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viernes, enero 12, 2007

DE LA VISITA DEL PELELE A VERACRUZ

Nos mandan la siguiente información sobre la visita del ESPURIO a Veracruz:

• Vecinos del Infonavit Chivería amanecieron soñando. El área estaba limpiecita, agentes de Tránsito por todos lados trabajando, los accesos herméticamente bloqueados y, sobre todo, sus calles y edificios sobrevigilados,

Protestas de ambulantes le dan la bienvenida a Calderón, donde no dejaban entrar ni al agua

• Había desde policías de la PFP hasta soldados

Por Fidel Pérez
Reportero de NOTIVER
Fotos de Hugo Garrido y JOEL SORIANO-NOTIVER


Vecinos del Infonavit Chivería amanecieron soñando.

El área estaba limpiecita, agentes de Tránsito por todos lados trabajando, los accesos herméticamente bloqueados y, sobre todo, sus calles y edificios sobrevigilados, blindados.

¡Nada era igual!

Aunque al fin, sólo duró unas horas.

Aquellas vallas y unos prepotentes integrantes del Estado Mayor Presidencial, cientos de elementos policíacos y granaderos, perros adiestrados y caballos, parecían no dejar entrar ni al agua.

Y, por el momento, todo iba así.

Es que aquella populosa colonia había cambiado de la noche a la mañana.

Había una excusa, una justificación, un motivo: la primer visita del nuevo presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa.

Un Calderón que vino blindado a Veracruz.

Que llegó repleto de vigilancia.

Impenetrable.

No era para menos, las protestas de vendedores ambulantes estaban a la orden del día.

Y las pancartas: “Gracias Calderón por el alza a los precios de la canasta básica”, también daban la bienvenida de una forma sui géneris.

Horas, minutos, segundos antes de la llegada del mandatario, las carreras, las inconformidades, los empujones, las revisiones de arriba abajo, de abajo a arriba, habían rebasado la barrera de la tolerancia.

NADA DE ROJO, PERO...

Más de 200 elementos policíacos, entre ellos de la PFP y Granaderos, no dejaban pasar nada.

Ni agua en aquella modesta cancha de fútbol conocida pomposamente como Unidad Deportiva Antonio Exsome, dejaban pasar en la “aduana” improvisada por miembros del cuerpo de seguridad oficial.

Incluso, una hoja que distribuyeron anticipadamente miembros de la Ugocp y en la que manifestaban su apoyo a los vendedores ambulantes desalojados, 48 horas antes de la llegada del mandatario, del Malecón del Paseo, también fue decomisada.

Todo, todo, toditito era de peligro, de riesgo, de posible atentado en contra del mandatario.

Por eso era complicado pasar algo.

Aunque hubo una orden, quién sabe de dónde y de quién, que empezó a decomisar gorras en color rojo.

Y, por supuesto, también impedían pasar los globos rojos.

Aunque, al final, antes de que Calderón iniciara su discurso, desde una casa adjunta a aquella canchita de fútbol, hombres y mujeres vestidos de rojo dejaron escapar varios globos amarrados hacia el cielo.

Todos miraban, todos con la vista hacia el cielo.

LA GUERRA DE LAS PORRAS

Todo iba bien, salvo el desorden en la coordinación del programa, hasta que en el alta voz se anunció la llegada de Calderón y Fidel Herrera.

Entonces vino la guerra... la guerra de las porras.

La batalla verbal entre panistas y priistas, entre calderonistas y fidelistas, entre azules y rojos, estaba desatada.

Y así entraron los dos, Calderón y Fidel, al improvisado estrado.

En medio de la confundida y estridente gritadera.

Aunque en medio de aquel revoltijo, saltó, de pronto, otro grito femenino: “no, no, diputado espere no se vaya...no se vaya, por favor”.

Era la ex regidora panista Leticia Rodríguez, que alcanzó en la entrada de la canchita a un encolerizado diputado panista Agustín Mollinedo, quien optó por la retirada cuando le impidieron la entrada al estrado.

Todo al final era confusión.

Incluso, hasta el alcalde Julen Rementería se olvidó del gobernador y no lo nombró al inicio de su discurso y la secretaria de Desarrollo Social, María Beatriz Zavala Peniche, confundió a Julen con Julián.

Adentro la realidad volvía locos a panistas y priistas.

Afuera, afuera la gente seguía soñando.

Pero al fin, como decía Pedro Calderón de la Barca, los sueños, sueños son.


Algunas imágenes del asunto (que, por cierto, mañosamente no mostraron ni en el Unicerdal, ni en el ReforPAN, ni en el Mierdenio):






Una razón más para apoyar al peje en el 2007.

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