Miguel Ángel Granados Chapa
PRI conservador
No obstante que por razones ideológicas y tácticas el PRI podría situarse en la franja izquierda del espectro político mexicano, su IV Asamblea Nacional Extraordinaria prefirió ayer aplazar para nunca la definición que parece repugnar a su sector retardatario
La IV Asamblea Nacional Extraordinaria del PRI fue inaugurada ayer por el presidente de ese partido, Mariano Palacios Alcocer, y será clausurada pasado mañana por la presidenta de ese partido, Beatriz Paredes, pues el domingo la ex gobernadora de Tlaxcala asumirá el liderazgo ganado por amplio margen el 18 de febrero pasado. Ayer mismo se discutieron reformas a la declaración de principios de esa organización política, antaño eje de la vida pública nacional; hoy se debate el programa de acción, mañana sábado los estatutos y el domingo, antes del relevo y la clausura, el código de ética partidario.
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Rafael Segovia
Un político de excepción
nota original
Fue una costumbre de las últimas elecciones no insultar al adversario, hasta dar con el PAN y su presidente. Basta verle la cara -la cara, se decía, es el espejo del alma- para saber que esa costumbre ha cambiado. La pregunta es cómo Manuel Espino se atreve a mirarse al espejo por las mañanas una frente de tres por siete centímetros nos da a conocer su enemistad con el pensamiento y su propensión al insulto. Los mostró cuando se fue a Colombia, ante un auditorio de beocios, fue a hacer gala de un ingenio que sólo allá pudo hacer gracia. Su ingenio tuvo por tema a Andrés Manuel López Obrador. En la prensa se puede leer qué se atrevió a decir. Fue revelador en todos los sentidos. Primero fue un lamentable insulto, desmedido y ordinario como quien lo profirió. Mostraba también la inquietud del PAN, el temor a quienes votaron en contra de sus candidatos, pese al apoyo que recibieron del presidente de la República Vicente Fox, necesitado de una venganza final, no se sabe contra quién. Si contra López Obrador o contra Felipe Calderón pues, como se dice corrientemente, ambos se la debían, aunque después de la docta conferencia de Manuel Espino, sólo Felipe Calderón se la pagó. Contribuyó al pago el Tribunal Federal Electoral en las consideraciones finales de su sentencia, donde anticipó lo que Vicente Fox declararía recientemente en otra sabia y mesurada conferencia, ésta ante californianos. El PAN ha perdido no sólo la mesura, sino la cabeza. Por lo demás, elegancia no la tuvo nunca. Van a celebrar ahora un aniversario de Gómez Morín. Deben releerse algunas páginas que se pretenden y con razón olvidan de este pretendido gran líder de la derecha nacional, ahora extranjerizante. Su apología del dictador Primo de Rivera, pongamos por caso. Podríamos seguir explorando un pasado que sólo en sus reuniones partidistas puede presentarse. Temas que llegan hasta nuestros días y son expuestos con deleite por quienes ahora mandar en ese partido. Pero conviene no dejar pendiente el tono impuesto por Espino, por su grosería personal y política. Lo primero es preguntarse si sería admisible que se escribiera lo mismo de Felipe Calderón, o si éste quedó santificado por el 0.7 por ciento que -se dice- lo separó de AMLO. Intentar, como lo ha querido hacer la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, que los niños mexicanos comprendan y acepten qué es la gobernabilidad es de hecho imposible, pues una parte substancial de los profesores no lo saben. La gobernabilidad es aun un tema a debate, donde los más respetados filósofos, historiadores y políticos, no digamos los politólogos, no encuentran un acuerdo. Que la secretaria de Educación proponga tal idea no es sino un claro reconocimiento de por dónde anda el PAN. La confusión dominante en ese partido llega a lo conmovedor. Tiene el poder y trata de explicar para qué sirve. No puede entenderse si no se parte de la indigencia intelectual y política del gobierno y del partido en el poder. La ausencia de un programa