Primero, va este artículo que a pesar de haber sido publicado hace varios días, sigue teniendo vigencia, a propósito del caso del lamentable fallecimiento de la señora Ernestina Ascensión Rosario; puesto que trata de la mentalidad clasista y racista que permite que esto suceda:
Mónica Pérez Taylor
O todos coludos o todos rabones
(Nota original Mural (Reforma))
Recuperar los "espacios públicos que son de todos" y que ilegalmente se privatizan para provecho particular es la estrategia del Alcalde Alfonso Petersen para poner orden y legalidad. Pero la clase de operativos para hacerlos valer ha causado el rechazo general.
A partir de un decreto municipal de noviembre pasado, que prohibe el comercio ambulante en el Centro, se mandó retirar a las vendedoras de las tradicionales papas fritas y a los artesanos de Avenida Chapultepec y de la Plaza Tapatía. Luego fueron tras franeleros y apartalugares. A otros comerciantes informales se les reubicó en un estacionamiento subterráneo.
Ya en la Administración de Petersen, se les negó el permiso para trabajar a los organilleros que pretendían ejercer su oficio de la época porfiriana y se dejó ir con ello un atractivo turístico. Luego se trató de impedir que se instalara en la Plaza de Armas el Tribunal Popular para juzgar a Francisco Ramírez Acuña, pero prevaleció el derecho ciudadano por sobre la absurda represión oficial. Después vino el desalojo violento, y sin previo aviso, de 40 familias purépechas que convivían y comerciaban desde hace 32 años a espaldas del cementerio de San Andrés. Se trató de impedir el concierto sabatino del Tianguis Cultural por primera vez en 11 años. Se decomisó el equipo de sonido a un pastor cristiano que ya no puede predicar. Todo, en el transcurso de una semana. Todo, en el espacio público que es de todos.
El lunes pasado (marzo 06) los diversos afectados convergieron en una masiva protesta frente a la Presidencia Municipal y bloquearon por más de cinco horas un carril de Avenida Hidalgo.
Para que "impere el orden y la legalidad" resulta efectista ir contra los ambulantes, indígenas, jóvenes y grupos políticos y religiosos diferentes a la corriente derechista y a la religión católica. Funcionario que se estrena necesita demostrar su poder, y qué cómodo es ejecutarlo sobre los más indefensos. Más que un médico sensible al dolor humano, Petersen la hizo de emulito de Ramírez Acuña. Justificó el desalojo por ser "en beneficio de la sociedad". ¿Cuál beneficio?, si se perjudica al segmento más vulnerable de la población; si para liberar el espacio se les impide trabajar cuando lo que merecen es nuestra solidaridad y asumir plenamente que su extrema pobreza se debe a la incapacidad y corrupción del mismo Gobierno que los expulsa de sus Estados y luego del país.
¿Qué ganó la sociedad con la destrucción de la precaria estructura que cobijaba a esta comunidad, y con aventar al carretón de la basura la mercancía que habían de vender, sus enseres, los uniformes y mochilas de sus hijos? ¡Que los purépechas y su humilde tinglado "ponían en riesgo el orden social y la estabilidad de la zona"! Pero si los primeros en acudir a socorrerlos fueron sus vecinos, quienes los valoran por haber detonado el comercio mueblero en su barrio y por ser gente de bien.
Durante la jornada de protestas del lunes el discurso oficial dio un giro radical; que "las calles están libres para manifestarse", rectificó Petersen. Y a todos los que fueron a reclamar se les atendió debidamente y se llegó a acuerdos.
Si va a imperar el orden y la legalidad ahí están casos de depredación urbana como en la Colonia Country Club, en la que particulares violan la suspensión provisional de una construcción por parte del Tribunal de lo Administrativo del Estado de Jalisco; y el Bosque de los Colomos perdiendo terreno por la voracidad inmobiliaria, sin que haya llegado la Policía a encañonar a nadie con sus pistolas.
Gasolineras junto a escuelas. Y los súpermercados, tiendas y negocios que no cuentan con áreas de carga y descarga o para su basura, deforestando las banquetas que son de todos, convirtiéndolas en estacionamientos de su propiedad, siendo que son éstas algunas de las razones de Petersen para desalojar a los michoacanos del Centro: obstruyen el paso de los peatones, defecan en la calle y por las noches se emborrachan. Un Alcalde debe tener pudor ajeno. Si caminara por las calles alrededor de su oficina sortearía excrementos y vería las fincas inmundas a punto de derrumbarse y lo difícil que es solucionarlo.
