LA DOBLE MORAL.

Prudencia política, ante gobiernos panistas farisaicos

sábado, 03 de marzo de 2007

Juan R. Menéndez Rodríguez La estafeta de hoy El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras.- William Shakespeare El conflicto de Pasta de Conchos, a un año de la tragedia, continúa en el debate público. Los familiares de los trabajadores mineros fallecidos no han podido rescatar los cuerpos, que todavía, hasta ahora, permanecen sepultados en la mina. Y no se sabe cuándo serán recuperados. Mientras tanto, los culpables quieren echar tierra a los trágicos hechos. Incluso, hay quien falsifica documentos para involucrar al Gobernador del Estado de Coahuila, como es el caso del diputado panista Oscar Miguel Mohamar Dainitín. El senador Ernesto Saro Boardman, de afiliación panista también, hace un llamamiento para que no se politice la situación que ha derivado de los trágicos acontecimientos. De acuerdo con el diccionario, politizar es "dar un matiz político a una cosa", y política, entre otras acepciones, es "el modo de ejercer la autoridad en un Estado y en una sociedad". Con base en estos conceptos, la situación de Pasta de Conchos está, pues, politizada de origen. La forma como fue desatendido el caso por las autoridades federales politizó la tragedia desde el principio, ¿cómo es que ahora piden que no se politice? Si la empresa Industrial Minera México y la Secretaría del Trabajo hubiesen resuelto las peticiones de los deudos ya no habría conflicto. Los sucesos de Pasta de Conchos no tendrían razón para politizarse. Lo más sospechoso de todo es que, a unos días de que se anuncie los resultados de la investigación, se falsifique documentos para tratar de inculpar al gobernador de ese Estado, profesor Humberto Moreira Valdés, ¿qué se pretende con esta estrategia de desviar la atención? Estos exponentes del más radical conservadurismo, no entienden que se necesitan políticos que conozcan los problemas y que los sientan como suyos. Así como lo ha hecho el profesor Humberto Moreira Valdés desde que se inició este problema, aquel 19 de febrero del 2006. Ha estado al lado de las familias de los trabajadores mineros porque los problemas de ellos son también del Gobernador. Porque es un político que se compadece de lo que allí sucedió. Y, lo reconozco, ciertamente nos demostró en los hechos que este compadecerse es auténtico, es un "padecer con", pues el que esté al frente del Gobierno de su Estado le ha sido encargado de alguna manera, también, por los trabajadores mineros. Algo falla en la sociedad, si frente a una misma situación, una autoridad se indigna, como debe ser, mientras que otra pide que nos tranquilicemos. Es como si el mundo se hubiese vuelto al revés y el que tenía que ser idealista ya no lo es. El que reclamaba cuando era Oposición, cuando llegó al Gobierno Federal, ahora pide sólo calma y tranquilidad. Pide desviar la atención de los hechos. Ya no valen aquellos panistas farisaicos disfrazados de cristianos en política, como Vicente Fox Quesada, el máximo exponente del analfabetismo moral, que se limitan a estar para que no esté en el puesto otro peor, o aquellos que dicen "que no se puede hacer nada", que todo es culpa de los priístas. Es una necesidad vital el afrontar con arrojo, aunque con prudencia, temas difíciles como puede ser la desatención de la Secretaría del Trabajo en el caso de Pasta de Conchos. Insisto, estos panistas farisaicos disfrazados de cristianos en política, analfabetas morales, como el diputado Oscar Miguel Mohamar Dainitín, a pesar de utilizar para ello la mentira y el odio logran, en algunos casos, pervertir la natural inclinación de los ciudadanos. Estos representantes de las posiciones de la derecha más conservadora, nos piden que no hagamos caso de estos asuntos porque están politizados. Que debemos "ser buenos" y "conseguir un buen trabajo". Que el Gobernador "no debe meterse en problemas", que "debe ser prudente". Es decir, quieren que vivamos una vida dependiente, atada a los intereses del centro. Pero, cuidado con estos llamados a "ser prudentes". Con eso de que la prudencia política es la principal virtud de un hombre público, muchas veces esta actitud ha sido sinónimo de mediocridad o de cobardía. Los estudiosos sostienen que, en su sentido más profundo, la prudencia es el conocimiento verdadero de la realidad. A partir de este concepto puede ser, igualmente prudente, una acción aparentemente intrépida, que otra aparentemente más conservadora. O bien, puede ser imprudente una acción más pausada. Tal como se desdoblan los tiempos, el arrojo y el idealismo, muy factiblemente sean hoy actitudes mucho más ajustadas a la realidad que el camuflaje o el retraimiento. Desafiar los problemas, es mejor que tratarlos con doble moral. Sólo hay que ver a dónde nos conduce la situación de un tipo de política más orientada a conservar el puesto, que hacer, desde este sitio, el mayor bien posible. Es la hora de los prudentes, no cabe duda, porque la prudencia de hoy es valentía, sueño, ilusión. Así que, amable y estimado lector, es hora de poner en marcha los pies y de hacer camino con la buena gramática, esa que se escribe despacito y con buena letra, con todos los puntos sobre las íes y sus acentos; es hora de andar el camino de los saberes y deberes que reclama nuestra amada Patria, basamento generoso y macizo que nos brinda la oportunidad de vivir dignamente un saludable Clima y Ambiente como aquel que, con verdadera pasión, supo conjugar, en todas sus formas y tiempos, el genial y eterno Caballero de punta en blanco... Periodista y caminante, son tus huellas el camino de la Verdad.