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viernes, diciembre 15, 2006

ALGUNAS NOTAS SUELTAS

Martí Batres Guadarrama
Resistencia, costos y futuro

nota original:

De manera insistente los editorialistas de la prensa conservadora han venido manejando que la resistencia civil dirigida por Andrés Manuel López Obrador en contra del fraude electoral del pasado 2 de julio terminó afectando al PRD, al movimiento democrático y al propio López Obrador. Dicen con un tono que llega a ser hasta paternal, que la resistencia fue un "error", y muy preocupados por el futuro de la izquierda afirman que se dilapidó su capital político. Este análisis es doloso y mañoso, pero sobre todo, equivocado.

Por supuesto que hay costos. Toda resistencia genera costos. Y dichos costos son amplificados por medios de comunicación y por adversarios políticos. Por supuesto que se generaron molestias por el plantón, y también es cierto que la campaña negativa de la derecha intimidó a algunos y confundió a otros más. Es lógico que esto tenga repercusiones en diversos ámbitos. Sí habrá costo, pero sin duda será el costo menor.

¿Habrá electores que se enojarán con el PRD porque no les gustó el plantón o la toma de la tribuna el primero de septiembre de 2006? Es posible, es probable. ¿Muchos panistas confirmarán sus prejuicios ante el PRD después de todo el episodio de resistencia civil? Tal vez.

Sin embargo, lo peor hubiera sido la ausencia de resistencia. No existe el escenario que plantean los editorialistas de la derecha. No es cierto que el 2 de julio por la noche Andrés Manuel López Obrador podía dirigirse a sus electores diciéndoles: "Perdimos, váyanse a sus casas". De todas maneras las evidencias del fraude, las manipulaciones del IFE y el mugrero de la elección habrían aparecido. Y resignarse, cruzarse de brazos, aceptar los resultados adulterados, desmovilizar a la gente habría significado, eso sí, tirar por la borda muchos años de construcción política. Dejar de luchar, avalar el fraude, hubiera tenido como consecuencia, ya no digamos dilapidar el capital político, sino destruirlo por completo.

No es cierto que López Obrador podría haber salido a la televisión a reconocer a otro como ganador, y que después de ello los medios se volcarían en elogios a su persona, a su "madurez", a su responsabilidad, etcétera. Falso, ellos mismos se encargarían de correr las versiones de que había traicionado a su movimiento. No es cierto que los resultados fraudulentos del 2 de julio podían ser aceptados tranquilamente por el PRD, y después éste se presentaría tan campante a la siguiente elección para obtener millones de votos más. La gente le hubiera cobrado la indolencia y la pasividad. No es cierto que la resistencia civil cobre costos políticos que sean irreparables, pues entonces Vicente Fox no hubiera llegado a ser gobernador y luego presidente de la República después de haber tomado el aeropuerto de Guanajuato, cerrado carreteras y puentes internacionales.

En 1988, aun con las movilizaciones que se dieron después del 6 de julio de aquel año, quedó la sensación de que se podía ir todavía más lejos. Pero no hubo entonces ni plantón ni grito alternativo ni boicot a empresas ni convención nacional democrática ni gobierno legítimo ni toma de la tribuna. Aun así la derecha histérica se lanzó durante años en contra del ingeniero Cárdenas y del PRD, estigmatizándolos como intransigentes y violentos, a pesar de la mesura de la lucha poselectoral. En aquel entonces, el PRD perdió el llamado voto blando de aquellos que se asustaron con la campaña mediática, pero también, lo que es peor, perdió el voto duro de muchos que consideraron que la defensa del voto no llegó hasta el final. En 1991 el PRD sólo tuvo 8 por ciento de los votos a nivel nacional, y 12 por ciento en el Distrito Federal.

Lo que cobra costos irreparables es quedarse callado, pasivo, frente a la injusticia y el atropello. El que admite que lo pisoteen y mira pasivamente cómo abusan de los demás, no tiene autoridad moral para encabezar ninguna lucha. La resistencia civil de 2006 no fue solamente exitosa, sino además imprescindible para poder seguir luchando, necesaria para tener cara con la cual volver a pedir el voto ciudadano, indispensable para erradicar el fraude y la burla electoral, importantísima para impedir que vuelva a suceder. Además, formidable como escuela ciudadana. Y por otro lado, fundamental para evitar que la indignación y la protesta tomaran los cauces de la violencia o del desbordamiento. Con toda certidumbre podemos decir que de no haberse dado la gran resistencia civil de 2006, el movimiento democrático, el PRD, sus aliados y los líderes de la coalición habrían pagado entonces sí un costo altísimo, y la gente les habría dado la espalda por mucho tiempo, tal vez otros 18 años más.