Falta le haría salir por las madrugadas y constatar el estado de intoxicación de los jóvenes "bien", que si cometen un delito, como aquellos que causaron la muerte de Néstor Alan García, ahí está papá o alguien en el Gobierno para ayudarlos. Porque lo que en el pobre es borrachera en el rico es diversión ¿verdad? Y que se haga justicia, pero en las mulas de mi compadre.
Lamentablemente, si un par de jóvenes, uno por ser hijo de un colaborador cercano de Ramírez Acuña y el otro por ser de la familia Álvarez del Castillo pudieron asesinar con total impunidad a un joven de clase media baja, ¿qué esperanzas hay que -más allá de la muy justa indignación de los vecinos que los conocen y aprecian- que en el resto de la ciudad y de México empecemos a reconocer a los indígenas como nuestros iguales, que trabajan, viven y sufren igual que nosotros y que tienen los mismos derechos? La falta de equidad y respeto hizo que las autoridades municipales de Guadalajara desalojaran a esos indígenas que ya en principio habían sido hechos menos que los demás, su pobreza e indefensión eran razones adicionales para llevar a cabo el abuso.
Despojando a la gente de medios tal vez no legales pero sí honestos seguro que va a mejorar la seguridad en las calles de Guadalajara; si siguen las autoridades -sin distinción de partidos puesto que el GDF cayó en la trampa de ejecutar esas acciones de cuño panista- no habrá en México suficientes policías ni soldados -aunque todos fueran perfectos- para hacer que podamos vivir tranquilos.
Más vale dejar que la gente honesta siga encontrando una manera de vivir honesta, que vivir en la falsa paz de un Estado policiaco, so pretexto de la enorme y poderosa delincuencia. Y más vale que Calderón y sus generales pongan orden en el Ejército, porque al paso que van terminarán de destruír la única institución secular que todavía goza de algo de prestigio. Y de eso no hay ninguna manera que puedan culpar a AMLO.
A propósito de Bush, dos columnas de Público Milenio:
Julio Serrano: El mito migratorio
Con la visita del presidente de Estados Unidos a nuestro país el tema migratorio ha vuelto a acaparar los reflectores. Pero para poder tener una discusión productiva es indispensable disipar un gran mito: nuestros compatriotas no emigran a EU por falta de trabajo. Nuestros compatriotas emigran por falta de buenos trabajos.
Esta realidad parece estar perdida en nuestros gobernantes. Calderón ha dicho en repetidas ocasiones que para frenar el éxodo anual de cientos de miles de mexicanos es necesario crear empleos. Punto. Lo que no precisa es que para realistamente esperar mantenerlos no basta con crear trabajos, los nuevos trabajos tienen que ser competitivos con los que obtendrían en EU. Este es el meollo del problema y la razón por la cual tomará décadas convencer a nuestros compatriotas de que se queden a trabajar en México.
De entrada, reducir la solución a un tema sólo de creación de empleos, y en ningún momento añadir un calificativo como bien remunerados, implica que no hay empleos en nuestro país, una aseveración que, por lo menos de acuerdo con el propio gobierno, es falsa. Según datos oficiales, el índice de desempleo en México es inferior a 4 por ciento, una cifra menor a la estadunidense. Esto es, el mismo gobierno nos dice que trabajos hay. Lo que omite es evaluar la calidad de dichos empleos. Y es aquí donde se generan los incentivos para emigrar.
Mientras que el salario mínimo en nuestro país es menor a 5 dólares diarios, en EU rebasa los 5 dólares, pero por hora. Cerca de la mitad de la población mexicana subsiste con un ingreso menor a 4 dólares al día. Con estos números es fácil entender por qué millones de nuestros compatriotas han arriesgado —y seguirán arriesgando— sus vidas en búsqueda de un mejor porvenir al norte de la frontera.
