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lunes, julio 10, 2006

DEL MIEDO SE PASÓ AL ODIO...¿QUE SIGUE?.

Roberto Zamarripa en el Reforma:


Respeto.

Del miedo se pasó al odio. Donde hay miedo hay coraje y donde hay odio hay venganza. Las elecciones de la semana pasada estaban inyectadas de miedo y sus resultados comienzan a ser bañados de odio.No. La extraordinaria modificación del mapa político surgida de las votaciones del 2 de julio reclama sensatez, inteligencia, paciencia y tolerancia para consolidar lo logrado por la ciudadanía.

1. La elección presidencial no ha terminado. No es una novedad. Es una constante de las elecciones competidas del siglo XXI. Lo fue en el 2004, en Veracruz, cuando el PAN quiso revertir los resultados del proceso electoral que le eran desfavorables y peleó, ejerciendo su derecho, hasta el último minuto. Incluso, el presidente Vicente Fox animó a sus correligionarios panistas cuando en un Consejo Nacional del blanquiazul le gritaban: "¡Veracruz!" y el mandatario los alentó con un "Estamos trabajando en eso", en alusión a la decisión pendiente del tribunal. Dicen que el exabrupto presidencial costó al PAN la posibilidad de anulación.

2. Impugnar y movilizar, nada condenable. Los actores políticos decidieron la construcción de un andamiaje electoral que tiene el propósito de buscar la equidad en las contiendas, proteger el derecho al sufragio de las coacciones y los sobornos y dar garantías jurídicas para la impugnación de los inconformes. El ejercicio de este derecho, acompañado de movilizaciones ciudadanas, fue distintivo del panismo en la elección gubernamental en Sinaloa en noviembre del 2004. Entonces, el candidato a gobernador Heriberto Félix, llevó hasta el límite las manifestaciones políticas y la impugnación legal, con protestas en todo Sinaloa e incluso un mitin masivo en el Ángel de la Independencia encabezado por la dirigencia nacional panista. Nadie los llamó irresponsables.

3. Revisar voto por voto, casilla por casilla. El reclamo del recuento de votos no es nada extraordinario. Lo propuso Gabino Cué, cuando fue candidato panista a gobernador y perdió la elección con Ulises Ruiz por una mínima diferencia.Es más, cuando fue la elección interna del PAN en octubre del 2005, dividida en tres rondas, fueron abiertos paquetes electorales porque tanto Felipe Calderón como Santiago Creel alegaban fraude.En Yucatán, por ejemplo, los creelistas decían que había sucedido un fraude escandaloso. Calderón replicó que no debían anularse votos "a capricho o por complacencia".Según la nota de Reforma del 19 de octubre del año pasado que consignó esa discusión, Santiago Creel respondió desde Manzanillo: "Pues mire si eso es lo que pidió, nada más le faltó pedir su chocolate y pastelito, una democracia indica competencia y una competencia indica luchar voto por voto".

4. Casillas soviéticas en zona cristera. Viñetas de una elección competida. Casilla 456 Contigua de Celaya, Guanajuato. Porcentaje de votantes: 101.17 por ciento. Gana el PAN con 334 votos por 39 del PRI y 89 del PRD. Hay 202 votos anulados.Casilla 173 Básica de Tikul, Yucatán. 171 votos para el PAN, 131 para el PRI, 20 para el PRD. 264 anulados. Porcentaje de votantes, 101.69 por ciento.Puede ser que las boletas no utilizadas hayan sido consideradas como votos nulos. Eso debió haberse resuelto en el cómputo del miércoles 5. Pero los panistas no accedieron a revisar esos paquetes.El problema en realidad es que los índices de "participación" electoral se dispararon en zonas rurales de Guanajuato, Jalisco y Yucatán, donde habitualmente votan menos que en otros rincones del país. Sorprendente resultó que en comunidades prácticamente fantasmas de Yucatán donde los mayas han emigrado masivamente a Estados Unidos, 4 de cada 10 casillas tuvieran un porcentaje de votación entre 80 y más del 100 por ciento, por encima del promedio estatal de 68 por ciento de participación.En elecciones abiertas eso era anec- dótico, pero no por ello dejaba de ser irregular. En una contienda cerrada, eso es sospechoso y no deja de ser preocupante.

5. Respeto. Recontar votos donde hay dudas conviene a todos, principalmente a quien asume haber triunfado aunque sea por estrecho margen. Eso no obsta para abrir un canal de diálogo entre contendientes.El asunto no está en repartir secretarías de Estado sino en establecer una agenda política para la transición. Una agenda que tenga por delante la consolidación de la certeza electoral; segundo, sustente un pacto legislativo para el próximo trienio y, tercero, abone en favor de un programa de reformas para un eventual gobierno de coalición, sea quien sea el ganador.Hay que eliminar el odio y hay que atajar los ánimos de venganza como condición mínima para sentarse a dialogar. Si algo hartó de las campañas fueron los escupitajos por televisión. Es básico el respeto al adversario para intentar acuerdos. Consumarlos significará el respeto principal, el respeto al ciudadano.

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