josé gil olmos
La Habana, 11 de enero (apro).- Claridosos al hablar de México, los cubanos miran desde la isla los problemas que enfrentaremos los mexicanos con Felipe Calderón. “Va a estar difícil” dicen moviendo la cabeza. “Será peor que el otro”, sentencian.
Metidos en su propia crisis política y económica, producto del bloqueo económico estadunidense y, a últimas fechas, de la enfermedad de Fidel Castro, de la cual no se sabe casi nada porque se trata de un “secreto de Estado” --aunque todos dicen que es “cáncer” en el estómago--, los cubanos no dejan de observar hacia México y cuando lo hacen mueven la cabeza de un lado a otro, preocupados.
Casi todos con los que hablé en las últimas dos semanas en La Habana y Santiago, tienen la impresión de que Calderón agudizará la crisis social en México; y Oaxaca, dicen, es la señal.
“Con el otro –refiriéndose a Vicente Fox--, México iba mal, pero con este…. Va a estar difícil”, repiten comiéndose las “s”, cuando ven las noticias en el telediario de las 20:30 horas que aún genera la represión en Oaxaca.
Entre los problemas que tendremos los mexicanos con Calderón y que los isleños vaticinan con esa especie de clarividencia santera y política, es que las relaciones entre ambos países no van a mejorar. Al contrario, empeorarán. Si Fox hablaba y actuaba de manera irreflexiva, Calderón sabe lo que hace y no va estar en contra de los mandatos de Estados Unidos.
“La derecha, compañero, está avanzando en México y Andrés Manuel ¿Dónde está?”, pregunta un viejo militante del Partido Comunista, quien, sentado en su “tumbona”, una especie de silla que se desdobla hasta convertirse en un pequeño sofá playero, prevé que el nuevo gobierno del PAN también dará la espalda a la responsabilidad social del Estado y se dedicará a fortalecer su permanencia con el apoyo de los empresarios.
Eso me lo dijo hace dos semanas. Hoy el aumento a los principales productos de la dieta mexicana (tortilla, leche y huevo) le dan la razón.
Como Ernesto Zedillo en 1994, hoy Calderón empieza su gobierno con decisiones que atentan a la economía familiar, provocando en desasosiego social.
Es evidente que el aumento al precio de estos tres productos traerá una cascada de aumentos en los precios de otros más y aunque Calderón ya prometió que hará todo lo que esté a su alcance para que esto no ocurra, sus declaraciones tienen más retórica y demagogia que promesas por cumplir. Esa historia ya es conocida entre los mexicanos.
Las decisiones que Calderón está tomando no son producto de una ocurrencia, son parte de un proyecto económico y político en el cual la responsabilidad social del Estado tiene poco peso. La visita que hizo a Nicaragua recientemente, a la toma de posesión de Daniel Ortega, tuvo como intención dar la apariencia de que su gobierno rebasaría por la izquierda las propuestas hechas por López Obrador.
Pero no ha pasado ni un mes de gobierno para que Calderón muestre el verdadero perfil de su gobierno: represión a los movimientos populares como el de Oaxaca y un alejamiento con los grupos sociales más necesitados.
Sentado en la silla presidencial Calderón no puede dejar de ver la crisis social que van a generar estas medidas impopulares. Sobre todo si tomamos en cuenta que ya empiezan a verse señales de una crisis política en su propio partido, donde, como nunca, se registran ajusticiamientos entre sus integrantes.
Es temprano para afirmarlo, pero, a reserva de que el tiempo lo confirme, los cubanos tienen la razón: Los mexicanos vamos a estar en problemas con este presidente.
Lea nota desde PROCESO
La Habana, 11 de enero (apro).- Claridosos al hablar de México, los cubanos miran desde la isla los problemas que enfrentaremos los mexicanos con Felipe Calderón. “Va a estar difícil” dicen moviendo la cabeza. “Será peor que el otro”, sentencian.
Metidos en su propia crisis política y económica, producto del bloqueo económico estadunidense y, a últimas fechas, de la enfermedad de Fidel Castro, de la cual no se sabe casi nada porque se trata de un “secreto de Estado” --aunque todos dicen que es “cáncer” en el estómago--, los cubanos no dejan de observar hacia México y cuando lo hacen mueven la cabeza de un lado a otro, preocupados.
Casi todos con los que hablé en las últimas dos semanas en La Habana y Santiago, tienen la impresión de que Calderón agudizará la crisis social en México; y Oaxaca, dicen, es la señal.
“Con el otro –refiriéndose a Vicente Fox--, México iba mal, pero con este…. Va a estar difícil”, repiten comiéndose las “s”, cuando ven las noticias en el telediario de las 20:30 horas que aún genera la represión en Oaxaca.
Entre los problemas que tendremos los mexicanos con Calderón y que los isleños vaticinan con esa especie de clarividencia santera y política, es que las relaciones entre ambos países no van a mejorar. Al contrario, empeorarán. Si Fox hablaba y actuaba de manera irreflexiva, Calderón sabe lo que hace y no va estar en contra de los mandatos de Estados Unidos.
“La derecha, compañero, está avanzando en México y Andrés Manuel ¿Dónde está?”, pregunta un viejo militante del Partido Comunista, quien, sentado en su “tumbona”, una especie de silla que se desdobla hasta convertirse en un pequeño sofá playero, prevé que el nuevo gobierno del PAN también dará la espalda a la responsabilidad social del Estado y se dedicará a fortalecer su permanencia con el apoyo de los empresarios.
Eso me lo dijo hace dos semanas. Hoy el aumento a los principales productos de la dieta mexicana (tortilla, leche y huevo) le dan la razón.
Como Ernesto Zedillo en 1994, hoy Calderón empieza su gobierno con decisiones que atentan a la economía familiar, provocando en desasosiego social.
Es evidente que el aumento al precio de estos tres productos traerá una cascada de aumentos en los precios de otros más y aunque Calderón ya prometió que hará todo lo que esté a su alcance para que esto no ocurra, sus declaraciones tienen más retórica y demagogia que promesas por cumplir. Esa historia ya es conocida entre los mexicanos.
Las decisiones que Calderón está tomando no son producto de una ocurrencia, son parte de un proyecto económico y político en el cual la responsabilidad social del Estado tiene poco peso. La visita que hizo a Nicaragua recientemente, a la toma de posesión de Daniel Ortega, tuvo como intención dar la apariencia de que su gobierno rebasaría por la izquierda las propuestas hechas por López Obrador.
Pero no ha pasado ni un mes de gobierno para que Calderón muestre el verdadero perfil de su gobierno: represión a los movimientos populares como el de Oaxaca y un alejamiento con los grupos sociales más necesitados.
Sentado en la silla presidencial Calderón no puede dejar de ver la crisis social que van a generar estas medidas impopulares. Sobre todo si tomamos en cuenta que ya empiezan a verse señales de una crisis política en su propio partido, donde, como nunca, se registran ajusticiamientos entre sus integrantes.
Es temprano para afirmarlo, pero, a reserva de que el tiempo lo confirme, los cubanos tienen la razón: Los mexicanos vamos a estar en problemas con este presidente.
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