Los ingresos que pueden percibir nuestros migrantes en EU, aun siendo ilegales, superan por mucho a los que podrían obtener si se quedaran aquí. Y la diferencia, como se puede notar en la comparación del salario mínimo entre los dos países y en las remesas que envían cada año a México los migrantes, no es menor. Tener un trabajo poco remunerado en EU es como tener un buen trabajo en México. Los ingresos que puede esperar alguien de clase baja allá son los de alguien de clase media aquí. Mientras persistan estas disparidades, la migración continuará.
Rubén Martín: Cero para Bush, 2 para Chávez
La gira del presidente George Bush por cinco países de América Latina fue diseñada en la Casa Blanca con cuatro propósitos: demostrar que Estados Unidos sí se interesa en los pueblos de esta región; que el país del norte tiene políticas de ayuda a los pobres; enfatizar que las políticas de libre mercado capitalista son las mejores; y para contrarrestar la influencia de los gobiernos de izquierda, el influjo que Hugo Chávez ejerce por estas tierras.
Pero tan mal está la imagen de Bush en la región y tan débil estructuralmente el imperio estadunidense, que la gira del presidente de Estados Unidos fue un fracaso en todos los frentes. Para confirmar esta lectura de completa derrota de la gira de Bush basta mirar el ambiente en el que el presidente estadunidense pisó estos países.
Para empezar, y no es un asunto menor, es un líder político tan malquerido que no puede darse el lujo de darse baños de pueblo. Excepto en Guatemala, donde se le preparó un escenario en una comunidad en la que cargó una caja de plástico con ocho lechugas, en el resto de los países que visitó no salió de su extrema burbuja de seguridad que lo acompaña. Y esto va más allá del miedo a un ataque terrorista. Simple y sencillamente es un personaje odiado en la región.
El número de personas que cuidaron de Bush a lo largo de los seis días que pisó América Latina fue casi igual al número de personas que se congregaron para repudiar su visita.
En Brasil se reunieron 35 mil personas para manifestar su disgusto al mandatario estadunidense, mientras que el gobierno de Lula dispuso de cinco mil elementos del Ejército y de la policía para su protección. En Uruguay protestaron unas dos mil personas y vigilaron al mandatario tres mil elementos. En Colombia hubo seis mil colombianos en las calles en contra de la visita mientras que ¡21 mil miembros del Ejército y la policía nacional vigilaron a Bush¡ En Guatemala hubo tres mil policías y dos mil soldados mientras unas mil personas protestaban. En México, el gobierno de Felipe Calderón dispuso de más de cuatro mil soldados y policías para la seguridad de Bush, mientras unas tres mil personas en distintas partes del país se manifestaron en contra de la gira.
Más allá del número están las condiciones de completa supeditación que aceptan los gobiernos anfitriones para que Bush pueda visitar estos países. En Brasil, el Servicio Secreto estadunidense pidió aislar el aeropuerto. En Guatemala se permitió el sobrevuelo de aviones F-16 y se decretó “alerta naranja” en materia de seguridad interior. Acá en México, Calderón permitió que se desarmara a los policías yucatecos al tiempo que permitió que quince aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y un portaaviones se hicieran cargo de la vigilancia.
Bush viene a la región en medio de su peor coyuntura política, mientras está atascado con la invasión a Irak. Y quiere hacer creer que su país apoya el combate a la pobreza. Dijo que cada año Estados Unidos distribuye 1,600 millones de dólares (mdd) en ayuda a los más pobres. Es una vacilada. La ayuda monetaria de todo el año equivale a un solo día de gasto militar de la potencia estadunidense.
Para mirar lo débil que está el imperio, o caer en cuenta lo mal preparada que fue la gira, basta ver el contraste con los acuerdos a los que llegó Chávez durante esos días. En su visita a Argentina ofreció compras de soja por 400 mdd, mientras que entusiasmó al sector metalúrgico argentino con la oferta del megagaseoducto Venezuela-Argentina. Al día siguiente logró la adhesión de Brasil y Bolivia (Argentina ya había aceptado) para crear el Banco del Sur con el compromiso de poner 5,000 mdd para el fondo inicial de capitalización.
De modo que mientras George W. dejó puras molestias por su paseo blindado en la región y ningún acuerdo concreto en ninguno de los países visitados, otras opciones políticas avanzan en acuerdos desde una lógica distinta a la de la potencia mundial. Vaya que los gringos descuidaron lo que consideran “el patio trasero”. Vaya que los pueblos de esta parte del mundo se hartaron del despojo, invasiones y apropiación de las riquezas que siempre han venido del norte. El fracaso de la gira de Bush anunció otro tipo de relaciones políticas.
