PROTESTA CONSTITUCIONAL.

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Protesta constitucional

Por: Gerardo Fernández Casanova
(especial para ARGENPRESS.info)
(Fecha publicación:23/11/2006)

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

El pasado 20 de noviembre, 96º aniversario de la Revolución Mexicana, Andrés Manuel López Obrador rindió protesta como Presidente Legítimo de México (así, con mayúsculas y sin las acostumbradas comillas, que más parecen despectivas). Juró cumplir y hacer cumplir la Constitución. Lo hizo al aire libre y con la férrea protección del soberano, enseñoreado éste en el camino de aprender a serlo; ser pueblo y ser soberano.

Contra todos los vaticinios de la derecha arrinconada y los temores de alguna izquierda timorata; contra la amenaza de lluvia y el frío entumecedor, el soberano convocado respondió y con creces: Nuevamente el Zócalo de la Ciudad de México fue insuficiente para contener al pueblo concurrente; nuevamente los grupos organizados con sus banderolas, y las familias con sus abuelos y sus niños, se hicieron presentes para refrendar su decisión de ser soberano y mandar en la construcción de la Patria, encontrado y estrechado en torno al líder. La irrefrenable mezcla del hartazgo y el liderazgo.

Cumplido el ceremonial republicano, austero pero digno, el discurso didáctico de quien ha asumido la responsabilidad de conducir el destino nacional, sin más recursos ni más elementos que la legitimidad y la voluntad popular. Nada más, pero nada menos.

De nada sirve la “legalidad” artificial, ni la presencia de mandatarios extranjeros, ni la fuerza pública, ni los recursos presupuestales, abundantes en el gobierno espurio, si se carece de lo mero principal: el apoyo popular que otorga legitimidad. Indudablemente AMLO gobernará por decisión de los gobernados y, seguramente no construirá carreteras ni puentes, pero construirá Patria; tampoco construirá escuelas, pero enseñará patriotismo.

No tendrá mayorías parlamentarias sumisas, pero las someterá desde las calles. La agenda nacional y la iniciativa seguirá siendo marcada desde la calle y con la gente. No es la forma más cómoda de ejercer el poder pero, finalmente, es la verdadera forma de hacerlo.

Con el ampuloso estilo de los analistas a modo, la prensa comercial tilda el acto de “payasada”; subrayan el “autonombramiento de López Obrador con la intención de exhibirlo como un ambicioso de poder; el prestigio falangista de El País, osa meter su cuchara para recriminar a AMLO por dividir a México, entre tantas otras linduras de quienes someten pluma y conciencia al dictado del patrón.

En realidad el único autonombrado aquí es el, también único, facultado para hacerlo. El pueblo se autonombró demócrata y soberano y, en tal virtud, entrega la autoridad y la responsabilidad de gobernarlo a quien fue votado mayoritariamente. Nadie más puede hacerlo y lo hizo bien.

Entre tanto, la fuerza pública secuestra nuevamente la ciudad, particularmente el entorno del Palacio Legislativo, para intentar dar lugar a la imposición del presidente espurio. Olvidan los de esa pandilla la recomendación de Tayllerand a Napoleón cuando le dijo: “Sire: las bayonetas sirven para muchas cosas, entre ellas hacerse del poder, pero jamás podrá sentarse en ellas”. Tal parece que el 1 de diciembre quieren sentarse en las bayonetas.

Al mejor estilo bushiano, se ha tendido un muro de 3 mts. de altura para contener la amenaza de que el soberano quisiera ejercer su derecho. Así podrán llenar las formas, a la vista del mundo entero, pero el fondo jamás lo alcanzarán.

La gerencia está copada.Oaxaca es la avanzada. La organización popular gobierna. Ulises Ruiz hace como que manda. La solución se guarda para que sea el espurio quien la dicte y, con ello, comprar unos centavos de legitimidad. Bienvenido el intento. La marcha popular no se detendrá.

Si la mexicana de 1910 fue la primera revolución social del siglo XX, la que se está gestando en todo el país en este 2006, hará su contribución a la historia universal en la construcción del “otro mundo posible”.