Ahora debe seguir la resistencia en nuevas condiciones, fortaleciendo el gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador, rechazando la foto con Felipe Calderón, continuando abajo el boicot a los financiadores del fraude y de la guerra sucia, pero también buscando el convencimiento para el rencuentro del PRD con sectores de la sociedad que fueron afectados por la campaña de mentiras de los medios y de la derecha.



EXHIBEN A LA MAMA DE CHUCKY:

Nota original:
El cargo del yerno es clave
El nuevo subsecretario de Educación Básica de la SEP es tan sólo una de las personas allegadas a la profesora

Por: Redacción Excélsior
14/12/2006

El nuevo subsecretario de Educación Básica de la SEP, José Fernando González Sánchez, yerno de Elba Esther Gordillo, presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), es tan sólo una de las personas allegadas a la profesora que ha sido designado en algún cargo público en la administración que inicia.
Por ejemplo, entre otros personajes ligados con Gordillo Morales han sido designados recientemente Miguel Ángel Yunes como director del ISSSTE, Francisco Yáñez al frente de la Lotería Nacional, y se menciona a Roberto Campa como secretario técnico del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Pero el cargo del esposo de Maricruz Montelongo —hija de la profesora Gordillo— en la SEP reviste mayor importancia pues la Subsecretaría a su cargo es la que reviste mayor importancia en el organigrama de la dependencia, en primera instancia por el número del integrantes del SNTE adscritos a esa área, que suman casi 800 mil.
Pero además, en la Subsecretaría de Educación Básica están las áreas de educación preescolar, las primarias y secundarias, las Normales de maestros, la educación indígena, la formación continua de maestros pero, sobre todo, los grandes proyectos educativos del sexenio anterior.

A cargo de José Fernando González Sánchez quedarán el Proyecto Enciclomedia, que se basa en el uso de las computadoras para la educación básica, así como el programa Escuelas de calidad, cuyo reto es mejorar la infraestructura de los planteles educativos en el país.

El yerno de Gordillo tendrá además como tareas sustantivas sostener y continuar con la Reforma a la Educación Secundaria, impulsada por su predecesor Lorenzo Gómez Morín, así como desarrollar la Reforma a la Educación Preescolar.

La designación de González Sánchez al frente de la Subsecretaría de Educación Básica repite una vez más una regla no escrita para ocupar ese puesto: ser una persona cercana y de la confianza total de Elba Esther Gordillo.

Así, por ejemplo, con Miguel Limón Rojas como titular de la SEP, la subsecretaría en cuestión fue ocupada por Benjamín González Roaro, y antes por Olac Fuentes Molinar, funcionarios allegados a la profesora.

González Sánchez no empieza a partir de cero. De hecho, con el anterior titular de la SEP, Reyes Tamez, Sánchez González fue director general de Educación Superior para Profesionales de la Educación.
—Héctor Figueroa Alcántara




Limosna y políticas públicas
Por: Humberto Musacchio

nota original:

El sistema fiscal mexicano es muy injusto, pues mientras obliga a los trabajadores a dejar gran parte de su ingreso en Hacienda, a los ciudadanos más pudientes los exime de la necesaria solidaridad social

La televisión mercantil, que por la tarde se encarga de destruir aquello que la escuela levanta en la mañana, es la misma que ahora, con la participación de numerosas figuras de la farándula, prohíja la Fundación Alas, que se propone acudir en auxilio de los niños latinoamericanos. Como es obvio, la flamante fundación va a tener mucho trabajo, pues en la región hay 240 millones de pobres.