debidamente construido, claro y convincente, es substituido por unos retazos a los que recurren tanto el Presidente como sus secretarios cuando se sienten en la obligación de hablar, buscando superar el temor de los hombres y mujeres de pie o sentados ante ellos, con frecuencia deslenguados, cuando no insultantes. La política se acerca o ya está en una coyuntura nada aceptable de seguridad del gobierno, el recurso a la fuerza sin fuerza, la impresión de abandono que se advierte en el país, y permite la presencia de hombres como Manuel Espino. El Presidente pide orden, pero autoriza aunque no explícitamente las palabras de ese hombre y, ante todo, que presida su partido. No cabe amparase en la libertad que todos tenemos de organizarnos como mejor nos convenga. Nadie pone en duda esa libertad. No se trata de eso, se trata de que un partido político es una organización donde, en cuanto hace a la jerarquía, hay diferentes escalones y la autoridad no se reparte a partes iguales entre todos los afiliados. El presidente de la República tiene una autoridad que, de ponerse en duda, esta postura repercute en el gobierno de la República, como está sucediendo. Felipe Calderón llegó a la Presidencia sin encontrar una aceptación generalizada. Desde ese momento la duda sobre su legitimidad estuvo presente y su principal tarea fue ganar esa legitimidad, que no había tenido cuando se anunciaron unos resultados trapaceros. Se pretende ahora ganar de manera definitiva, pero no convence. Estamos ante una campaña apagada en libros como el de Tello o en declaraciones y conferencias como las de Espino. Quien va a cargar con los costos de este lamentable intento va a ser el propio Presidente, inmerso en la confusión desde el día de la elección gracias a la torpeza del IFE y asociados, S.A. de C.V. Por el momento los partidos políticos varían en sus alianzas día tras día, de acuerdo con los intereses de sus líderes. Sigue sin haber un gobierno confiable en lo cual no nos distinguimos de la mayoría de las naciones latinoamericanas. Las centroamericanas que se presentaron como aliadas seguras se muestran ahora como en verdad son: una calamidad regida por gobiernos de derecha o de extrema derecha, donde el asesinato sigue siendo un instrumento de gobierno. Deberíamos regalarles a Manuel Espino, hombre exquisito, que corresponde con los versos de Antonio Machado: ...Inferior que embiste y reza cuando se digna usar de la cabeza. |
Y DEL CHISMOGRAFO DEL DEFORMA:
VEMOS QUE EL DEFORMA ESTA "SOCIALIZADO" Y PREOCUPADO por ¿a quien le cargaran la mano con los impuestos? Estos changos de seguro tomaron Prozac:
POR LO VISTO el nuevo gobierno está decidido a sacar adelante la nueva reforma fiscal... pero al viejo estilo.Y LA RATA DE BOTAS HUYE EN EL AEROPUERTO:
EL OTRO DÍA Agustín Carstens se reunió con los 32 secretarios estatales de Finanzas y les aseguró que el presidente Felipe Calderón está más que dispuesto a asumir el costo político de esa reforma.
PERO LO QUE para algunos sería una buena noticia, en realidad es un anuncio de terror pues al hablar de "costo político" significa que la pretendida reforma será igual que las anteriores: para exprimir más al contribuyente.
ES DECIR, quitarle más dinero a la sociedad para dárselo al gobierno que, a su vez, se lo dará -por decir algo- a Elba Esther Gordillo, o a los partidos políticos o a algún contratista con buenas relaciones.
ASÍ QUE más que echar las campanas al vuelo, habrá qué preguntarse por quién doblan las campanas.
LAS OPERACIONES de Aeromar se vieron ayer alteradas momentáneamente porque alguien decidió darle prioridad a uno de sus vuelos en especial.
FUE AL VUELO en el que llegaron a la Ciudad de México, por ahí de las seis de la tarde, Vicente Fox y Marta Sahagún, quienes fueron recibidos por ocho escoltas y salieron a toda velocidad en una Suburban.
QUIENES los vieron cuentan que el ex Presidente no hizo declaraciones... así que en Los Pinos pueden estar tranquilos.
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