¿Cómo construir una televisión autónoma e independiente del gobierno en México?*
¿Cómo construir una televisión autónoma e independiente del gobierno? Me parece que la pregunta equivoca el blanco, debió haberse hecho al revés. Cómo crear un público autónomo e independiente de esa televisión que se nos impone y nos gobierna. En lugar del verbo construir -la referencia arquitectónica es inevitable- debería emplearse el de crear. No la construcción de un canal de televisión -se da por supuesto-, sino la creación de un público crítico y participativo. ¿Es demasiado pedir? ¿De veras es imposible? ¿Hemos perdido la batalla? Me temo que sí. Desde principios de la década de los años 50, la televisión comercial se presentó como el gran negocio del futuro -sin duda lo era y lo ha sido- independiente del gobierno y del público, y terminó ejerciendo el papel de vocero más eficaz del gobierno y sometiendo al público: hoy se convirtió en nuestra verdadera Secretaría de Educación Pública.
El 10 de octubre de 2002, el gobierno del señor Vicente Fox -inteligencia preclara, si alguna- clausuró de golpe, con el llamado decretazo, el proceso de reforma y democratización de los medios electrónicos en México, que se había discutido durante un año y medio en la Secretaría de Gobernación con la cúpula de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión -dirigida entonces por el vicepresidente de Televisa, Bernardo Gómez-; la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, capitaneada por don Pedro Cerisola, y la Presidencia de la República, con la participación de una destacada protagonista, doña Marta Sahagún, ex vocera de Fox y negociadora con las dos grandes empresas televisivas, quien se convirtió -como escribe Jenaro Villamil- en "la llave maestra" para favorecer tanto los intereses de Televisa como los de Tv Azteca, por encima, incluso, de los concesionarios menos fuertes.
Así seguirá mientras no exista un órgano regulador autónomo, mientras se mantenga la concentración de las concesiones -en su libro Derecho comparado de la información, Ernesto Villanueva nos advierte que, a diferencia de legislaciones como las de Alemania, Francia y Estados Unidos, en México no encuentra cabida alguna la regulación para evitar la concentración y los monopolios-, mientras siga adelante la inaudita degradación de los contenidos televisivos, mientras no se pongan límites a la publicidad en los grandes consorcios, mientras no exista el derecho de réplica, mientras la televisión pública no tenga una personalidad jurídica propia, mientras no exista por ley el fomento a la producción independiente -desde la consolidación de Televisa la programación ha sido planificada, distribuida y organizada a partir de los valores y la ideología del consorcio-. La industria de la conciencia en plena acción.
Por ejemplo, Tv Azteca firmó un convenio con la productora Argos y esto le permitió ser competitiva en una de las áreas clave de la poderosa Televisa: las telenovelas. Al final, el convenio se deshizo por lo mismo que ha impedido el florecimiento de la producción independiente, atrapada entre los dos grandes consorcios: la falta de regulación jurídica que respete los derechos de autor, la libertad creativa y los acuerdos comerciales justos. Mientras no se regule la publicidad electoral en televisión, después del desastre de las últimas elecciones presidenciales, no habrá nada qué hacer. De muestra, un botón: los canales 11 y 22 tienen juntos un presupuesto anual de 350 millones de pesos; el señor Vicente Fox gastó, de enero a junio de 2006, mil 700 millones de pesos en una no tan solapada campaña en favor del candidato de su partido, es decir, cinco veces más que el presupuesto de los canales públicos. Después de esta apresurada revisión, no me parece que existan las condiciones para hablar de una televisión autónoma e independiente del gobierno, cualquiera que éste sea.
Preguntas al Consejo Consultivo de Radio y Televisión del Distrito Federal: ¿Se cuenta ya con un estatuto jurídico aprobado por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal? ¿Se ha negociado con la Comisión Federal de Telecomunicaciones una frecuencia de televisión abierta? No creo que exista la posibilidad de ocupar las frecuencias 46 ni 52 en UHF: ¿se tiene alguna otra en perspectiva? ¿Se ha pensado en circuitos cerrados de televisión, como el Metro de la ciudad de México? ¿Por qué no acudir y estudiar con toda atención el modelo de la televisión de Bavaria en Alemania? No, no es mi irremediable proclividad germana, hablo de un modelo de estación televisiva elogiado y recomendado por la misma BBC de Londres -que funciona con un gobernador impuesto por la Cámara de los Comunes y ciudadanos anónimos-. Por el contrario, la televisión de Bavaria se compone de consejos regionales -en este caso serían las delegaciones-, 67 representantes de los medios académicos, profesores universitarios, directores de los periódicos más importantes de la región, organizaciones no gubernamentales, representantes de la asociación de médicos, iniciativas vecinales, representantes eclesiásticos y la intervención de cinco ciudadanos autónomos que tendrían a su cargo, no el laberinto de la administración, sino la asignación y la programación de horarios por cuotas y el horario AAA, inclusive; la exigencia no de un servicio profesional de carrera (la trampa del Partido Acción Nacional), sino de un servicio profesional escogido después de exámenes, en los cuales los locutores y conductores de programas tienen prohibido -de modo riguroso y por ley- editorializar las noticias. ¿Será posible una televisión así en México? No lo creo. Sí creo que las nuevas tecnologías e Internet, por ejemplo, han abierto nuevas perspectivas. Como buen pesimista creo que quizá las minorías de hoy se conviertan en las mayorías de mañana. Sin embargo, ese día lo veo muy lejano.
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