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VOCES DE DIRVOCECTOVoces del Director

VOCES DEL DIRECTOR.

En términos granjeros: Perro que da en comer huevos, aunque le quemen en el hocico. El pasado 7 de noviembre, el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, le acarreó a su partido, el Republicano, una de las más estridentes derrotas electorales que recuerde la historia estadunidense del último siglo, que el propio mandatario calificó como "una paliza".

Conocedores del poder de la dictadura económico-militar del imperio, los analistas políticos más lúcidos del vecino país subrayaron la magnitud de la derrota de la Casa Blanca, pero guardaron cautela sobre el supuesto de una reorientación de la política exterior, habida cuenta que las posiciones de los demócratas que recuperaron el control de El Capitolio y de la mayoría de las gubernaturas, sólo tienen diferencias de matiz respecto de los designios de los intereses hegemónicos de sus oligarcas. En México, en cambio, no faltaron políticos y sedicentes intelectuales que echaron las campanas a vuelo esperando que las representaciones de las "nuevas" mayorías gringas rectifiquen su trato hacia nuestra nación.

No terminaban las celebraciones electorales de los cabecillas del Partido Demócrata, cuando un estupefacto Bush tomó como chivo expiatorio de su debacle al secretario de la Defensa, Donald Rumsfeld, responsable de la pírrica invasión de Irak, sólo para designar como relevo Robert Gates, ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), casualmente implicado en tortuosas operaciones conspirativas internacionales como el Irángate o Iráncontra, consistente en el trasiego de drogas y armas para financiar el derrocamiento del sandinismo nicaragüense. No obstante, Bush lo presentó como "un agente del cambio".

¿Cambio? Poco tiempo se dio el obcecado mandatario norteamericano para deshacer su cínica falacia: el 11 de noviembre impuso el veto a una resolución mayoritaria del Consejo de Seguridad de la ONU por la que se condenaba al vandálico gobierno de Israel por la matanza de 18 civiles palestinos en Beit Hanoun, en la Franja de Gaza, que la banda israelita calificó cachazudamente como "un trágico error técnico". El gobierno de Bush consideró que la argumentación del CS fue desequilibrada y "políticamente motivada" contra Tel Aviv. Perro que da en comer huevos, aunque le quemen el hocico.

Faltan dos meses para que la nueva correlación de fuerzas se concrete en el Congreso estadunidense. Independientemente de que ese lapso le da al ocupante de la Casa Blanca margen de maniobra para continuar sus atrocidades, ya ha tenido sus primeros contactos con los líderes de la nueva mayoría para tratar de bloquear virajes radicales en las estrategias bushianas.

La cuestión a saber, por lo que corresponde al interés mexicano, es si el golpe electoral contra las políticas de Bush tendrá una consecuencia positiva en las relaciones bilaterales. Las expresiones formalistas sobre el encuentro que dos días después del martes negro bushiano sostuvieron el mandatario norteamericano y su homólogo mexicano Felipe Calderón Hinojosa, no autorizan ni el optimismo más mesurado.

El Presidente designado mismo, después de esa reunión, dejó la sensación de que prefirió nadar de muertito, antes que asumir una actitud viril, decorosa y transparente, como la que antaño caracterizó a la diplomacia mexicana frente a la prepotencia del coloso. Si le sacó al bulto respecto de la posición de México sobre crisis del Oriente Medio, fue ambiguo en cuanto toca a decisiones soberanas en el marco de los pactos tripartitas en los que está inscrito el gobierno mexicano con los de los Estados Unidos y Canadá. Sobre el quemante tema migratorio, la voz de Calderón Hinojosa fue tan leve y elusiva, que no la escucharon ni siquiera los compatriotas que se manifestaron frente a la Casa Blanca cuestionando su investidura.

En ese sentido, fueron más las preguntas que las respuestas, las que quedaron en el aire. Si acaso llamó la atención de la agenda de Calderón Hinojosa con diversas asociaciones privadas, fue ese alarde infantil de que no había visitado los Estados Unidos en busca de resoluciones "para nuestros problemas". Sin embargo, les encareció de manera vehemente su inversión en nuestra economía para hacerla generar los empleos que ingentemente se requieren para atemperar la huida de nuestros connacionales; un aviso, ese, de que en el futuro inmediato se seguirá aupando el parasitismo de los adinerados "mexicanos", cebados en el saqueo insolidario que, precisamente, provoca ese descomunal problema.

Dicho de otra forma, el candidato que se anunció como "el Presidente del empleo", el candidato que se dijo dubitativamente del "cambio y de la continuidad", al carecer de iniciativas propias para enfrentar los grandes desafíos nacionales, se perfila como presidente de un continuismo anclado en la rapacidad de los usufructuarios del modelo neoliberal.

No es ése el mejor argumento para atisbar el menor signo de reconciliación y reconstrucción nacionales. La oferta emblemática del PAN, de una "Patria ordenada y generosa", tendría que esperar, si bien les va a los mexicanos, hasta después de 2030, año al que, quien será titular del Poder Ejecutivo a partir del 1 de diciembre, pretende extender la era calderoniana. La vemos muy redonda para aguacate, muy cuadrada para huevo y muy ojona pa’ paloma, como diría el ranchero.

mouris@vocesdelperiodista.com.mx