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lunes, julio 10, 2006

¿QUIEN DEMONIOS ES FELIPILLO?.

Juan Enriquez Cabot, escribe en el Reforma:


¿Quién es?.

Asumamos, salvo que ordene otra cosa alguna corte, que llega Felipillo. ¿Por qué no hay, entre los dueños del país, más júbilo? La vieron cerquita, cerquita. Algunos compraron departamento en Miami y la Jolla por si las moscas. Deberían estar celebrando.

Vaya, debería haber tequila fluyendo en toda sucursal del consejo coordinador del empresariado (y de la política). Pero no es así. Más bien hay temor. ¿Por qué?.

En parte es porque matan al Peje una y otra vez y revive. Le roban elecciones estatales, lo intentan desaforar, videograban, arrestan ex presidentes, acusan de narcos, gastan tres veces el tope de campaña, hildebrandean, ruegan que los legitimen desde el exterior Bush & Cia. y aun así sólo vencen por minúsculos márgenes.Como buen vampiro tabasqueño, el Peje se rehúsa a morir.

.. Pero esto no es, por mucho, el fondo de todo del temor que retiembla por ahí. Más bien, ahora que se creen ganadores, muchos representantes del partido de la continuidad, el no cambio y el oligopolio perpetuo siguen de noctámbulos. Hay, en sus blancas cabecitas, muchas preguntas que aún no se autocontestan. Entre ellas, la principal es, ¿quién demonios es Felipillo?.

La elección fue un referéndum sobre quién no. Se cosecharon odios como nunca. La mayor parte de la campaña, tanto la del Felipillo como la del Peje, se dio en contra de. No en favor de. Fue campaña que acabó dividiendo al país y regenerando odios ancestrales, odios de fondo.

No toda la población se radicalizó. Pero un 10 por ciento de la derecha y un 10 por ciento de la izquierda honestamente sí creen que los del otro bando representan algo que hay que excomulgar y mandar directamente al infierno. (Aunque cada uno define al infierno, a sus demonios y compinches de manera distinta).

Esta profunda zanja cruza un país con mucho pastizal seco. Es país donde un cerillo puede incinerar muchas hectáreas.En una situación así no puede haber continuidad sin decidido liderazgo. Pero al volcar todo esfuerzo en el no Peje, a muchos se les olvidó preguntar si Felipillo es en realidad el líder que quieren. Se suponía que Felipillo era garantía de estabilidad. Pero pues no.

Resulta que en un país tan dividido el proto-electo acaba muy débil. Lo primero que hizo, su primer mensaje, después de levantar la manita y decir "yo gané, yo gané, créanme", fue proponer un gobierno de transición.Ante su primera crisis Felipillo se apanicó. Tendió la mano a quienes muchos consideran el demonio mismo. Les prometió cogobernar. Les prometió incluirlos, sus propuestas e ideologías, en gobierno propio.

Al haber vacío de ideas, planes, programas, propuestas pues lo más fácil es intentar apirañarse un cachito de lo que el otro prometió.No hay, en sí, nada de malo con esta táctica. Todo político inteligente, especialmente el que opera en gobierno de minoría, intenta ampliar su base llevándose un cachito del otro partido. Pero normalmente no se intenta tragarse todo, incluyendo al liderazgo. Esto sólo ocurre cuando hay inmensa inseguridad y debilidad.

Cuando las propuestas de uno son tan débiles y dividen a tantos, que no queda más que legitimarse uno mismo implementando la mayor parte de lo que propuso el adversario.Y esto precisamente es lo que más preocupa a algunos intereses. Ésta es situación que ya vivieron tras cada crisis sexenal. Un Presidente entrante tiene que legitimarse canibalizando. Espectáculo rudo que aprecia mucho el público en general. Y aquí es donde empiezan las angustias por parte de cuñados, financieros, empresarios y dueños mediáticos.

Ahora, al día siguiente de la gran juerga, muchos se despiertan, voltean, ven algo no muy atractivo juntito, juntito, y empiezan los remordimientos y preguntas. ¿Quién sera éste?.

El asunto Hildebrando caló de fondo no tanto porque el cuñado sea especialmente feroz en piratearse recursos públicos sino porque refleja un tema de fondo, un tema que Felipillo dejó de ladito, los familiares más cercanos a la esposa. Ser el candidato de la continuidad en épocas de Bibriescas es complejo. Lo será aún más cuando no se tenga a un Peje directamente en frente.

Habrá que tomar medidas, y a muchos, estas medidas no les van a gustar nadita, nadita.Tampoco es grato ser candidato de la continuidad en época de Atencos, Tijuanas, Nuevo Laredos, Guerreros y Oaxacas. Hay en todos lados señales de macro destrucción de liderazgo e instituciones en cámara lenta. Al parecer al Fox-prozac estas situaciones lo tienen sin cuidado. Pero en Atenco, dos veces ya midieron al Presidente y ambas veces se equivocó. Ambas veces salió con manitas quemadas, con menos legitimidad, con menos poder.

Atenco no se ha resuelto, al igual que Chiapas y Juárez, se sigue pudriendo.En Nuevo Laredo continuidad significa que entran al hospital San José a rematar al comandante que ya habían balaceado. En Tijuana, bajo el tutelaje del tan ejemplar Hank Jr., se resquebrajan las viejas reglas; ahora si uno es empresario el pagar rescate no garantiza nada. En los últimos tres secuestros llevó a la muerte.

En Guerrero la policía está desertando de manera masiva por la ola de decapitados. Ahora, en el Distrito Federal, llegan los Zetas y dejan lindo cadáver envuelto con notita. En Michoacán 190 ejecutados en medio año. Y habría que preguntarse a quién le tendrá más miedo un narco, un secuestrador, ¿al Madraxo, al Peje o al Felipillo? Viva la continuidad.

Capaz que el arrestar a Echeverría por zangolotear derechos humanos hace 38 años le valió al Felipillo sus 250 mil votos. Pero también es el equivalente a colocar un aviso oportuno dirigido a todo juez, policía, militar, perito y Ministerio Público: "Les voy a pedir que combatan con todo el poder del Estado al narco... pero no les puedo garantizar que algún abogadillo barato no politice el asunto cuando lleguen a ser abuelos".

Habría que estar loco para usar la fuerza del Estado bajo un gobierno que promete la continuidad después de un avance sin precedente en la violencia, los secuestros y el narco.Quizás gradualmente el país deje de hablar tanto del Peje y ahora se dedique a hablar sobre un Felipillo que anuncia, como primera prioridad, organizar tres viajes al extranjero antes de tomar posesión.

Esto es no entender al votante. Si se llegara a anular esta elección, si llegara ha haber interino, el motivo principal no va a ser el opositor, va a ser el vacío de poder, ideas y liderazgo que representa el gris contendiente que no puede anclar la continuidad. La labor de Felipillo ya no es combatir proto-demonio, es demostrar en momento de inmensa fragilidad que puede y debe gobernar. De otra manera pudieran ser los mismísimos intereses los que decidan que ni uno ni otro garantiza liderazgo y continuidad y va de nuez... Pobre país.

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