Otro esfuerzo filantrópico, notable por su despliegue publicitario, más que por sus resultados, es el Teletón, que se celebra cada año en México organizado y controlado por el monopolio de la televisión mercantil. Ahí de lo que se trata, dicen sus dirigentes, es de reunir dinero para construir hospitales especializados en la rehabilitación de niños con deficiencias físicas, especialmente motrices, aun cuando muchos sospechamos que se trata más bien de una mera operación propagandística de las empresas organizadoras.

Según muchas personas, fue realmente conmovedor ver a Felipe de Jesús Calderón, acompañado de su familia, acudir al feudo de la televisión mercantil, para hacer su aporte al Teletón. Sin embargo, resulta por lo menos sospechosa la participación de un personaje de sus características en el citado programa.

Para empezar, la caridad puede resultar loable en el plano moral cuando la ejercen particulares, sean éstos empresarios, obreros o encueratrices. Esas personas se despojan de algo que destinan al auxilio de los más necesitados, lo que resulta plausible en el ámbito religioso o el ético.

Pero otra cosa es que el Presidente de la República pretenda resolver problemas sociales mediante su óbolo personal o familiar. Lo hizo ese pequeño demagogo que fue Ernesto Zedillo y se repitió el caso con Vicente Fox. Lamentablemente, volvemos a ver el mismo espectáculo miserabilista y los gobernantes no parecen saber cuál es su función.

El Presidente de la República, así provenga de un proceso electoral manchado por múltiples irregularidades, tiene en sus manos los instrumentos para resolver el problema de la pobreza, la falta de educación o de hospitales. Es precisamente el Ejecutivo el que envía al Congreso su proyecto de Ley de Ingresos y el Presupuesto público con la finalidad, se supone, de dar repuesta eficaz a los retos sociales.

El Presupuesto expresa la idea que tiene un Presidente del estado en que se encuentra el país, de las carencias de sus habitantes y de las necesidades que han de satisfacerse. Si tenemos niños sin escuela y autoridades conscientes de la situación, entonces el Presupuesto dará respuesta a ese problema; si el asunto es la desocupación, entonces se destinarán los recursos necesarios a la creación de empleos; si se pretende atender la incidencia de enfermedades originadas en la desnutrición, lo esperable es que el gasto público se realice de manera tal que contemos con la necesaria medicina preventiva y con alimentación suficiente y adecuada.

Como los recursos siempre son limitados, todo gobierno se fija prioridades y establece con toda precisión de dónde provendrá el dinero que habrá de erogar el aparato público. Para allegarse recursos se fijan impuestos, derechos que han de pagarse al Estado y otras obligaciones.

En algunos países, muy pocos, se aplica un porcentaje igual de impuesto a todos los contribuyentes, independientemente del monto de sus ingresos o de su riqueza. En otros, la mayoría, el Estado le impone gravámenes mayores a quienes más ganan, pues se trata de que los beneficiarios de la riqueza social aporten lo suficiente para ayudar a los menos favorecidos y contribuyan así al equilibrio social.

En México, lamentablemente, se ha ido abandonando la tendencia a cobrarle más impuestos a quienes más ganan. De acuerdo con la moda tecnocrática, cada año disminuye la tasa máxima del impuesto al ingreso y se ha hecho oficial un falso igualitarismo según el cual todos, ricos y pobres, pagamos la misma tasa de IVA por mercancías y servicios.

El sistema fiscal mexicano es muy injusto, pues mientras obliga a los trabajadores a dejar gran parte de su ingreso en manos de Hacienda, a los ciudadanos más pudientes los exime de la necesaria solidaridad social y, peor todavía, obliga a los sectores de bajos y medianos ingresos a subsidiar a los más poderosos, pues desde el sexenio de Zedillo gran parte de los recursos fiscales se destinan a cubrir las deudas adquiridas por los banqueros, para lo cual se creó el Fobaproa y luego el IPAB, disimulados mediante toda clase de artilugios.

Si tanto es el interés de los gobernantes por quienes están en la pobreza (60 millones de mexicanos viven con menos de un dólar al día), en lugar de dar limosna al Teletón bien podrían replantearse la absurda política fiscal y los múltiples subsidios diseñados y puestos en práctica para ayudar a quienes no lo necesitan. El altruismo es plausible como expresión de desprendimiento, no como coartada de la injusticia ni como acto demagógico de gobernantes que no entienden cuál es su función.
hum_mus@hotmail.com

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