LYDIA CACHO.

Sobreviviente.

Rosa Albina Garavito .
17 de febrero de 2007.

L ydia Cacho acaba de firmar el acta de exoneración y libertad incondicional que pone fin al proceso por difamación que se le seguía, tras la acusación que Kamel Nacif hiciera en su contra por la publicación de su libro Los demonios del Edén . Como es del dominio público, en ese libro la periodista pone en evidencia a una red de pederastas en el país. La resolución del juez es un motivo de celebración. Lydia ha logrado eliminar la presión que significa estar bajo proceso penal, y con ello ha ganado una importante batalla en la guerra que de manera valiente abrió en contra de esa red de criminales.

Desde la ilegal detención de Lydia, después de la cual quedó al descubierto la complicidad que en dicho acto tuvieron el gobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario Kamel Nacif, el caso de Lydia ha despertado el interés de la opinión pública y también la solidaridad de múltiples organizaciones y personas. No podía ser de otra manera. Porque ¿quién puede quedar indiferente ante el valor de una mujer que denuncia y documenta la existencia de una red criminal? ¿Quién, además, podía mostrarse impasible frente a la evidencia del contubernio entre el poder político y económico que trata de garantizar impunidad?

Y a pesar de que esa complicidad sigue sin castigo, y por lo tanto falta un buen trecho por recorrer para alcanzar justicia plena en el caso de Lydia, su causa ya ha cosechado varios triunfos. El primero de ellos es haber logrado que el crimen de la pederastia salga de los sótanos para ventilarse en los espacios públicos y en los judiciales, lo cual genera condiciones antes inexistentes para que la sociedad tome conciencia de ese problema, y también para que se haga justicia. Otro de sus triunfos es que su caso se ha convertido en emblemático y en una clara advertencia a los involucrados en redes criminales, en el sentido de que mientras existan periodistas con el compromiso profesional y ético de Lydia Cacho, no será tan fácil que continúen operando a la sombra de la protección otorgada por las autoridades. El tercero e igualmente importante es la capacidad de Lydia para renovar la confianza en la sociedad. Gracias a la calidad ética de millones de ciudadanos que, como Lydia, de manera cotidiana apuestan a la vida y a la justicia, es que la sociedad no se ha colapsado.

¿Cuántas personas como Lydia, después de las agresiones cotidianas de un sistema que apuesta no a la justicia sino a la impunidad en beneficio de unos cuantos, no se sienten como ella, sobrevivientes? En el caso del ejercicio de su profesión de periodista, esa fue la autocalificación que Lydia se dio después de conocer la sentencia absolutoria del juez. En el festejo organizado para la ocasión por el Frente Cívico Nacional, ella narró: "Viví horas en las que mi integridad física y mi vida estuvieron en peligro cuando me encontré en la carretera entre Cancún y Puebla, sola y rodeada de judiciales armados. Cada vez que ocurre una agresión o desaparición de un periodista, pienso que, al haber sobrevivido a una agresión, tengo la responsabilidad de exigir justicia". No perderse en los vericuetos del drama personal que ha vivido a partir de su detención, y colocarlo en los justos términos sociales hacen de Lydia una sabia generosa.

México es uno de los países de mayor riesgo profesional para los periodistas. Y aunque muchos espacios se han conquistado en el ejercicio de un periodismo libre, de manera paralela crecen las amenazas, los atentados, las desapariciones y muertes en ese sector de profesionales. Lograr que Lydia, además de sobrevivir a un proceso penal, triunfe en su reclamo de hacer justicia frente a las ilegalidades cometidas en su detención por el gobernador de Puebla, Mario Marín, tendría un gran significado para la protección de los derechos de ese gremio.

Hace algunos días la Suprema Corte de Justicia aceptó formar una comisión para hacer la investigación correspondiente. Para el futuro democrático del país, son muchas las expectativas sobre sus resultados. Porque después del espaldarazo de Felipe Calderón con su visita al gobernador Marín, es claro que el Ejecutivo está cumpliendo compromisos y continuando complicidades. Por lo pronto: ¡felicidades, Lydia!