/tr>
LOS PRODUCTOS DEL BOICOT ¡NO LOS CONSUMAS!: Bimbo , Sabritas , Jumex , Pepsi, Gamesa , Televisa (televisión y revistas), TV Azteca , Milenio (Diario y Semanal), Banamex , Maseca , COPARMEX , Coca-Cola , Wal-Mart , Bachoco , Megacable , Farmacias Similares , M&M's , Kimberly Klark , Burger King , grupo ALSEA , Autobuses Estrella Blanca . Más en este link.

lunes, diciembre 11, 2006

LA QUE DIVIDE ES LA DERECHA FASCISTA

Hay que fijarnos una y otra vez en el caso de Pinochet por el paralelismo que hay con México hoy en día: un gobierno ESPURIO que llega al poder con un golpe de estado auspiciado por la ultra-derecha fascista y que, al final, lo único que logra es dividir a un país.

Digo, recordemos que lo que hizo la división entre los mexicanos fue la guerra sucia que inició fecal; su vulgaridad esa de que el peje es "un peligro para México."

Y es que si nos fijamos bien en la historia, quien divide a las naciones es LA DERECHA. Pero bueno, veamos estas dos notas sobre la dictadura chilena y la división que trajo consigo:

Pinochet muere sin condena; Chile se mantiene dividido

Quedan truncos casos de corrupción y violaciones a los derechos humanos

José Vales
El Universal
Santiago de Chile
Lunes 11 de diciembre de 2006

SANTIAGO.- La muerte del dictador chileno Augusto Pinochet deja inconclusos los juicios en su contra y un saldo de 3 mil 200 muertos, incluidos mil 200 detenidos desaparecidos, de acuerdo con datos oficiales.

Tenía pendientes tres juicios por violaciones a los derechos humanos durante su dictadura (1973-1990), tras el golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende, y cuatro por corrupción. Pero murió sin haber sido condenado.

Viviana Díaz, presidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos durante ese periodo, dijo a EL UNIVERSAL: "Nos hubiese gustado que pagara en vida por lo que hizo".

Ayer, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, falleció a los 91 años por una descompensación cardiaca quien más transgredió estas garantías en Chile.

De inmediato, las cercanías del Hospital Militar se colmaron de simpatizantes de Pinochet, mientras a Baquedano, en las cercanías de la Alameda y Vicuña Mackena, llegaban a borbotones familias, mujeres, niños y ancianos, celebrando su deceso, lo que se prolongó hasta la noche.

El fallecimiento del nonagenario general obligó a la presidenta chilena, Michelle Bachelet, a convocar a una reunión de gabinete de urgencia, mientras las unidades militares mostraban la bandera nacional a media asta.

El vocero y secretario general de Gobierno, Ricardo Lagos Weber, confirmó que la presidenta Bachelet no asistirá al funeral y dijo que los restos del general retirado serán trasladados al Colegio Militar.

Lagos Weber señaló que "los edificios militares tendrán la bandera a media asta y saludamos a los familiares del general Pinochet en su dolor".

Ayer se reavivó el debate de si debería recibir honores de ex mandatario o tan sólo como ex comandante en jefe de una de las tres Fuerzas Armadas, posición que se impuso en el gobierno y que fue cuestionada por la oposición de derecha.

El diputado de la Unión Democrática Independiente (UDI, pinochetista), Iván Moreira, dijo que "se murió el fundador del Chile moderno, un libertador, un patriota", por lo que reclamó "los homenajes que se merece como ex presidente".



El militar que dividió a Chile

Gobernó con mano de hierro los destinos de los chilenos entre 1973 y 1990

José Vales
El Universal
Lunes 11 de diciembre de 2006

SANTIAGO DE CHILE.- "No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista", dice el dicho popular, el mismo que a boca de jarro o para sus adentros repitieron millones de chilenos, pertenecientes a esa mitad inquebrantable que pasó a odiar a Augusto Pinochet desde el 11 de septiembre de 1973, el día que la historia de Chile se partió en dos para siempre.

El dictador murió ayer a los 91 años en el Hospital Militar de Santiago, rodeado de sus familiares, luego de sufrir una descompensación que los médicos no lograron revertir.

