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domingo, agosto 13, 2006


Eme-equis on line.
Por Sergio Aguayo Quezada*

Saber con precisión qué pasó en las casillas que el Tribunal Electoral ordenó abrir en estos días será definitivo para tratar de perfilar las acciones futuras de los actores políticos. Si las variaciones fueron menores y estamos hablando de errores humanos más que de un patrón deliberado, será difícil sostener la argumentación jurídica de que se abran todas las casillas. Por el contrario, si el Tribunal da suficiente información para alimentar los argumentos sobre las irregularidades y surgen indicios claros de fraude, lo que vendrá será una movilización social mayor a la que conocemos hasta ahora.

•Habrá que averiguar si la Coalición por el Bien de Todos resistirá los resultados en caso de que éstos resulten contrarios a sus aspiraciones. Existe el riesgo de que en un escenario así, la coalición empiece a fracturarse, sobre todo por el lado de quienes consideren que con la intervención del Tribunal Electoral se dan por bien servidos. Esto podría ocurrir no sólo con los partidos aliados, Convergencia y el Partido del Trabajo, sino también con algunos grupos o dirigentes del PRD. Algo así como lo que pasó con el Frente Democrático Nacional en 1988, cuando algunos de los actores políticos se fueron desmovilizando porque habían visto satisfechos sus intereses y alcanzado sus objetivos.Un escenario de ese tipo representaría un reto para Andrés Manuel y el grupo social y político que le sigue. Tendrán que revisar lo que se ha planteado, hasta qué punto puede evolucionar como movimiento social y cómo afectará al partido.En ese caso, el PAN tendrá la compleja tarea de desactivar la polarización social generada por la elección. Y es que, por lo menos en estos momentos, Felipe Calderón aparece como un candidato debilitado. Aun cuando tiene el apoyo evidente de un buen número de grupos, es un hombre debilitado.

•El balance de este año es pésimo para la calidad de la democracia. En lugar de terminar como una fiesta, la elección concluyó como un velorio. La mayoría de los que participamos como observadores y electores no terminamos satisfechos. Es un sentir generalizado. Cada quien dará sus razones, pero gobierne quien gobierne, será una herencia muy pesada.Estamos en la frontera del conflicto social. Pasamos del conflicto político al conflicto social. No quiere decir que vayamos a llegar a ese estadio, pero tampoco se puede cancelar ese escenario. Nos hemos ido acercando cada vez más al conflicto social. ¿Llegaremos a él? No lo sé, pero negarlo también sería una irresponsabilidad.

•Hay una visión optimista que considera que esta confrontación no nos llevará a una etapa de alta conflictividad. Pero hay evidencias de que están dadas las condiciones para dar ese salto. Aunque todavía no lo hacemos, sí nos estamos acercando. Ahí lo dejaría en este momento. Las dinámicas del conflicto social tienen su ritmo, su tiempo; como pueden acentuarse, también pueden desactivarse.El punto es que ya no estamos hablando solamente de la disputa por la Presidencia. Ya están en juego otras apuestas; el PAN tiene una base social muy numerosa. El que no salgan a las calles no quiere decir que no estén ahí.

•El lenguaje de López Obrador o la insistencia de Felipe Calderón de presentarse como el ganador están en el mismo nivel de provocación. Esa reiteración del panista de que es el presidente de México es una forma de decir que “él es el presidente y punto”. Es una forma de provocación, con otro estilo pero a fin de cuentas provocación. En los dos discursos hay una intención de anular al otro como interlocutor. No existe el uno para el otro. Los dos se están negando.

•Haya o no pruebas del fraude, lo que sí tengo claro es que fue una elección sucia. Quien más sufrió en este año y en este proceso electoral fue la calidad de la democracia. Está en uno de sus más bajos niveles.Durante más de un siglo no tuvimos elecciones presidenciales confiables. Finalmente llegamos a 2000, cuando se dan unas elecciones confiables y competidas. Seis años después, vuelven a estar en entredicho para un porcentaje importante de la sociedad, entre los que me encuentro. Soy de los escépticos. No necesariamente puedo decir que hubo fraude, porque no lo sé, no tengo evidencias; pero tampoco soy de los que creen que no pasó absolutamente nada. Y es que seis años después de una buena experiencia democrática, otra vez vivimos con el fantasma de la incertidumbre.

•En este proceso tan incierto, el papel del presidente Vicente Fox es una verdadera lástima. El presidente que sacó al PRI de Los Pinos, todavía por ahí de 2003 se decía que sería el mismo que le abriría la puerta para su regreso. Eso no pasó. Más bien se convirtió en el portero de la incertidumbre en estas elecciones presidenciales. Fue él quien abrió la puerta para que la duda volviera a imperar. Al final, su compromiso con la democracia fue muy endeble.Vicente Fox es una figura trágica. Simplemente no sostuvo su compromiso con la democracia. No resistió la tentación de evitar que llegara al poder alguien a quien rechaza y de pavimentar el camino a quien apoya. No resistió la tentación de negarse a ceder el poder por la misma vía que él llego, la de las urnas, a otro que no fuera alguien de su partido. Falló en su compromiso con la democracia.

•Por el momento, las cosas dependen de lo que diga el Tribunal Electoral. Es tan fundamental lo que vaya a decir y tan veloces son los sucesos, que muchas de las cosas que se adelantan tienen el riesgo de quedar en especulaciones. Pero mientras esperamos, lo cierto es que la democracia quedó en entredicho.

* Investigador de El Colegio de México. Con base en una entrevista realizada por Jacinto Rodríguez Munguía.

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