Mónica Pérez Taylor
O todos coludos o todos rabones
(Nota original Mural (Reforma))
Recuperar los "espacios públicos que son de todos" y que ilegalmente se privatizan para provecho particular es la estrategia del Alcalde Alfonso Petersen para poner orden y legalidad. Pero la clase de operativos para hacerlos valer ha causado el rechazo general.
A partir de un decreto municipal de noviembre pasado, que prohibe el comercio ambulante en el Centro, se mandó retirar a las vendedoras de las tradicionales papas fritas y a los artesanos de Avenida Chapultepec y de la Plaza Tapatía. Luego fueron tras franeleros y apartalugares. A otros comerciantes informales se les reubicó en un estacionamiento subterráneo.
Ya en la Administración de Petersen, se les negó el permiso para trabajar a los organilleros que pretendían ejercer su oficio de la época porfiriana y se dejó ir con ello un atractivo turístico. Luego se trató de impedir que se instalara en la Plaza de Armas el Tribunal Popular para juzgar a Francisco Ramírez Acuña, pero prevaleció el derecho ciudadano por sobre la absurda represión oficial. Después vino el desalojo violento, y sin previo aviso, de 40 familias purépechas que convivían y comerciaban desde hace 32 años a espaldas del cementerio de San Andrés. Se trató de impedir el concierto sabatino del Tianguis Cultural por primera vez en 11 años. Se decomisó el equipo de sonido a un pastor cristiano que ya no puede predicar. Todo, en el transcurso de una semana. Todo, en el espacio público que es de todos.
El lunes pasado (marzo 06) los diversos afectados convergieron en una masiva protesta frente a la Presidencia Municipal y bloquearon por más de cinco horas un carril de Avenida Hidalgo.
Para que "impere el orden y la legalidad" resulta efectista ir contra los ambulantes, indígenas, jóvenes y grupos políticos y religiosos diferentes a la corriente derechista y a la religión católica. Funcionario que se estrena necesita demostrar su poder, y qué cómodo es ejecutarlo sobre los más indefensos. Más que un médico sensible al dolor humano, Petersen la hizo de emulito de Ramírez Acuña. Justificó el desalojo por ser "en beneficio de la sociedad". ¿Cuál beneficio?, si se perjudica al segmento más vulnerable de la población; si para liberar el espacio se les impide trabajar cuando lo que merecen es nuestra solidaridad y asumir plenamente que su extrema pobreza se debe a la incapacidad y corrupción del mismo Gobierno que los expulsa de sus Estados y luego del país.
¿Qué ganó la sociedad con la destrucción de la precaria estructura que cobijaba a esta comunidad, y con aventar al carretón de la basura la mercancía que habían de vender, sus enseres, los uniformes y mochilas de sus hijos? ¡Que los purépechas y su humilde tinglado "ponían en riesgo el orden social y la estabilidad de la zona"! Pero si los primeros en acudir a socorrerlos fueron sus vecinos, quienes los valoran por haber detonado el comercio mueblero en su barrio y por ser gente de bien.
Durante la jornada de protestas del lunes el discurso oficial dio un giro radical; que "las calles están libres para manifestarse", rectificó Petersen. Y a todos los que fueron a reclamar se les atendió debidamente y se llegó a acuerdos.
Si va a imperar el orden y la legalidad ahí están casos de depredación urbana como en la Colonia Country Club, en la que particulares violan la suspensión provisional de una construcción por parte del Tribunal de lo Administrativo del Estado de Jalisco; y el Bosque de los Colomos perdiendo terreno por la voracidad inmobiliaria, sin que haya llegado la Policía a encañonar a nadie con sus pistolas.
Gasolineras junto a escuelas. Y los súpermercados, tiendas y negocios que no cuentan con áreas de carga y descarga o para su basura, deforestando las banquetas que son de todos, convirtiéndolas en estacionamientos de su propiedad, siendo que son éstas algunas de las razones de Petersen para desalojar a los michoacanos del Centro: obstruyen el paso de los peatones, defecan en la calle y por las noches se emborrachan. Un Alcalde debe tener pudor ajeno. Si caminara por las calles alrededor de su oficina sortearía excrementos y vería las fincas inmundas a punto de derrumbarse y lo difícil que es solucionarlo.
