LAS OCURRENCIAS DE FOX Y SU VOZ CERO.

REFORMA.

Gabriel Guerra Castellanos.

La migración y el sexenio perdido.

La opción de una reforma migratoria, como la que auguraba Fox al principio de su gobierno, fue desechada por el Senado de EU, en una amarga despedida para el Mandatario.

El regalo de despedida que el Senado de EU dio a Vicente Fox no podía ser más simbólico: la sepultura de toda posibilidad de una reforma migratoria.Tampoco vamos a decir que con esto los senadores le aguaron la fiesta de despedida al presidente de México. Son muchos los platos rotos que va dejando el presidente a su paso camino al rancho de su retiro como para que esto fuera distinto.

Hubo tiempos en nuestra historia en que se decía que la política exterior era el candil de la calle ante la oscuridad que provocaba la política interna. Fox puso fin a esa incongruencia: hoy la política exterior mexicana es tanto o más ineficaz, embarazosa y contraproducente que la interior.

Para muestra sobran los botones: Oaxaca, la inseguridad, el fracaso de reformas grandes y pequeñas, el rezago educativo, la pérdida de competitividad, los escándalos, la ausencia de estrategias de fomento y estimulo a los sectores clave de la economía, el partidismo real o percibido de la política social, la falta de aplicación de la ley, lo mismo contra manifestantes como a quienes la han tomado en sus manos para sus fines políticos o empresariales, y - finalmente - el encono y la polarización que hoy caracterizan la vida de nuestro país.

Las ocurrencias del presidente y de su vocero ya dan para un compendio, pero no se ha calculado aún el costo que han tenido sus frases desafortunadas, ni el impacto negativo de los caprichos y revanchismos de quienes dicen conducir la diplomacia mexicana.

Es así como ha naufragado la diplomacia mexicana, a base de dicharachos y exuberancias viscerales, de malas apuestas y peores decisiones.Es lamentable, por supuesto, que México haya desatendido a sus vecinos y aliados históricos en América Latina, perdiendo en el camino el liderazgo y autoridad moral acumulados a lo largo de décadas.

Más allá de las causas inmediatas de este descuido y de los pretextos que para justificarlo puedan esgrimirse, lo cierto es que de ninguna manera puede explicarse la pérdida de influencia de nuestro país en la región, con el consiguiente costo no sólo para la defensa de nuestros intereses, sino también - evidente para quien vea la política exterior como un juego de ajedrez y no uno de canicas - en el despilfarrar la posibilidad de influir en procesos de cambio en nuestro entorno que nos harían más valiosos aliados de nuestro vecino e interés inmediato.

Me explico, por si a alguien le hiciera falta la aclaración. Al romper toda interlocución seria con Cuba y Venezuela, por ejemplo, México ha perdido la oportunidad de jugar un papel de puente, lo mismo entre sectores y partes en conflicto hacia adentro de esos países que para otros como EU, que seguramente valoraron en el pasado la posibilidad que les ofrecía México de ser un canal de diálogo alterno y discreto.

Pero hasta como aliados hemos resultado poco útiles a nuestros vecinos, que no pueden dejar de ver cómo la diplomacia mexicana está cada vez más aislada, marginada, peleada con quienes deberían ser sus amigos o cuando menos sus compañeros de viaje. Y guárdense por favor la respuesta de que la defensa de los derechos humanos y las libertades ha conducido a las confrontaciones, o que han sido las ofensas de Hugo Chávez las causantes únicas de la descomposición. Lo cierto es que la falta de oficio, la verborrea y las obsesiones personales han conducido a este estado catatónico de la diplomacia mexicana. Abundan los ejemplos y anécdotas que pueden ilustrar lo anterior. Esta no es columna de chismes, que si no...

En el caso de la relación con EU, la más importante para nuestro país por el tamaño de la frontera, el peso específico del vecino y la complejidad de los temas que la componen, los errores han sido numerosos, pero fáciles de resumir en unos pocos grandes rubros:
Primero se pensó ingenuamente que el "bono democrático" tras la elección del 2000 y la simpatía personal entre Bush y Fox podrían más que los intereses reales en ambos lados de la frontera.

Después se apostó todo a la reforma migratoria, entonces llamada pomposa y falsamente "acuerdo migratorio", ignorando las dificultades y obstáculos que enfrentaría por sí sola, y la vulnerabilidad que se le generaba al volverla el tema central de la relación.

Luego se optó por un estilo de operación que nunca acabó de entender plenamente ni la forma ni el fondo de la política en el Capitolio. El Congreso estadounidense difícilmente respondería a la buena o mala relación entre Bush y Fox. Hacía falta mucho más trabajo, mucho más conocimiento, y muchas mejores relaciones de las que se utilizaron.

Finalmente, tanto en su gestión en el Consejo de Seguridad de la ONU como en su desempeño hemisférico, México resultó ser de poco valor estratégico para Estados Unidos. Nuestras malas reacciones ante los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001, la innecesaria difusión de nuestras diferencias en torno a Iraq y los sucesivos pleitos mexicanos con Chile, Argentina, Brasil, Cuba y Venezuela, hicieron de México un pasivo en vez de un activo continental para Estados Unidos.

La reforma migratoria estaba ya en un ataúd, construido en parte por nuestros propios errores y deficiencias. Lo único que hizo el Senado estadounidense fue poner los clavos en la tapa del sueño fallido de Vicente Fox.

gguerra@gcya.net