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viernes, enero 12, 2007

EDITORIALISTAS DEL REFORMA.

Miguel Ángel Granados Chapa.

Calderón doble.
Ante el presidente de Venezuela Hugo Chávez y ante el gobernador de Puebla Mario Marín, con quienes se encontró esta semana, el Ejecutivo federal mexicano disfrazó la crítica opinión que sobre cada uno de ellos había expresado o admitido que se expresara.

Para denostar a su principal antagonista durante la campaña electoral, el candidato del PAN Felipe Calderón y su partido difundieron un spot en que lo comparaban con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a quien en ese mensaje y en cuanto oportunidad había descalificaban con extrema dureza.

Manuel Espino, el dirigente panista, expresó por su parte apoyo pleno al candidato opositor al comandante de paracaidistas que el 3 de diciembre pasado fue elegido por tercera vez primer mandatario de su país.

Como si nada de eso hubiera ocurrido, como si Chávez se hubiera sumado complaciente y pronto a los prematuros reconocimientos a la victoria ilegalmente dictaminada por el IFE antes de que concluyera el proceso electoral (de hecho nunca lo hizo el venezolano, quien en cambio sospechó de la elección), Calderón hizo carantoñas a quien fue la estrella en la toma de posesión de Daniel Ortega, que asumió una vez la Presidencia de Nicaragua.

Chávez hizo lo propio horas antes en Caracas, por lo que fue necesario que la ceremonia en Managua se demorara en espera del huésped principal.

Esa doblez del presidente mexicano puede ser comprensible y necesaria. Su antecesor, tan desaprensivo en su conducta y habla como su homólogo venezolano, participó en un proceso de deterioro que puso a la relación entre los dos países al borde de la ruptura. Los embajadores respectivos volvieron a sus capitales en el momento más agudo de la crisis. Por lo tanto, es sano y útil que no se prolongue una actitud errónea y estéril. Antes que Calderón se encontrara con Chávez, al pasar, la Cancillería anunció que se buscaría mejorar el nexo con Venezuela.

Por lo tanto, no objeto que Calderón elija un camino distinto al marcado por Fox. Lo que señalo es sólo la doblez, la práctica de dos modos de ser encontrados, en que uno pretende encubrir al otro, cuando no se sostiene un dicho previamente proferido.

Es la doblez del sapo que en un mitin en la selva cuestiona el autoritarismo del rey, el león que se hallaba ausente en el momento de la diatriba del batracio pero que algo percibió de lo dicho. Por ello preguntó al sapo cómo estaba, a lo que su interlocutor contestó, "aquí nomás, de bocón".

La dualidad presidencial en ese caso, que puede ser en realidad un ejercicio de sensatez y acaso genere efectos positivos para la política exterior mexicana, es de naturaleza distinta a la que el propio Calderón practicó el martes, cuando viajó a Puebla y saludó al gobernador Mario Marín.

Su índole diversa radica en que el encuentro fue utilizado por el Ejecutivo local como un espaldarazo. En los hechos, además, puede tener consecuencias nocivas, pues Marín es objeto de averiguaciones previas en el Ministerio Público federal cuya cabeza, el procurador general de la República, es un dependiente de la Presidencia, susceptible de influencia política en el ejercicio de sus funciones.

En febrero pasado, Calderón estaba en campaña, había revisado su estilo original (cuando confesó que había sido infiel a su modo real de ser) en el momento en que se dieron a conocer las conversaciones telefónicas entre Kamel Nacif y el góber precioso, llamado así en el ameno coloquio que fue grabado y difundido para conocimiento general.

Por convicción o por conveniencia, o por ambas, el candidato panista se lanzó contra Marín. No se limitó a descalificar su conducta, como el caso ameritaba, sino que se sumó explícitamente a la iniciativa de someterlo a juicio político.

De corta memoria, el Presidente olvidó su dicho. O, habilidoso aunque eso suponga dejar de lado los escrúpulos, no rehusó recibir el uncioso saludo de Marín, que si llega al extremo de hacerse propaganda cuando es visitado por un falso rey, un charlatán, con mucho mayor razón lo hizo aprovechando la visita presidencial.

