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sábado, junio 24, 2006

ENVIDIA Y MEZQUINDAD: LA RUINDAD HUMANA.

Manú Dornbierer y sus Satiricosas:

“No supo ni ganar ni perder”

Eso piensa un amigo de Cuauhtémoc Cárdenas. No se puede pedir más precisión. CCS ganó una sola elección presidencial, pero no supo ganar. No quiso defender su victoria y se rajó, dejándonos frustrados a sus partidarios so pretexto de que no quería “ensangrentar al País” simplemente porque se necesita valor para ganar y es mucho más comprometedor que perder.

Se dijo en aquel tiempo que pactó con Salinas en lo oscurito. No lo creí, pero ahora sí por su resentida actitud al no obtener una vez más la candidatura. Lo creo también por las traiciones de su equipo al partido, al ver que Lázaro Cárdenas Batel tiene lazos con Hildebrando y que Fecal, desde un noticiero de Televisa le manda besos a sus amigos, los gobernadores “perredistas” de Michoacán y de Guerrero.

Precisamente prueba de traición y de uso inmoral de un partido es Zeferino Torreblanca, que dice cuando se trata de resolver graves asuntos en Guerrero “A mí no me toca”, copiando a su amigo Fox con el “¿Y yo por qué?”, que nos recuerda la legisladora Claudia Ruiz Massieu Salinas.

Este contador y empresario abarrotero, en combinación convenenciera con su jefe, el cacique priista Rubén Figueroa, ganó la Alcaldía de Acapulco y luego con Leonel Godoy y Rosario Robles, gente de Cárdenas (resentida porque AMLO en el DF no quiso seguir los negocios con Carlos Ahumada), ganó por el PRD la gubernatura.

El verdadero partido de Torreblanca es el PAN, que no era popular en Guerrero. Ahora lo es entre la clase media alta acapulqueña, mocha e ignorante como todos los plutócratas mexicanos, que han dado su apoyo y dinero a Fecal. Zeferino contesta a sus críticos: Si no les parece mi gobierno, “demuéstrenlo en las urnas”, es decir voten contra el PRD, contra AMLO.

Después de haber ganado y dejado perder su victoria presidencial de 1988, Cuauhtémoc Cárdenas se presentó una vez tras otra a las siguientes elecciones... ya sin el riesgo de ganar, pero eso sí explotando aquella trampa magna que perpetró en su contra el Prian recién nacido en 1988-89, partido bicéfalo encabezado por Carlos Salinas y Carlos Castillo Peraza.

En 1994 acepté la invitación a la Comisión de la Verdad para ver si también le había hecho trampa Zedillo a Cuauhtémoc. La Comisión sesionaba en la oficina del abogado Néstor de Buen en la avenida Mariano Escobedo. Y los ahí reunidos estudiábamos muy seriamente las posibilidades de fraude con documentos que nos traían personajes como los consejeros del IFE, Santiago Creel y su entonces inseparable Agustín Ortiz Pinchetti.

Acepté la invitación para luchar por la democracia y convivir con interesantes personalidades, pero siempre supe que perdíamos el tiempo. Cuauhtémoc nunca tuvo visos de ganar esa elección. De hecho se acabó en el debate que sostuvo con el candidato del PAN, Diego Fernández, concertador del fraude del 88, y el mismo Zedillo. Cárdenas estuvo fatal, Zedillo peor. Y sin embargo el orador triunfante, Diego, se retiró y abandonó su candidatura como prueba de que la transa prianista estaba establecida desde antes.

La clara maniobra prianista sólo destruyó a Cuauhtémoc -¿también hacía el juego?- para favorecer a Zedillo, sustituto de un Colosio, cuya campaña no prendía y que además salió respondón y hasta patriota el 6 de marzo de 1994, en su discurso en el Monumento de la Revolución. Zedillo ganó la elección con exagerada cantidad de votos. En mi opinión el Prian sacrificó a Colosio de acuerdo con sus jefes extranjeros para que no estorbara al neoliberalismo implantado por Salinas. Y éste no dio el dedazo en favor de Manuel Camacho por la misma razón, porque Camacho, si bien era muy lambiscón con su amigo CSG, no era del tipo entreguista que requería el procónsul neoliberal Joseph Marie Córdova.

De lo que se trataba era de preservar a la plutocracia mexicana, ya al servicio del neoliberalismo que no es otra cosa sino imperialismo, EXACTAMENTE COMO AHORA

.En el 2000, Dante Delgado, de Convergencia, me invitó al Consejo de apoyo a Cárdenas, pero en esa campaña Cuauhtémoc tuvo aún menos importancia. Fox venía arrasando gracias a su promesa, la única que cumplió, de sacar al PRI de Los Pinos. Con semejantes antecedentes era obvio que no podía en la actual coalición Por el Bien de Todos darle otra oportunidad de perder al candidato y perdedor eterno ¡hasta cuando ganó!

Él creía poder esta vez empatar al brasileño Lula, para él la cuarta fue la vencida.Sólo que un crecido PRD, por segunda vez en la historia, tenía un candidato con grandes posibilidades de ganar la Presidencia. Y un candidato vigoroso y popularísimo en el pueblo -recordemos que vox pópuli vox Dei-, igual que entre la gente pensante del País: Intelectuales, artistas, catedráticos, aunque no hablamos de los derechistas del ITAM y del CIDE y de universidades privadas “patito” o no.

Asimismo, el candidato es popular entre empresarios nacionalistas, muy altos, medianos y pequeños, por ejemplo, los empresarios de la industria de la transformación agrupados en la Canacintra. No hablamos, claro, de la oligarquía regiomontana que representa Enrique Krauze, ni de empresarios poblanos del orden de Kamel Nacif y otros beneficiados por el PRI, que sin embargo, al ver la caída de Madrazo, le acaban de juntar a Calderón una alcancía trillonaria y por ende contra la ley.

Sólo el de una fábrica de coches japonesa le soltó 20 millones. Y sin embargo Fecal sólo pudo cerrar su campaña en esa ciudad de plutócratas con 2 mil personas, en tanto que AMLO dos días después reunió a 10 mil simpatizantes en el feudo del ‘Gober Precioso’ al que campesinos que no ha podido comprar, encabezados por su inquebrantable líder “Pepe Momoxpan”, le reprochan varios asesinatos en tiempos de expropiaciones de otro precioso priista, Rapiña Olaya.

Cuauhtémoc no podía competir con López Obrador porque además de su enorme popularidad, de su alta posibilidad de ganar la elección, a diferencia de Cárdenas es capaz, de ser necesario, de defender su victoria. ¿O no, Andrés Manuel?

Era el momento de que Cuauhtémoc Cárdenas, quien no había sabido ganar, aprendiera a perder con grandeza para merecer su título de líder moral del PRD. Pero tampoco pudo. Y hoy acepta un ridículo invento de Fox como premio por no haber apoyado plena y francamente, sin mezquindad ni envidia, a su compañero de partido y de lucha...AMLO ha salido ileso de las repugnantes bajezas, vilezas y canalladas electoreras de la extrema derecha mexicana jamás vistas en el País...

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

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