Sique
Estaba leyendo un libro de Daniel Gluckstein que se titula “La mundialización y la lucha de clases” que me prestó un amigo. El término mundialización lo utiliza para lo que comúnmente conocemos como globalización. Es una lectura interesante que retoma el marxismo y plantea que la mundialización es ahora más que nunca la lucha de clases que se ha dejado olvidada en el cajón para acabar pronto sólo porque la Unión Soviética tronó y las fuerzas de la derecha lo aprovecharon para quitarle peso. El caso es que me comencé a sentir muy molesta, a pesar de que todo lo que leía tenía bases absolutas de razón. En un principio se lo atribuí a que siempre que me meto en teorías económicas tengo que hacer un gran esfuerzo por comprenderla, no soy economista. Cuando ya la molestia era mucha comencé a pensar “sí, ¿y qué?” pero aún no me percataba siquiera de lo que estaba pensando cuando salió verbalmente “sí ¿y qué”? Dejé la lectura y me puse a analizar mi decir.
¿Y qué que todo eso así sea? ¿Qué importa que sea que si por los medios de producción y que si la plusvalía? ¿De qué nos sirve saberlo si eso no basta para que se modifiquen las cosas y se consiga la igualdad de condiciones de vida en los seres humanos? Ya no necesitamos teorías, lo que necesitamos es que el humanismo sea una práctica común de la gente, lo que se necesita es comprender que sin moralidad y sin valores así se configuren las teorías más exitosas para el bien de la población mundial no sirve de nada porque quienes tienen el poder no están interesados en que la humanidad sea más feliz y al menos satisfaga sus necesidades básicas, de tal forma que las distorsionan y terminan fracasando.
Al humanismo no lo pela nadie, todas las disciplinas están interesadas en teorías y en explicárse el mundo sin concederle importancia a lo mero principal: los valores, los principios, el amor. Uno de los psicoanalistas menos valorados del grupo que devino de Freud fue precisamente Fromm, uno de los pocos que habló de la cultura y de los valores humanos. Los más “científicos” lo devaluaban porque según ellos no aportaba suficiente conocimiento para la configuración de la teoría. Siempre he pensado que Fromm justamente fue el que habló de lo más importante para la “cura psicológica”. Fue el que dijo que mientras la tecnología fuera a una distancia tan grande de ventaja respecto del amor y los valores la humanidad sufriría una debacle. Pero quien ya lee a Fromm, quien lo recuerda si no es alguna romántica como yo que siente que le debe tanto. ¿Saben ustedes que cuando yo estudié, (1974-78) en toda la carrera no sólo se vapuleó a Fromm sino que no cursé una sola materia de ética? Creo que aún sigue sin implementarse esa materia en la carrera de psicología. ¿Cómo podría un psicólogo, ya no se diga curar, al menos ayudar a la gente dándole una orientadita de en qué la está cagando si no sabe de ética? Tan importante como el juicio de realidad es los parámetros morales que tiene una persona para conducir su vida de la mejor manera posible. En fin.
En todo pasa igual, Benito Pérez Galdós está considerado como el escritor español más importante junto a Cervantes, ¿saben ustedes que no he encontrado una sola calle que se llame Benito Pérez Galdós? A lo mejor la hay debe ser muy pequeña y encontrarse en algún suburbio. Claro, Pérez Galdós habló de los valores y de las cuestiones sociales, escribió una serie de Episodios Nacionales para que los españoles conocieran su historia, escribió alrededor de cuarenta novelas que hablaron de la personalidad de los españoles para que se reflexionara y se progresara. El día que murió, la representación gubernamental fue casi nula, el pueblo se congregó en una multitud y lo lloró como debía llorarse a uno de los más grandes hombres que ha dado España no sólo como artista y escritor sino como ser humano. Ahora sólo una “secta” de estudios son los “galdosianos”, cuando se le menciona, la gente levanta la ceja y dice: “Ah, sí Galdós” como diciendo, me suena, pero no he leído nada de él.