Falta le haría salir por las madrugadas y constatar el estado de intoxicación de los jóvenes "bien", que si cometen un delito, como aquellos que causaron la muerte de Néstor Alan García, ahí está papá o alguien en el Gobierno para ayudarlos. Porque lo que en el pobre es borrachera en el rico es diversión ¿verdad? Y que se haga justicia, pero en las mulas de mi compadre.
Lamentablemente, si un par de jóvenes, uno por ser hijo de un colaborador cercano de Ramírez Acuña y el otro por ser de la familia Álvarez del Castillo pudieron asesinar con total impunidad a un joven de clase media baja, ¿qué esperanzas hay que -más allá de la muy justa indignación de los vecinos que los conocen y aprecian- que en el resto de la ciudad y de México empecemos a reconocer a los indígenas como nuestros iguales, que trabajan, viven y sufren igual que nosotros y que tienen los mismos derechos? La falta de equidad y respeto hizo que las autoridades municipales de Guadalajara desalojaran a esos indígenas que ya en principio habían sido hechos menos que los demás, su pobreza e indefensión eran razones adicionales para llevar a cabo el abuso.
Despojando a la gente de medios tal vez no legales pero sí honestos seguro que va a mejorar la seguridad en las calles de Guadalajara; si siguen las autoridades -sin distinción de partidos puesto que el GDF cayó en la trampa de ejecutar esas acciones de cuño panista- no habrá en México suficientes policías ni soldados -aunque todos fueran perfectos- para hacer que podamos vivir tranquilos.
Más vale dejar que la gente honesta siga encontrando una manera de vivir honesta, que vivir en la falsa paz de un Estado policiaco, so pretexto de la enorme y poderosa delincuencia. Y más vale que Calderón y sus generales pongan orden en el Ejército, porque al paso que van terminarán de destruír la única institución secular que todavía goza de algo de prestigio. Y de eso no hay ninguna manera que puedan culpar a AMLO.
A propósito de Bush, dos columnas de Público Milenio:
Julio Serrano: El mito migratorio
Con la visita del presidente de Estados Unidos a nuestro país el tema migratorio ha vuelto a acaparar los reflectores. Pero para poder tener una discusión productiva es indispensable disipar un gran mito: nuestros compatriotas no emigran a EU por falta de trabajo. Nuestros compatriotas emigran por falta de buenos trabajos.
Esta realidad parece estar perdida en nuestros gobernantes. Calderón ha dicho en repetidas ocasiones que para frenar el éxodo anual de cientos de miles de mexicanos es necesario crear empleos. Punto. Lo que no precisa es que para realistamente esperar mantenerlos no basta con crear trabajos, los nuevos trabajos tienen que ser competitivos con los que obtendrían en EU. Este es el meollo del problema y la razón por la cual tomará décadas convencer a nuestros compatriotas de que se queden a trabajar en México.
De entrada, reducir la solución a un tema sólo de creación de empleos, y en ningún momento añadir un calificativo como bien remunerados, implica que no hay empleos en nuestro país, una aseveración que, por lo menos de acuerdo con el propio gobierno, es falsa. Según datos oficiales, el índice de desempleo en México es inferior a 4 por ciento, una cifra menor a la estadunidense. Esto es, el mismo gobierno nos dice que trabajos hay. Lo que omite es evaluar la calidad de dichos empleos. Y es aquí donde se generan los incentivos para emigrar.
Mientras que el salario mínimo en nuestro país es menor a 5 dólares diarios, en EU rebasa los 5 dólares, pero por hora. Cerca de la mitad de la población mexicana subsiste con un ingreso menor a 4 dólares al día. Con estos números es fácil entender por qué millones de nuestros compatriotas han arriesgado —y seguirán arriesgando— sus vidas en búsqueda de un mejor porvenir al norte de la frontera.
Los ingresos que pueden percibir nuestros migrantes en EU, aun siendo ilegales, superan por mucho a los que podrían obtener si se quedaran aquí. Y la diferencia, como se puede notar en la comparación del salario mínimo entre los dos países y en las remesas que envían cada año a México los migrantes, no es menor. Tener un trabajo poco remunerado en EU es como tener un buen trabajo en México. Los ingresos que puede esperar alguien de clase baja allá son los de alguien de clase media aquí. Mientras persistan estas disparidades, la migración continuará.