Tenía pendientes en su contra tres juicios por violaciones a los derechos humanos durante su dictadura (1973-1990), tras el golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende, y cuatro por corrupción. Pero murió sin haber sido condenado.

Hoy lo llora su familia y su cada vez más reducido grupo de acólitos; lo homenajea un alto porcentaje de compatriotas para el que Augusto César Pinochet Ugarte fue "un prócer", "el hombre que liberó al país del yugo comunista", "el modernizador de Chile", "el padre del Milagro chileno", aunque se haya ganado un lugar de privilegio en la historia como "uno de los más sanguinarios dictadores", hasta ascender al parnaso sangriento donde ya se encuentran Leónidas Trujillo, Francisco Franco Bahamonde o Antonio de Oliveira Salazar y su amigo Alfredo Stroessner, por citar algunos de los hombres que inspiraron la obra de este general nacido en el puerto de Valparaíso el 25 de noviembre de 1915, aunque se reconocía un fervoroso seguidor de Napoleón.

El suyo era un hogar de trabajadores, donde él fue el mayor de seis hermanos. Dueño de una responsabilidad primogénita elogiada por sus padres y de unos silencios prolongados cercanos a la hosquedad, el matrimonio Pinochet Ugarte confió la educación del mayor de sus hijos a los Hermanos Maristas primero, y a los Padres Franceses en el bachillerato. Así, entre sotanas, misas y pobrezas transcurrió su infancia y su adolescencia. En 1937 se graduó en la Escuela de Infantería con el grado de subteniente y desde entonces su carrera militar fue gris pero en ascenso.

Una opaca carrera militar

Quienes lo conocieron desde entonces no dudan en catalogarlo como "un hombre tenaz y profesional", obligado a grandes privaciones económicas al menos hasta que conoció a Lucía Hiriart Rodríguez, en 1942, proveniente de una familia de clase media acomodada, con la que se casó al año siguiente. Cinco fueron los hijos del matrimonio: Inés Lucía, Augusto Osvaldo, María Verónica, Marco Antonio y Jacqueline Marie. De ellos, los dos varones siguieron los caminos judiciales del padre.

La geopolítica y la geografía militar estuvieron entre sus asignaturas preferidas como profesor en la Academia de Guerra chilena o en la de Ecuador, donde vivió entre 1956 y 1959. La inteligencia sería una de sus especialidades entre 1963 y 1966, cuando con el grado de mayor fue designado en la subdirección de la Academia de Guerra. Su ascenso a coronel y su salto al generalato le llegaron con las mejores graduaciones y con la consideración de todos sus camaradas, incluso del general Carlos Prats, quien creía tener en Pinochet no a un mero compañero de casino de oficiales, sino a un amigo.

El día que quebró la historia

Prats lo demostró cuando, en 1973, forzado por la presión militar y por la coyuntura política, se vio obligado a renunciar al Ministerio de Defensa y a la Jefatura del Ejército. Entonces recomendó a Pinochet ante Salvador Allende. Prats estaba destinado a ser el candidato a la presidencia en las elecciones de 1974 por la Unidad Popular (UP), pero el golpe ya estaba en marcha no sólo en los cuarteles sino en la misma casa de Pinochet.

Su viejo compañero en el colegio de los Padres Franceses, el almirante Antonio Toribio Merino, lo convocó a una reunión con el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigth, para que se sumara al golpe. "Pinochet no habló", recordaba Leigth. Se limitó a consultar a todos los jefes de unidades militares y recién el 9 de septiembre, dos días antes del final del gobierno de Allende, se subió al tren golpista. Lo hizo con tanto ímpetu que se auto- designó el jefe de la asonada y "jefe supremo" un año más tarde.

"¿Dónde está el pobre Augusto?", preguntaba Allende cuando las bombas convertían en añicos los muros de La Moneda. Estaba dando una orden por radio a sus subordinados: "Ese (el presidente) se va en un avión pero el avión se cae". Pasaron dos décadas para que la historia pudiera descifrar que aquella voz cuartelera que reclamaba que la sangre del presidente era la suya, pertenecía al general Augusto Pinochet.