Calderón viajó a Hueytlalpan, en la Sierra Norte de Puebla, uno de los municipios de mayor pobreza en el país, para echar a andar la Estrategia Integral para el Desarrollo Social de los Municipios Marginados.

Dado que la penuria municipal no es dolencia exclusiva de Puebla, el lanzamiento de esa iniciativa pudo haberse hecho en otra entidad, cuyo mandatario no esté sometido a indagaciones ministeriales y hasta a una de carácter peculiar, a cargo de la Suprema Corte de Justicia, y al que Calderón no se hubiera referido peyorativamente.

Al proceder como lo hizo, el Presidente cohonestó a quien había criticado, sin que hubieran cambiado las circunstancias que dieron lugar a su descalificación. Por eso la doblez de Calderón, explicable como la conducta federal que ha consolidado en Oaxaca a Ulises Ruiz, para bienquistarse con el PRI, va más allá de un acto de hipocresía o, si se quiere ver su cara positiva, de un gesto de buenas maneras políticas.

Han transcurrido ya muchos meses desde que Lydia Cacho denunció al góber precioso ante las dos fiscalías federales que le conciernen, como mujer y periodista que es, y no ha habido avance en la averiguación. La relación entre Calderón y Marín puede influir en el resultado de ese procedimiento, salvo que fuera sólo un gesto impertinente por impensado.

Podría no serlo y, al contrario, indicar que se ha tomado la decisión de dejar a salvo a Marín, si tampoco lo fue la cordialísima y risueña visita de ministros de la Corte a Puebla, hace un mes. Al saludar satisfechos como lo hicieron al gobernador los ministros parecieron ignorantes de que, en cierto modo, Marín está sujeto si no a su jurisdicción, sí a su competencia.

Cajón de Sastre .
Murió Mario Trujillo García, que habría cumplido 87 años el 21 de enero. Fue gobernador de Tabasco durante el sexenio de Luis Echeverría, y completó la labor desmadradizadora (es decir, de eliminación de la huella de Carlos Madrazo) que había iniciado su antecesor Manuel R. Mora.

Antes de la gubernatura, Trujillo sólo había sido diputado federal, y después ocupó cargos federales de mediana importancia. Sus hijas Graciela y Georgina fueron, la primera, secretaria en los gobiernos de Roberto Madrazo y Manuel Andrade, y la segunda dirigente del PRI estatal con Andrade y ahora es diputada local.

Unidos por muchos motivos, a este respecto seguramente difieren las opiniones del senador Arturo Núñez, que fue secretario particular del extinto político y le profesó permanente reconocimiento; y la de Andrés Manuel López Obrador, quien lo consideró un gobernante corrupto que en defensa de sus intereses contó entre los empresarios que agredieron hace 13 años a las huestes de López Obrador en la plaza principal de Villahermosa.


Rafael Segovia

Poderes y cultura.
La defensa de las instituciones, no se señala de manera clara de cuáles, se ha convertido en uno de los temas preferidos de la derecha.

Está permitido suponer que la Procuraduría Federal del Consumidor es una de ellas y de las más importantes, puesto que debe vigilar la calidad de todo lo consumido por la nación.

En más de una ocasión la hemos visto enfrentarse con fuerzas muy superiores a las suyas y, cuando no ha podido imponer sus razones, ha dejado constancia de su inconformidad.

De ahí el sorpresivo desentendido que la domina ante el escandaloso silencio compartido con el gobierno federal sobre algo decisivo en la vida de los mexicanos: las tortillas y su precio.

No sólo se están vendiendo al precio que se les antoje a los comerciantes sino que no hay un solo precio: vivimos en plena anarquía, que algunos llaman la ley del mercado. Y la del cinismo, pues los empresarios piden un subsidio, no se sabe a qué ni por qué.

Esto es uno de los problemas más serios del momento.

Junto a éste encontraríamos otro que mueve a risa, si no tuviera un fondo lamentable revelador de una situación intolerable de la cultura nacional.Esta cultura ha sido conformada y dominada durante el último siglo por los medios de comunicación, que han impuesto no sólo sus normas sino un estilo extranjero en el peor sentido del término.

