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miércoles, julio 19, 2006

MI PREOCUPACIÓN POR LA CALIDAD DEL PROCESO DEMOCRÁTICO.

Sergio Aguayo Quezada escribe en el Reforma:


El rompimiento.

Si el conflicto político escora hacia la lucha social es porque se han resquebrajado acuerdos implícitos entre izquierda y derecha sobre el significado y la utilidad del voto.Jamás hubo reacciones tan numerosas e intensas como las que desataron mis críticas al Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) y mi pronunciamiento a favor del recuento de votos; un porcentaje alto de remitentes los vio como sacrilegios que encubrían mi complicidad con Andrés Manuel López Obrador.

En estos tiempos borrascosos me rehúso a ser encuadrado en simplificaciones y reivindico el valor de los matices; lo que escribo o digo sobre este tema se origina de mi preocupación por la calidad del proceso democrático, tan vapuleado por Vicente Fox, Felipe Calderón, López Obrador y el Consejo General del IFE.

Durante mucho, mucho tiempo, un sector de la izquierda social, política y cívica menospreciaba las urnas y a quienes las proponían como el método para cambiar de régimen. En los años ochenta, el grueso de las izquierdas llegó a un entendimiento con sus contrapartes en la derecha y aceptó el protagonismo de la boleta electoral acercándose, así, a la tesis del Partido Acción Nacional.

Este acuerdo hizo posible la formación, en los años noventa, de un poderoso movimiento cívico-político a favor de elecciones libres y confiables que unió a partidos opuestos y a organismos tan diferentes como Alianza Cívica, la Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem) o la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).

El hecho es que el autoritarismo perdió el control de los comicios y se hizo la alternancia.El entendimiento ha sido descuartizado este año y existe suficiente evidencia para asegurar que los principales responsables han sido el presidente de la República y el Consejo General del IFE. Vicente Fox lesionó la confiabilidad del proceso al tolerar las precandidaturas de su esposa y de su secretario de Gobernación y, cuando éstas fracasaron, ponerse al servicio de un candidato y en contra del otro.

El Consejo General del IFE, por su parte, colaboró con un comportamiento "errático" (el término es del ex consejero del IFE Mauricio Merino en entrevista con Reforma) que permitió el choque descarnado entre adversarios transformados en enemigos decididos a triunfar a toda costa. Y las Elba Estheres fueron al PAN lo que los José Guadarramas al PRD.

Estos actores siguieron un comportamiento descrito por Barbara Tuchman en un fascinante libro sobre la insensatez en la política (The March of Folly): bajo ciertas condiciones los políticos adoptan políticas insensatas (ésta es la traducción más neutra de folly) por apegarse a una racionalidad estrecha que ignora consideraciones más amplias.

Ante el deterioro de la campaña surgieron centenares, miles, de comentarios que anticiparon los riesgos inherentes a un buen número de decisiones. Ninguno escuchó y el país terminó metido en un callejón con rompimientos sobre lo que significa el voto confiable. Es una ruptura tan generalizada y profunda que hasta el IFE está fracturado: basta observar las declaraciones de ex consejeros o enterarse de que en una reunión de 80 consejeros distritales de la capital, realizada el sábado pasado, 27 se desmarcaron para criticar al Consejo General y exigir el recuento voto por voto. Todavía discuten si salen o no ante la opinión pública.

Comparto plenamente el tono mesurado y las "dudas razonables" del comunicado presentado este martes 18 de julio por el Comité Conciudadano de Seguimiento del Proceso Electoral. No comparto la tesis del fraude generalizado ni hago una comparación mecánica con 1988, pero considero que existe suficiente evidencia para poner en duda la calidad de algunas etapas protagónicas del proceso.

En este contexto, estoy entre los que respaldan la tesis de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife) tiene la capacidad para dar certeza y que la mejor ruta es el recuento de votos que tal vez le regrese legitimidad a la jornada electoral y facilite la gestión de quien nos gobernará durante los próximos seis años.

Independientemente de lo que suceda, el futuro político se anticipa difícil e incierto. Por lo sucedido, somos millones los mexicanos que veremos con diferentes grados de escepticismo las elecciones futuras porque el 2006 dejó lecciones bastante amargas: la victoria no depende de la calidad de la propuesta sino de la capacidad para allegarse más dinero con el cual comprar votos y pagar spots que difamen o mientan; el desenlace no depende solamente de las instituciones sino de la capacidad que se tenga para salir a las calles; las reglas son laxas y los árbitros tolerantes.

Lógicamente, el Doctor Simi se declara listo para crear su partido y presentarse como el candidato dispuesto a servir a dios y al pueblo.No tiene que ser así, pero tampoco podemos minimizar los riesgos que enfrenta la calidad de nuestra democracia.

López Obrador desconcierta por un discurso errático, pero muchos de sus críticos preocupan por la negativa a reconocer la génesis que desembocó en el actual rompimiento entre izquierda y derecha. El candidato de la izquierda verbaliza el resentimiento sordo e histórico de una corriente con agravios entre los que está la indudable desigualdad.

Pero el candidato de la derecha se apoyó en una derecha que mostró sus muchos rencores abiertamente.Ignoro lo que sucederá en el futuro y tampoco hay recetas fáciles ante un conflicto de esta magnitud. Es necesario regresar a lo elemental, a restituirle al voto su contenido como la abstracción que captura un compromiso de las partes con los métodos pacíficos, legales y legítimos como forma de competir por el poder.

El recuento de los votos no es una receta mágica que resolverá los dilemas creados por la nueva situación, pero ayudará a esclarecer a quién elegimos como Presidente y a disipar las dudas razonables.

La Miscelánea .
México se judicializa. Cuatro años lleva la disputa jurídica entre Grupo Radio Centro y Monitor dirigido por José Gutiérrez Vivó.

Este diferendo es importante porque está en juego la validez del arbitraje privado internacional; Monitor obtuvo un fallo favorable de la Cámara de Comercio Internacional, pero Radio Centro decidió ignorarlo y regresar a los tribunales mexicanos. Es posible que la Suprema Corte tome el caso y termine haciéndole justicia a Monitor, ese espléndido proyecto de comunicación.

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