Sentó su régimen sobre un trípode compuesto por las Fuerzas Armadas, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y la Escuela de Chicago. La represión, el estado de sitio hasta 1988, las torturas y desapariciones fueron tan constantes como los ajustes económicos y privatizaciones de empresas públicas. Ya por entonces, millones de chilenos se esperanzaban con eso de que no podía durar 100 años, aunque estuvo a punto. Cumplió los 91 rodeado de los suyos y de un grupo de fanáticos a quienes saludó desde la ventana de la casa que tuvo como prisión en sus últimos años.

Pudo haber durado menos si aquel atentado del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), en 1986, hubiese sido "exitoso" para el brazo armado del Partido Comunista. Pero en aquella oportunidad Pinochet supo, previa consulta a varios videntes y parasicólogos de cabecera, según sus biógrafos, que su longevidad estaba asegurada.

Pinochet manejó al país a su antojo, incluso después de entregar el poder, el 11 de marzo de 1990. Luego de dejar una Constitución hecha a su medida, controló durante ocho años a "la chusma política" desde la Jefatura del Ejército. Días después de ser distinguido como comandante emérito y asumir la banca de senador vitalicio que se había reservado, viajó a Londres para una presunta operación de hernia. Allí lo encontró el juez Baltasar Garzón el 16 de octubre y pidió su extradición por los delitos de genocidio, torturas y terrorismo en 94 casos. Quedó detenido, mientras en Chile el gobierno de Eduardo Frei se esforzaba en demostrar cuán débil estaba aún la democracia.

Su estado de salud le dio la libertad el 2 de marzo de 2000. Un día después regresó a Chile en medio de una bulliciosa recepción y como Lázaro, se levantó de la silla de ruedas y caminó, y se rió y conversó sin dejar rastros de su presunta demencia senil.

El mismo recurso que le sirvió en 2001 para que la Corte de Apelaciones de Santiago lo hallara imposibilitado de declarar, después del desafuero y procesamiento que había conseguido el juez Juan Guzmán por los crímenes de la Caravana de la Muerte, la patrulla militar que tras el golpe recorrió el país asesinando a militantes políticos. A su regreso, Pinochet había perdido el poder y el aura de impunidad que lo rodeó durante 26 largos años.

Entre la justicia y la muerte

La vejez lo encontró desprevenido, reinvidicando a su régimen y justificando su accionar denostando "a los comunistas", hasta que en vísperas de cumplirse 30 años de golpe y de su impunidad, la justicia volvió a la carga sobre él y el Senado de EU recordó que ya no era un aliado y sacó a relucir las cuentas ocultas en el Banco Riggs.

Hacía ya tres décadas que el ex secretario de Estado, Henry Kissinger, había puesto negro sobre blanco en el rol de Pinochet en Chile con su célebre consigna: "Pinochet es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Corrupción y lavado de dinero se sumaron a los cargos por las torturas y desapariciones de la Operación Cóndor o el asesinato de Prats. Coleccionó desafueros y procesamientos, Guzmán lo envió a prisión domiciliaria hasta que un accidente cerebro-vascular lo sorprendió el 18 de diciembre de 2004. Logró recuperarse.

Se lo vio por última vez el pasado 25 de noviembre. Días antes había esbozado un perdón para los familiares de sus víctimas, pero nadie lo recibió en serio. Ayer, Pinochet terminó por darle gusto a esa mayoría chilena que no sólo tuvo que aguardar años para que dejara de regir sus vidas sino que esperaba este desenlace desde hace mucho tiempo: el dictador, finalmente, no logró vivir 100 años.




En este espejo es en el que se tiene que reflejar México por que estamos ante una situación muy similar: gobierno ESPURIO y golpista repudiado por el pueblo que además pretende instaurar un estado fascista autoritario e intolerante, que finalmente acaba dividiendo a la población.

La pregunta es: ¿Pagará fecal por todos los delitos que ha cometido? ¿O le ganará la ira del pueblo antes?


Una razón más para apoyar al peje en el 2006.

No hay comentarios.: