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viernes, marzo 02, 2007

COMO EL TÍO LOLO.

Gabriela Rodríguez

Confesiones y confusiones

Esta vez tuve acceso a la declaración del demandado cardenal Norberto Rivera Carrera que preparó su abogado para el Tribunal Superior del Estado de California, condado de Los Angeles, Distrito Central. Se trata de una declaración del indiciado en apoyo de la moción de los demandados mexicanos para derogar la comparecencia por falta de jurisdicción, lo que puedo entender como la intención de evitar ser juzgado fuera del país, es decir, de este territorio donde cuenta con tantas influencias políticas.

Lo que me resulta más alarmante en la declaración de quien preside la Arquidiócesis más grande del mundo (con 8 millones de feligreses) es la confusión entre conceptos tan importantes como homosexualidad y abuso sexual, así como entre pecado y delito.

Para deslindarse de su responsabilidad, Rivera Carrera hace referencia a que "el padre Nicolás Aguilar fue asaltado en su residencia en la parroquia el 7 de agosto de 1986. Como había rumores de que hombres adultos pernoctaban en la Iglesia donde vivía el padre Aguilar, sospeché de que algún incidente homosexual habría precipitado el asalto al padre Aguilar (...) no estaba seguro si esos rumores eran verdaderos o únicamente motivados por el resentimiento (se refiere a un previo desalojo de personas del atrio). No había evidencia que sugiriera que el incidente involucrara a ningún menor de edad, ni nunca se alegó el involucramiento de menores (...) Después de su asalto, yo reprendí al padre Aguilar y le ordené que buscara descanso y ayuda siquiátrica. El padre expresó que quizá iría a Los Angeles, California, donde tenía familiares. Después de tener al sacerdote sustituto, el 27 de enero de 1987, el padre Aguilar me presentó su renuncia (...) Ese mismo día, por solicitud del padre Aguilar y como era habitual en la Iglesia, escribí una carta presentando al demandado al cardenal Roger Mahony, entonces arzobispo de la Arquidiócesis de Los Angeles. En esa carta, expliqué que el padre Nicolás Aguilar tenía planeado viajar a Los Angeles. Como yo no sabía si los rumores sobre el homosexualismo del padre Aguilar eran verdaderos o que para tal efecto pudieran haber estado motivados por resentimientos dentro de la comunidad, no estaba seguro de si el padre Aguilar era apto para continuar sirviendo como sacerdote (...) dejé al cardenal Mahony la decisión de permitir al padre Aguilar trabajar en la Arquidiócesis de Los Angeles. Sin embargo, como sospechaba que el padre Nicolás Aguilar podría ser homosexual, advertí que la motivación del viaje del padre Aguilar era 'por motivos familiares y de salud'. La frase 'por motivos familiares y de salud' se usaba dentro de la Iglesia para advertir que un sacerdote padece de algún tipo de problema..."

Bueno, independientemente del problema de la jurisdicción del caso en México o en Estados Unidos, que tiene que ver con la impunidad que le han garantizado por años a los jerarcas en este lado del río Bravo, la preocupación de Rivera Carrera por "el homosexualismo del padre" tiene que ver con esa visión de la Iglesia que condena una orientación sexual y la considera un pecado (lo cual es muy discutible, pero no es un asunto de la ciudadanía) sino que además, y esto es lo más grave, esa visión le impide darse cuenta del peligro que representaba dejar circular y no demandar en los tribunales a un delincuente que agrede a sus víctimas en su dignidad corporal, más grave aún si se trata de niños, y es esto es lo que le implica responsabilidad como cómplice o protector de un sujeto muy peligroso, que por cierto sigue libre después de haber abusado de cerca de media centena de menores de edad.

Me pregunto si ¿es válido orientar a otros desde la inexperiencia y la complicidad? Pocas veces nos preguntamos ¿desde qué experiencia concreta pueden asumirse como orientadores sexuales los sacerdotes católicos? ¿De qué manera entienden los deseos y la violencia a la dignidad sexual? ¿En qué prácticas se basan para diseñar regulaciones sexuales? Pienso que puede ser pertinente poner en el tapete estas distorsiones tan elementales que expresan los jerarcas, a propósito de esa demanda al cardenal Norberto Rivera Carrera por proteger al sacerdote pederasta Nicolás Aguilar. Pero sobre todo por la relevancia política del caso, el cual tiene directa relación con la embestida conservadora de los funcionarios panistas que desde la administración pasada quieren recuperar el discurso religioso y diseñar las políticas de salud con base en el valor de la abstinencia sexual y de la "familia natural" como modelo reproductivo perpetuo y exclusivamente heterosexual, mismo que estos días cubrirá las páginas de la prensa ante la cercanía del primer domingo de marzo, el cual fue declarado por Vicente Fox y Marta Sahagún como Día Nacional de la Familia, a fin de opacar el día Internacional de la Mujer, que se celebra anualmente el 8 de marzo.

Menos mal que el Gobierno del Distrito Federal tiene claras las cosas y reconoce la importancia de hacer congruentes los valores de la democracia tanto en el ámbito público como en el privado. Para celebrar ese día han organizado para el próximo domingo un Congreso de las Familias de la Ciudad de México en el jardín Hidalgo de Coyoacán; su discurso se enfoca a la necesidad de reconocer que no hay un modelo único de familias y que lo importante es la calidad de los vínculos y las relaciones de solidaridad y apoyo con los que podemos contar. Con el lema "Democracia también en la casa" se distribuirá un volante con la idea de asegurar la igualdad de oportunidades y autoridad para mujeres y hombres; de reconocer las diversas necesidades de sus miembros; la importancia de demostrar afecto, ternura y reconocimiento; de transformar el autoritarismo para integrar a todos en reglas familiares de convivencia; de aprender a frenar la violencia contra las mujeres, las personas adultas mayores y las niñas y niños; de enfrentar los conflictos dialogando, recordar que el trabajo doméstico como responsabilidad de todos, no sólo de las mujeres; así como responsabilizar a hombres y mujeres de la crianza de los hijos e hijas. ¡Qué contraste!

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