¿DEMOCRACIA?.

Fausto Fernandez Ponte escribe:

Definir la Democracia.

El caro leyente Francisco Ochoa Ochoa, quien nos lee en Ciudad Juárez, Chihuahua, nos espeta respetuosamente por el ciberespacio la siguiente interrogante:

"¿Por qué dice usted en su Asimetrías que en México no hay democracia, si acabamos de realizar unas elecciones que nos definen precisamente como un país democrático?"

Añade: "Además, como dice (Luis Carlos) Ugalde (presidente del Instituto Federal Electoral), la regla de oro de la democracia es la de gana aquél que obtenga más votos".

Y otra cara leyente, María Obdulia Herrán, quien nos lee en Tijuana, nos escribe: "Discrepo de su aserto de que en México no hay democracia, pues elegimos a los gobernantes".

Temería este escribidor que su afirmación se sostiene por sí misma, pues precisamente esa elección nos exhibió con dramática crudeza como huérfanos de la democracia.

Mas nuestra orfandad también se extiende a la forma de democracia --la electoral-- que se nos muestra falazmente como la democracia en sí misma. Ello es un sofisma.

La elección es sólo una herramienta de la democracia, pero en nuestro entorno se nos ha imbuido la percepción de que elegir es la democracia en sí. Es sólo una fase. Y no más.

Por ello confundimos elección con democracia, siendo ambos expresiones de la forma de organización política --o sistema político-- prevaleciente en el país.

Esto nos lleva a la definición real de la democracia. A la teoría de la democracia confluyen tres tradiciones históricas de pensamiento político. Una, la clásica, aristotélica.

Otra es la tradición medieval derivada de la experiencia romana, de la soberanía popular, que se nutre de la tesis de que el poder se deriva del pueblo. Y tres, la moderna.

Norberto Bobbio describe esta tradición --la moderna-- como teoría maquiavélica o republicana y, tras describir la evolución de las formas democráticas, concluye:
"Junto a la noción procesal de d... existen la democracia formal --o liberal-- y la democracia sustancial --o social, popular y/o socialistas--...

"(...) La d. formal es más que nada un gobierno del pueblo; la d. sustancial es... un gobierno para el pueblo. El término d. tiene dos significados netamente distintos".

"El primero indica... cierto conjunto de medios --las reglas de procedimientos--, independientemente de la consideración de los fines.

El segundo significado, nos dice Bobbio, "indica un cierto conjunto de fines, sobre todo, el de lograr la igualdad no sólo jurídica, sino social cuando no económica".

Prosigue Bobbio: El logro de la igualdad socioeconómico se persigue independientemente de consideración de los medios adoptados para alcanzar los fines..."

Bobbio sostiene que ambos significados de d. son legítimos históricamente, pero si bien tiene inspiración del ideal rouusseauniana, carecen de un "elemento connotativo" común.

Y elucida el pensador italiano: Los significados podrían converger en un punto único, el de que una democracia cabal - -o "perfecta"-- que sea al mismo tiempo formal y sustancial.

Pero la lucidez de Bobbio requiere aterrizar en nuestro entorno, el mexicano. Pablo González Casanova, el celebrado autor de La democracia en México, afirmó ayer lo siguiente:
"Todos los estados del mundo están en proceso de reestructuración y estructuración funcional, con el fin de lograr algo lo que los nuevos expertos llaman gobernanza...

"Por gobernanza entienden el arte de construir estados, gobiernos y elecciones funcionales al Estado trasnacional emergente...
"Este Estado trasnacional emergente integra a los complejos empresariales militares que lo crean para lograr su dominación y acumulación".

Lo dicho por don Pablo es verismo abrumador. La coyuntura de la elección del 2 de julio podría permitirnos construir, eso sí, una forma de democracia más allá de lo electoral.

La democracia es más que Estado y gobierno; es un estilo de vida desde el núcleo mismo de la sociedad, el de la familia, en pos del ideal igualitario, el de Rosseau.