El bachillerato ¿al fin?
Desde hace años diversos rectores de instituciones de educación superior (IES) han expresado preocupaciones diversas por el bachillerato, dejado como furgón de cola de un sistema educativo gravemente desatendido.
Después del periodo que va de Vasconcelos a Torres Bodet, durante el cual hubo en México un serio esfuerzo especialmente en pro de la educación pública básica, este nivel educativo, previo al bachillerato, fue abandonado.
Vasconcelos dotó de una nueva estructura a la Universidad Nacional, creó desde ahí la Secretaría de Educación Pública (SEP) y pasó a ser su titular, desde donde desplegó un ambicioso proyecto de difusión cultural con programas diversos de instrucción popular, edición de libros clásicos y una decidida promoción del arte y la cultura. El hizo de los profesores rurales un "ejército de paz" y de cada profesor, según su metáfora de raíz católica, un "apóstol de la educación".
Torres Bodet, poeta prolífico, hombre polifacético, fue secretario de Educación Pública dos veces y director general de la UNESCO (1948-1952). Desde la SEP promovió la Campaña Nacional contra el Analfabetismo (1944-1946), estableció el Comité Federal del Programa de Construcción de Escuelas (1944), fundó el Instituto Nacional de Capacitación del Magisterio (1945), dirigió la ejecución del Plan de Once Años para la Extensión y el Mejoramiento de la Enseñanza Primaria (1959-1964), puso en obra el sistema de los libros de texto gratuitos, instaló los primeros 30 centros de Capacitación para el Trabajo Industrial y mandó construir los edificios de la galería La Lucha del Pueblo Mexicano por su Libertad y los museos Nacional de Antropología y de Arte Moderno. La educación y la extensión de la cultura fueron la misión de su vida (en un acto de libertad se quitó la vida en 1974).
Después de Torres Bodet la instrucción pública básica entró en un túnel que desembocó en el horror de la molicie del SNTE. Aquel mundo de virtudes civilizatorias se corrompió y se abandonó a inmensas parvadas de buitres "políticos". El "ejército de paz" se transfiguró en un "ejército de grillos" de los ergástulos de la política, conformado por miles de "profesores" con licencia formados para engendrar el páramo educativo, en que convirtieron la educación pública básica, dirigidos desde 1949 por tres caciques: Robles Martínez, 1949-1971; Jonguitud Barrios 1972-1989; Elba Esther Gordillo, 1989 y hasta la fecha.
Un ex secretario de educación me dijo hace unos años que al ser nombrado, el presidente en turno le dijo: "ahí te encargo eso, da mucha lata y cuesta mucho". Este ha sido el valor asignado a la educación.
Mientras la instrucción básica se hundía, el bachillerato simplemente no existía. Creció un tanto, y ni quién se ocupara de sus objetivos y de sus programas de estudio que llegaron a sumar más de 200. Clara expresión de que no sabemos para qué sirve el bachillerato.
De pronto, desde los años 80, dirigentes de IES, medios masivos de comunicación, dizque estudiosos de la educación y "dirigentes" estudiantiles, se dedicaron por lustros no a estudiar qué ocurría con el bachillerato y sus egresados, sino a armar una alharaca cada vez más ruidosa, sin más "base" que la "evidencia" de los "rechazados".
En tanto algunos a quienes la circunstancia nos colocó en situación de estudiar el fenómeno, contradijimos sin cesar que tal "evidencia" fuera tal, y que no sólo no había -no hay- cuantitativamente un problema de oferta en la educación superior, sino precisamente lo contrario: una grave falta de demanda debido al embudo del bachillerato. Y AMLO quería abrir hasta 50 universidades más. En unas cuantas carreras hay algunos desequilibrios parciales, como en Medicina (el más notorio de esos desequilibrios), aunque la oferta de esta disciplina está determinada no por las IES, sino por el número de camas existentes en el sistema hospitalario. Numerosos artículos en este espacio han sido dedicados a ello. Ahora que autoridades de todo tipo relacionadas con la educación superior quieren elevar sustancialmente la cobertura de este nivel, se han topado con una dificultad grave: no hay demanda suficiente para alcanzar una medianamente alta cobertura.
La secretaria Vázquez Mota -antes el rector De la Fuente- se ha percatado de ello, si uno se atiene al programa intenso de becas que parece será institucionalizado a efecto de elevar la absorción y la eficiencia terminal del bachillerato.
Dos medidas son indispensables -un día los responsables gubernamentales, los de la educación y el Congreso se percatarán de ellas-: uno, hacer de la hoy llamada escuela secundaria y del bachillerato un solo sistema escolar, como ocurre en casi todo el mundo; dos, hacer obligatorio 12 años de escolaridad: nivel 1 (primaria, seis años) y nivel 2 (secundaria y bachillerato, seis años).
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