Después del franquismo el reto no nomás era resolver lo más urgente como era una mayor libertad sexual sino también promover los valores de la izquierda. Sabemos que es difícil pues en realidad la mayoría de las familias que se exiliaron era justo las de izquierda, y no olvidemos que Franco murió tranquilamente en su cama, entonces se entiende que en España el partido de “izquierda” sea más o menos como el demócrata de los Estados Unidos. Por otra parte, resulta que las familias de izquierda que se fueron a México ya no regresaron, y ¿qué creen? La mayoría se aburguesó y de los valores de la izquierda se olvidó. Por lo general ahora, sus hijos cómodos como viven son tibios en su participación política y no dudo que muchos de ellos estén a favor del espurio.
Y si Galdós no pinta en España tampoco lo hace Rulfo en México, con menos años de fallecido, ahí anda su hijo promoviendo a su padre con películas, al mejor escritor que ha tenido México aunque no haya ganado el Premio Nobel que tendríamos que estar presumiendo como los españoles a Galdós. Los libros de Galdós y Rulfo tendrían que estarse leyendo en las escuelas al menos en España y México a ver si así formamos individuos más morales que pueden mirarse a sí mismos y reflexionar sobre los valores y el ser humano en vez de que los niñ@s y jóvenes esten leyendo literatura light y sajona como la de Harry Potter que nada nos dicen sobre el sí mismo y los valores. No así, en México la inmoral de Vázquez Mota, ha inventado una estupidez neoliberal de “eficiencia y calidad” en las escuelas que no sirve más que si acaso para detectar a los niñ@s mas robotizables y convertirlos en esclavos del neoliberalismo.
Pero tomemos las leyes y el derecho. ¿Para qué queremos leyes si no se cumplen? ¿Cuál es el caso de una Constitución si las fuerzas del poder no la siguen, si el Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación cuando no le gusta una ley constitucional simplemente dice que “está escrita con las patas” y se la pasa por el arco del triunfo? Después de lo que acaba de suceder en México, es absurdo pensar en las leyes como un bastión de la justicia. Con razón el pelele quiere un Estado de derecho y de leyes, si eso significa hacer lo que le de la gana, leyes, mis huevos. Pero eso no es sólo de México, pasa igual en todos lados donde no hay moral. ¿Para que la ONU y sus resoluciones si Bush ataca Irak con ONU y sin ONU? ¿Para qué esa organización tan costosa como absurda si en Ruanda hace muy poco mataron a un millón de personas a machetazos? ¿y qué hizo la ONU? Nada.
No sólo es al diab lo con las instituciones sino con las leyes por igual si éstas como las instituciones se corrompen y pierden su razón de ser. Si hubiera sentido del amor y de justicia, las leyes se irían configurando de manera muy natural atendiendo a los principios. Las personas que estudian leyes, con sus honrosas excepciones tienen la expectativa de vivir no en base a la justicia sino en base a encontrarle subterfugios a las “leyes” para que algún poderoso los contrate para salirse con la suya y enriquecerse con ello. Sé de un caso en que un muchacho cuyo padre había muerto le pidió ayuda a un tío rico(hermano del fallecido) para estudiar dentro de una rama del arte, ¿saben ustedes lo que respondió el tío? Que estaba dispuesto a pagarle la carrera en cualquier universidad del mundo que quisiera si estudiaba leyes, que eso del arte, no. Los hijos de una de las amigas más reaccionarias que he tenido estudiaron leyes. El pelele, no podría ser de otra, estudió leyes. Antes que leyes debería formarse a le gente para que las cumpla.
Los pocos que estudian leyes con el ánimo de que haya más justicia en este mundo debieran contratar a un terapeuta de planta porque la frustración debe ser enloquecedora. A propósito de Galdós, él llegó a Madrid a estudiar derecho y ¿saben que hizo? Mejor se fue a recorrer las calles de la ciudad para encontrar ahí lo que realmente acontecía entre los españoles cuestión que fue plasmada en su prolífica obra para que se llevara a la reflexión las principales causales de la injusticia, que está en las redes sociales viciadas con la inmoralidad de la iglesia, la simulación y la avaricia de quienes creen que la felicidad está en el poder económico y en el tener más que en el ser.
De momento, ya no necesitamos más teorías, ni más leyes, lo que necesitamos es gente buena, amorosa y consciente de que la única posibilidad de una vida feliz está en el cuidado del planeta y en la armonía entre los seres humanos, lo cual sólo puede lograrse a través de la ética.
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