Rubén Martín: Cero para Bush, 2 para Chávez
La gira del presidente George Bush por cinco países de América Latina fue diseñada en la Casa Blanca con cuatro propósitos: demostrar que Estados Unidos sí se interesa en los pueblos de esta región; que el país del norte tiene políticas de ayuda a los pobres; enfatizar que las políticas de libre mercado capitalista son las mejores; y para contrarrestar la influencia de los gobiernos de izquierda, el influjo que Hugo Chávez ejerce por estas tierras.
Pero tan mal está la imagen de Bush en la región y tan débil estructuralmente el imperio estadunidense, que la gira del presidente de Estados Unidos fue un fracaso en todos los frentes. Para confirmar esta lectura de completa derrota de la gira de Bush basta mirar el ambiente en el que el presidente estadunidense pisó estos países.
Para empezar, y no es un asunto menor, es un líder político tan malquerido que no puede darse el lujo de darse baños de pueblo. Excepto en Guatemala, donde se le preparó un escenario en una comunidad en la que cargó una caja de plástico con ocho lechugas, en el resto de los países que visitó no salió de su extrema burbuja de seguridad que lo acompaña. Y esto va más allá del miedo a un ataque terrorista. Simple y sencillamente es un personaje odiado en la región.
El número de personas que cuidaron de Bush a lo largo de los seis días que pisó América Latina fue casi igual al número de personas que se congregaron para repudiar su visita.
En Brasil se reunieron 35 mil personas para manifestar su disgusto al mandatario estadunidense, mientras que el gobierno de Lula dispuso de cinco mil elementos del Ejército y de la policía para su protección. En Uruguay protestaron unas dos mil personas y vigilaron al mandatario tres mil elementos. En Colombia hubo seis mil colombianos en las calles en contra de la visita mientras que ¡21 mil miembros del Ejército y la policía nacional vigilaron a Bush¡ En Guatemala hubo tres mil policías y dos mil soldados mientras unas mil personas protestaban. En México, el gobierno de Felipe Calderón dispuso de más de cuatro mil soldados y policías para la seguridad de Bush, mientras unas tres mil personas en distintas partes del país se manifestaron en contra de la gira.
Más allá del número están las condiciones de completa supeditación que aceptan los gobiernos anfitriones para que Bush pueda visitar estos países. En Brasil, el Servicio Secreto estadunidense pidió aislar el aeropuerto. En Guatemala se permitió el sobrevuelo de aviones F-16 y se decretó “alerta naranja” en materia de seguridad interior. Acá en México, Calderón permitió que se desarmara a los policías yucatecos al tiempo que permitió que quince aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y un portaaviones se hicieran cargo de la vigilancia.
Bush viene a la región en medio de su peor coyuntura política, mientras está atascado con la invasión a Irak. Y quiere hacer creer que su país apoya el combate a la pobreza. Dijo que cada año Estados Unidos distribuye 1,600 millones de dólares (mdd) en ayuda a los más pobres. Es una vacilada. La ayuda monetaria de todo el año equivale a un solo día de gasto militar de la potencia estadunidense.
Para mirar lo débil que está el imperio, o caer en cuenta lo mal preparada que fue la gira, basta ver el contraste con los acuerdos a los que llegó Chávez durante esos días. En su visita a Argentina ofreció compras de soja por 400 mdd, mientras que entusiasmó al sector metalúrgico argentino con la oferta del megagaseoducto Venezuela-Argentina. Al día siguiente logró la adhesión de Brasil y Bolivia (Argentina ya había aceptado) para crear el Banco del Sur con el compromiso de poner 5,000 mdd para el fondo inicial de capitalización.
De modo que mientras George W. dejó puras molestias por su paseo blindado en la región y ningún acuerdo concreto en ninguno de los países visitados, otras opciones políticas avanzan en acuerdos desde una lógica distinta a la de la potencia mundial. Vaya que los gringos descuidaron lo que consideran “el patio trasero”. Vaya que los pueblos de esta parte del mundo se hartaron del despojo, invasiones y apropiación de las riquezas que siempre han venido del norte. El fracaso de la gira de Bush anunció otro tipo de relaciones políticas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario