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miércoles, abril 19, 2006

HAY QUE ODIAR Y SER DUROS: ADOLF HITLER.

Modesto Suarez escribe hoy en el Reforma:


Modesto Suárez.
Guerra sucia.

Generar temor y odio hacia los enemigos es una táctica que hoy usan PRI y PAN para evitar que López Obrador gane las elecciones.


La lección que nos da la vida es odiar y ser duros.Adolf Hitler, discurso de 1921.

Un rasgo del siglo XX fue el uso del temor y del odio como factor de movilización de las masas.

Los poderosos manipularon los sentimientos humanos con fines aviesos: el adversario político, los grupos étnicos despreciados, el combatiente a vencer, eran presentados ante los demás con imágenes deformadas -ratas, simios o diablos- a fin de infundir temor en el resto de la población.

Como afirma el historiador John Lukacs, a quienes se escoge como enemigos se les atribuyen poderes de cálculo diabólicos y una extraordinaria capacidad de maquinación que los hace sumamente temibles.

Adolf Hitler fue quizá el maestro más consumado de la manipulación del odio y el temor en el siglo pasado.

Josef Goebbels, su famoso propagandista, escribió en su diario: "Su frase [de Hitler] más hermosa pronunciada ayer: 'Dios ha bendecido en abundancia nuestra lucha. El regalo más hermoso que nos ha dado es el odio a nuestros enemigos, a quienes nosotros por nuestra parte odiamos con toda el alma'".

Comparar a los enemigos con Hitler se ha convertido en un lugar común.

Empero, si Hitler es difícil de igualar, dado que llegó a extremos terribles, no sucede así con algunas de sus enseñanzas, como la manipulación de los sentimientos de odio y temor para enderezarlos en contra de cierto enemigo.

Este tipo de manipulación ha sido repetidamente aplicado, con resultados diversos, en la política, tanto en países no democráticos como democráticos.

Su objetivo es atacar a alguien sin tomarse el trabajo de presentar argumento alguno, mediante el sencillo recurso de distorsionar la verdad o de presentar una realidad falsa.

Este método es muy útil para el ataque político, especialmente en la modalidad de comercial de televisión.

Tal tipo de comercial ha sido recientemente utilizado por el PRI y el PAN.

El propósito del mismo no es difícil de descifrar: durante más de un año, el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador ha estado a la cabeza de las preferencias electorales; en consecuencia, es necesario atacarlo para cambiar la imagen que de él tienen quienes piensan votar a su favor.

Los comerciales políticos aludidos -muy en especial los elaborados por el PAN- son copia de comerciales diseñados en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos.

Su meta es definir al candidato en cuestión como alguien peligroso para el país mediante el recurso de compararlo superficialmente con una persona que infunda temor en el electorado -el presidente venezolano Hugo Chávez, por ejemplo-, y a través de la distorsión de algunos dichos o acciones del candidato blanco del ataque -por ejemplo, el "enorme" endeudamiento en el que López Obrador dejó supuestamente sumido al Distrito Federal, siendo la implicación de esto que de llegar a ser Presidente dicha persona haría lo mismo con toda la nación.

La actual campaña electoral ha sido la primera en donde el tipo de instrumentos antes descritos han sido empleados de una manera más acabada, con el grave riesgo de que el temor despierte odio y la combinación de ambos desate -como lo demuestra el caso de Hitler, desde luego con las debidas proporciones guardadas- la violencia.

Las campañas políticas debieran ceñirse a las propuestas de cada candidato -propuestas que, a diferencia de los ataques, están dirigidas a la razón, no a los sentimientos.

Es necesario trazar un límite claro entre lo que es la crítica válida a las posiciones de un adversario y sujetar a éste a mentiras y calumnias, vengan éstas de quien vengan.

Llama la atención que el IFE, árbitro de esta contienda electoral, permanezca impasible ante este tipo de acciones, poniendo con ello en riesgo tanto su credibilidad como la estabilidad del país.

Una razón mas para votar por AMLO y la mayoría perredista al Congreso.

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