Por José E. Pacheco Durán Los pobres son muchos. Cada día son más. La suerte de todos está ligada a la de los pobres del país. Se trata de seres humanos que no podemos ignorar, que tienen necesidades que satisfacer, pues necesitan vivienda, alimentos, vestidos, atención médica, educación y otros requerimientos propios de su condición humana. Tienen muy poco de todo esto, pero tienen derecho a ello y lo reclaman. La sociedad siente la presión de este reclamo y algo tiene que hacerse. Las acciones para combatir la pobreza corresponden esencialmente a toda la sociedad, pero de manera específica corresponde al gobierno diseñar las aciones y marcar las pautas. Pero sin lugar a dudas a los pobres no podemos ignorarlos. Ignorarlos es abonar el camino de la reclamación cada vez más airada; es fortalecer la posibilidad de la violencia. La necesidad extrema invita a tomar por la fuerza lo indispensable, se trata del instinto de supervivencia. No podemos pues vivir con tranquilidad rodeados de hambrientos, enfermos y desarrapados. Algo entonces tenemos que hacer con los pobres y sólo tenemos dos caminos: mantenerlos o darles trabajos. Mantenerlos permanentemente es imposible, al final se colapsaría la economía de todos y el problema lejos de solucionarse alcanzaría dimensiones incontrolables. Muchos programas sociales de la actualidad son paliativos que están conteniendo el problema, pero no lo están combatiendo para erradicarlo. Para sacar a millones de mexicanos de la pobreza y salvar a todos nuestros compatriotas de una tragedia social, el gobierno debe encauzar todos sus esfuerzos a la creación de fuentes de trabajo justamente remunerados. Pero, ¿qué ha sido de la generación y conservación de empleos en nuestro país? Todos lo sabemos. Fox prometió la creación de millones de empleos durante su campaña, al igual que con otras promesas, nunca dijo cómo lo haría, y finalmente todo resultó una mentira. Felipe Calderón autoproclamó que sería el “Presidente del Empleo”, no hubo que esperar que todo su sexenio transcurriera para que en voz de su voluminoso Secretario de Hacienda se aclarara que nos esperaba un futuro menos bueno que lo vivido con Fox. Promesas de campaña, estrategias de publicidad, pero sin un proyecto sólido para su realización. Se trata de obtener el voto de la ilusión de los engañados mexicanos de buena fe. En Yucatán, por la pobreza extrema en que se encuentran cientos de miles de yucatecos, necesitamos una eficaz política de creación de empleos. Para construirla quien sea nuestro gobernante debe escuchar a muchos ciudadanos, a empresarios, a trabajadores, a intelectuales, a la sociedad civil organizada y todos los que desde su trinchera quieren contribuir a la construcción de un nuevo Yucatán. El actual gobierno panista, lejos de aumentar los puestos de trabajo en el Estado, descuidó los que con tanto esfuerzo ya se habían creado. El retroceso llegó para muchas familias que ya habían logrado un mejor nivel de vida. Lejos de crearse empleos en el México de hoy, los gobiernos emanados del PAN se quiebran la cabeza para intentar la aplicación de más impuestos, como si los que tenemos no fueran suficientes. Lejos de mitigar el precio de servicios indispensables y productos de primera necesidad, los incrementos en los precios se multiplican. Es claro que necesitamos un cambio importante en la política económica, es importante darle oportunidad a un gobierno joven, de la nueva generación, inteligente, que busque la participación ciudadana y con audacia haga frente a nuestros problemas. Hay que hacer política de Estado con los planteamientos sustentables y las necesidades innegables de los ciudadanos. Es la hora de que los ciudadanos se organicen y hagan sentir su presencia en los asuntos políticos sin esperar que los partidos los representen. Es hora de la política ciudadana. |
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