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jueves, marzo 15, 2007

ASIMETRÍAS.

Asimetrías



Escrito por Fausto Fernández Ponte.

Coincidencias.

I

La brevísima visita de George W. Bush a México acentuó una realidad insoslayable: la debilidad política de su presidencialado y la de su antritión, Felipe Calderón. Dos mandatarios debiles, pues.

Y es que la gestión del señor Bush, declinante (será sustituido electoralmente en 2008), se ha caracterizado por dos hitos de insoslayable trascendencia: uno, la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001; otro, la guerra en Irak.

Ambos hitos tienen una relación dialéctica; es decir, la invasión y ocupación militar de Irak y el derrocamiento y ejecución de Saddam Hussein para fines de rapiña y dominio geopolítico es la consecuencia de la destrucción de las Torres Gemelas.

Esa destrucción, cuya autoría se atribuye a Osama bin Laden y su organización Al Qaeda, fue logísticamente posible, según la perspectiva del señor Bush, por los vínculos vigentes entre el gobierno iraquí de entonces y aquél.

Al no consolidarse la tesis causal del señor Bush para invadir Irak, ocupar el país y derrocar y matar a Saddam y alzarse con el petróelo, el señor Bush arguyó que el Estado iraquí poseía armas de destrucción masiva; es decir, nucleares y químicas.

Ello, desde luego, jamás se demostró, no obstante que la Organización de las Naciones Unidas realizaron investigaciones en sitio y concluyeron con llaneza que el gobierno saddamista no realizaba programa alguno de desarrollo de tales armas.

El informe de la ONU acerca de esa pesquisa fue un agente importante en la decisión del Consejo de Seguridad de no autorizar incursiones militares extranjeras en Irak. No obstante ello, el señor Bush decidió actuar ilegalmente e invadir y ocupar Irak.

II

A esa flagrante ilegalidad estadunidense se adhirieron ciertos aliados --los gobiernos de España e Inglaterra y, en menor grado, los de otros países, la mayoría clientes ideológicos y socios políticos del de EU. Destruir a Saddam se convirtió en la obsesión enfermiza del Presidente Bush.

Y esa obsesión ha dominado todos los aspectos de la actuación de su gobierno tanto en el ámbito interno --estadunidense-- como en las relaciones con el mundo. Esas relaciones internas y externas devinieron en crisis.

La obsesión del señor Bush adquirió ribetes de demencia, al extremo de que recurre con frecuencia a la afirmación de que la guerra en Irak le fue ordenada por Dios, con quien, dice, suele conversar.

Así, la obsesión bushista se convirtió en imperativo estratégico y todos los actos de gobierno --políticos y económicos inclusive-- adquirieron un referente monstruoso: apoyar de alguna forma o modalidad las patologías del señor Bush y sus secuelas.

Ello, como lo ha demostrado la experiencia de los últimos siete años, ha afectado profundamente, en lo negativo, la relación del gobierno de EU con los de sus socios en la América del Norte, Canadá y México. El saldo político de ello es deficitario.

Por lo que atañe al trato con México, el señor Bush subordinó esos imperativos estratégicos derivados de su patología, la obsesión por destruir a Saddam y hacerse de la riqueza petrolera iraquí y dominar esa región del Medio Oriente y Asia Central.

Esa patología se tradujo en una visión consecuente: cercar a Irán y a China en términos tácticos no muy distintos de un asedio o sitio militar y de dominio e influencia regional, para limitar el alcance político de los gobiernos de esos países.

III .

Dado el trágico desarrollo de la enfermedad mental del Presidente de EU, el desenvolvimiento de sus consecuencias y desenlaces, el electorado estadunidense le ha dado la espalda. Sus socios --España e Inglaterra-- le han retirado apoyo.

Al darle la espalda al señor Bush, el electorado lo ha desautorizado a proseguir con el diseño y aplicación de sus políticas aberrantes, que tanto daño le han causado a los veros intereses estratégicos del país y erosionado la imagen del país en el mundo.

Hoy, el señor Bush vive solitario en la Casa Blanca, sin más compañía que su cohorte laboral de allegados, resentido contra el mundo, en particular sus socios europeos y los de la América del Norte --Canadá y México--, amargado.

Siéntese incomprendido. Y, sin poder. Así, en esas condiciones visitó al señor Calderón, cuyo gobierno acusa tal debilidad --concita repudio popular doquiera que va-- que no son pocos los mexicanos que piensan, con razones o sin ellas, que esta administración será efímera.

Irónicamente, el señor Calderón ha estado demostrando obsesiones no muy distintas a las del inquilino demente de la Casa Blanca. Demostrar fuerza militar y poderío coactivo para someter y obtener, de esa guisa, legitimidad moral, es un recurso antiquísimo.

Pero como recurso político también ha mostrado, desde la antigüedad, su cortísimo alcance y su eficacia reducida y, por ende, limitada. Los mexicanos no vemos al Presidente como un gobernante fuerte, sino lo opuesto, frágil y vulnerable.

Ambos mandatarios trasladan a sus encuentros --a la visita misma-- sus debilidades y cortedades políticas e ideológicas. El único denominador común de ellos es su compromiso con servir los intereses de los grandes consorcios trasnacionales. Contra México.

Glosario:

Geopolítica: Ciencia que pretende fundar la política nacional o internacional en el estudio sistemática de los factores geográficos, económicos y raciales.

Ribetes: asomos, indicios.

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