en 2004.
Si, admitieron que los sellos de los paquetes estaban rotos.
Si, estuvieron de acuerdo en que López Obrador sufrió ataques propagandísticos ilegales.
Si, aceptaron que la iniciativa privada y Vicente Fox participaron de manera ilegal en la elección. Pero como no pudo probarse que estas ilegalidades fueron suficientes para cambiar la dirección de la elección, aceptaron el resultado declarado.Este es un argumento engañoso.
Cuando la ilegalidad masiva afecta una campaña electoral y el proceso de votación, el resultado es ilegítimo, por lo tanto, no puede ser aceptado como legítimo.
En Ohio, en 2004, hubo una masiva e inegable interferencia en el acceso a las máquinas para votar, lo que atestigüe con mis propios ojos, y muchas otras prácticas impropias en el conteo. No es importante si Bush ganó o no en Ohio.
Ganó, si es que lo hizo, de manera ilegítima, por medio de técnicas que califican como delitos no procesados aún. Así, su segundo período es tan ilegítimo como el primero.
Lo mismo será ahora para Felipe Calderón.Mientras tanto, los demócratas americanos tenemos mucho que aprender de nuestros amigos mexicanos, quienes han estado luchando por la democracia mucho más fuertemente de lo que lo hicimos, en 2000 o en 2004.
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sábado, septiembre 09, 2006
DE LA HORA DEL PUEBLO CON TODO Y TRADUCCIÓN.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 12:47 a.m.
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