Son unos temas ajenos a la manera de pensar tradicional: ramplones, vulgares y, de hecho, clasemedieros. Son la lectura diaria del horóscopo y de las predicciones que un individuo lee o dice leer en los astros. Predice qué ha de ocurrirle de hecho a toda la humanidad y hay una parte de ésta capaz de aceptar la predicción. Y lo cree desde un convencimiento total, y no sólo su destino individual, sino el nacional.

La prensa, los llamados periódicos serios, han publicado las advertencias y visiones de unos tristes desvergonzados -y muchas veces desvergonzadas- anunciando siempre un porvenir radiante para el país. Sería conveniente saber de dónde salen estas previsiones. Tan lo es que la Procuraduría ha hecho unas declaraciones que se podía haber ahorrado. Así haya intentado protegerse poniendo en duda la capacidad o la verosimilitud de estos nuevos arúspices, una institución de Estado no tiene por qué abordar el tema. Pero aun esto no es lo más grave, lo más grave está en la televisión, instrumento de dominación cultural inigualable.

Encontrarse con un hombre como el señor Walter Mercado, disparatando a más y mejor, disfrazado no se sabe de qué, maquillado como una muñeca de tiro al blanco, no es culpa del señor Mercado, sino de quien le paga -la televisión- por disparatar o le vende el tiempo para que suelte sus disparates. Todo ello en nombre de la libertad de expresión. Sólo falta que se diga de la difusión de la cultura o, como ya es un lugar común, forma parte del entertainment en inglés o del entretenimiento en español.

Cuando la lucha por una cultura nacional toma un tinte casi angustioso pues todos sabemos qué momento atraviesa la enseñanza en todos sus niveles, quiénes manejan desde las Secretarías de Estado -más bien las subsecretarías-, cómo han proliferado unas universidades que ni el nombre de universidades tienen, donde se compran desde las tesis en adelante, mientras senadores, diputados y funcionarios miran para otro lado cada vez que se pide una ley de educación superior -muchos de ellos han dizque estudiado en esos antros, no se sabe cuántos han comprado tesis y títulos- y regatean el dinero para la educación superior y la investigación; cuando todo eso es el pan nuestro, no queda sino aguantar esta tempestad de mediocridad y miseria espiritual y mental hasta que toda sea barrida.

Pero no sabemos cuándo.

Como ya va siendo costumbre, debemos añadir que todo esto no es mal exclusivo de este país. Lo encontramos por todos lados: en Nicaragua y en Venezuela por ejemplo. Por tristes ejemplos.

El presidente Calderón decidió presentarse en Nicaragua por razones evidentes que no son las anunciadas hace tiempo: desbordar por la izquierda a sus opositores. Hacer acto de presencia en Managua ante el sandinismo -que tuvo en sus orígenes vínculos con México y que se sigue viendo como un fenómeno político de izquierda- era una oportunidad que no se podía despreciar, menos aun cuando se iba a contar con la presencia de Hugo Chávez.

La posibilidad de remendar los desaguisados de Fox se presentaba bajo los mejores auspicios, como los anunciados habitualmente por Walter Mercado.

Pero Felipe Calderón se encontró con otra situación: con dos discursos como para poner los pelos de punta.El nicaragüense, en mangas de camisa -la izquierda tiene sus símbolos-, con la banda presidencial terciada, a grito herido invocó a los muertos sobre todo, cuando se acordaba de los nombres. Las invocaciones se sucedieron sin parar, sin provocar mayores emociones ni respuestas de los allá convocados.

Peores, si cabe, fueron los exabruptos del presidente venezolano, sus promesas y ofertas, sus llamados a la revolución bolivariana y al socialismo, sus desafíos y sus insultos, su insufrible vanidad y su ignorancia.

Es triste decirlo pero era un ejemplo de cultura latinoamericana, hecha de horóscopos y televisión, de una élite minúscula y unas masas analfabetas mantenidas voluntariamente en el analfabetismo pues es la única manera de conservar las situaciones presentes en la mayoría de los países de la región -como impropiamente se dice-.

Chile, la Argentina y el Uruguay se salvan porque en su momento se creyó y se apoyó a la cultura nacional; los demás dejamos pasar la ocasión y las consecuencias están ahí. Por lo visto hasta estos momentos, no hay la menor voluntad de superarlas.

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