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viernes, marzo 02, 2007

OPTIMISMO Y REALIDAD.

02-03-2007
¿Puede la izquierda unificar sus acciones políticas y avanzar?

Pedro Echeverría V.

1. La división entre la izquierda política tiene una larga historia y muchísimas explicaciones en las que predominan las convicciones, la pasión, el oportunismo y la ética política. La burguesía jugó un gran papel para debilitar y dividir a su enemiga ideológica, siempre pendiente de las luchas de los trabajadores; por eso no dejó de tirarle anzuelos, ponerle trampas, para que caiga en ellos. Pero, a pesar de todo, las convicciones de izquierda –puestas siempre al servicio de los explotados y oprimidos- no podrán desaparecer mientras hallan clases sociales y lucha de clases. A pesar de traiciones y permanentes errores las izquierdas en la historia se han levantado para continuar luchando. En México, para evitar más asesinatos, represiones y trampas, es urgente encontrar puntos unidad entre radicales, moderados y socialdemócratas.

2. En la ciudad de México, así como en muchas entidades del país, encontramos sectores de izquierda muy enfrentados por diferentes motivos, pero parecen predominar los intereses personales disfrazados de políticos. Al pasar a la historia el llamado “centralismo democrático” que creó muchas dictaduras burocráticas de personajes, surgió una gran libertad individual en las organizaciones, misma que tiró por la borda los compromisos de trabajo político. Con la intervención de subsidios millonarios, en los partidos de izquierda ya nadie cumple una tarea o comisión sin previo pago. ¿Cómo lograr la unidad de acción entre organizaciones dispares como el FAP de carácter electoral, el Diálogo Nacional de organismos obreros, el zapatismo inclinado a lo indígena y campesino, y la APPO oaxaqueña magisterial-popular?

3. La débil izquierda sufre represiones y golpes porque tercamente quiere seguir cumpliendo con tareas muy particulares y negándose a encontrar puntos que pudieran unirla en momentos estratégicos o coyunturales. El FAP y el zapatismo parecen totalmente enfrentados; uno no se mueve de sus asuntos electorales y el otro se mantiene en un discurso ferozmente “anticapitalista”. Los compañeros del Diálogo parecen muy abiertos aceptando a todos y en los hechos han agrupado a los del FAP y los de la APPO, pero no han logrado la formal participación de los zapatistas. ¿Cuánta dificultad puede haber para unificarse con los puntos generales de la Declaración de Querétaro o con la del IV Diálogo Nacional? Esa realidad me lleva a revisar un poco de la larga historia de la izquierda mexicana dividida por acciones de la burguesía.

4.. Aquella vieja izquierda mexicana que en los años sesenta y setenta se desgastaba en miles de reuniones de discusión, que apoyaba la huelgas en las fábricas y que se movía como pez en el agua en la UNAM, el Poli y demás centros de educación superior, hoy es una minoría conformada por personas de alrededor de 60 años. Con toda convicción defendía sus posiciones político-ideológicas siguiendo siempre a diferentes escuelas marxistas y una que otra anarquista. Lo más importante entonces era que cada militante buscaba la mejor estrategia para que su organización sea parte importante del movimiento revolucionario radical por la construcción del socialismo. Más que la práctica política predominaba la discusión sobre los principios ideológicos poniendo a Marx, Lenin, Luxemburgo, Trotski, Che y Mao, incluso a Bakunin, como ideólogos.

5. A partir de 1977, cuando la burguesía gobernante lanzó su llamada “reforma política” y la izquierda oficial se sometió al registro para recibir subsidios y cargos de elección, por lo menos la mitad de esa vieja izquierda aceptó la oferta con la esperanza de transformar las cosas desde adentro. Algunos, años después se separaron; otros encontraron el camino que al parecer habían equivocado: luchar y de vivir fuera del presupuesto era un error. Aún tengo contacto con más de una veintena de amigos que se han mantenido “independientes” publicando algunos artículos, ensayos, incluso libros. Ahora la izquierda oficial está en algunos partidos y en procesos electorales un tanto subordinada a una “nueva izquierda” que nunca se interesó por Marx y sus seguidores. Ahora, según dicen, predomina “la práctica concreta de la realidad concreta”.

6. Sin embargo la división –aunque hace cuarenta años giraba alrededor de lo ideológico- se ha acrecentado hoy por intereses muy personales de poder. Hace cuatro décadas los militantes pensaban esencialmente en la revolución socialista y no cabían intereses personales porque las convicciones tenían semejanza a una especie de “dogma religioso” por la lucha revolucionaria. Decíamos entonces que eran “profundas convicciones marxistas”, otros las calificaban de leninistas, trotskistas o del pensamiento de Mao Tse-tung. Desde 1977 las divisiones entre organizaciones y al interior de cada una de ellas, parecen responder a competencias por los cargos, sobre todo por los salarios que llegan hasta de 15 mil dólares al mes. La llamada reforma política reyesheroliana fue una gran salida histórica electoral del gobierno del PRI.

7. Sin embargo -a pesar de esa trágica historia en que la izquierda social comenzó a ser derrotada por una hábil burguesía que se sentía incomoda con una izquierda que estaba fuera de su control y registro, que además de andar solidarizándose con las huelgas obreras, en 1972-75 había tomado el camino de la guerrilla rural y urbana- todavía es tiempo de buscar, analizar, discutir, algunas estrategias que permitan alguna mínima unidad para luchar contra el neoliberalismo, la privatización y la poderosa derecha que se agrupa alrededor del presidente usurpador Calderón, del panismo y del priísmo neoliberal. Para evitar seguir despedazándose, la izquierda tiene que encontrar puntos básicos de unidad y lucha para organizar un gran frente contra el enemigo común que se apoya en los poderosos medios de información (Televisa, TV Azteca, Radio Fórmula)

8. He pensado muchas veces que ningún izquierdista puede ser optimista en un mundo que mantiene al 70 por ciento de su población en condiciones de miseria y hambre; que nadie que sea un pensador o un simple observador puede ser optimista cuando él, sus familiares y personas cercanas sufren desempleo y pésima atención en los servicios de salud y educación. Sin embargo, aunque uno se ande chocando a diario con esa realidad lacerante que está frente a nuestros ojos hay que seguir pensando en la posibilidad de unir fuerzas contra los opresores poniendo en segundo término lo que nos divide. Pienso que hay que hacer convocatorias unitarias entre la izquierda para analizar y discutir con paciencia nuestros principios y nuestros programas. Hay que descalificar a la derecha y luchar contra ella, pero en la izquierda hay que discutir y llegar a acuerdos. No queda otro camino.


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