Nos envían la siguiente información:
Te escribo este mensaje con un dolor inmenso, acaba de morir un hombre bueno, íntegro y pasmosamente valiente. Los que tuvimos la enorme fortuna de conocerlo sabemos lo sencillo, cálido y amoroso que era. Un hombre consecuente y de una calidad humana extraordinaria. Enrique Gorriarán Merlo, "el pelado", para sus amigos y compañeros (pues así le dicen en Argentina a los que tienen poco pelo), murió hace apenas un par de horas, a los 65 años, entero, digno y como siempre, sonriente.
Por su lucha contra las dictaduras argentinas vivió casi toda su vida adulta en la clandestinidad o en la carcel. El fue uno de los cinco jefes guerrilleros que se fugaron de la cárcel de Rawson y salieron en avión del aeropuerto de Trelew en Argentina, tan sólo para volver a su tierra y seguir luchando contra la barbarie militar y ultraderecha que quería "implantar el reino de Dios en Argentina", o sea el infierno terrenal. Fue militante y dirigente del Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) y a la muerte de "Robi", Roberto Santucho, continuó a la cabeza de su organización en la lucha armada contra la última dictadura Argentina, la más sanguinaria de América del Sur. También luchó en Nicaragua contra la dictadura de Anastasio Somoza y fue el responsable del comando de voluntarios que lo emboscó y le dio muerte, como el siempre decía, "fue una emboscada al jefe del ejército invasor y asesino (la contra), nunca una venganza". Al derrumbe de la dictadura Argentina, regresó y encabezó la creación del Movimiento Todos por la Patria (MTP) una organización política pública que inscribió candidatos para participar en de la democracia en su país. Encabezó el asalto al cuartel de la Tablada en Buenos Aires en 1989, pues sabía que se preparaba un nuevo golpe de estado, la mayoría de sus compañeros murieron en el asalto, algunos en la acción y otros ejecutados cobardemente ya rendidos. El pudo escapar. Sin embargo, en 1995 fue ilegalmente detenido en México, en Morelos, aunque sería más preciso decir que fue secuestrado por la policía mexicana y, sin proceso legal alguno, fue subido a un avión y entregado al día siguiente a las autoridades Argentinas. Allá fue condenado a cadena perpetua y salió libre 8 años después, endultado, como resultado de la movilización social y de una larga huelga de hambre que lo dejo en los huesos, en 2003. En la cárcel escribió un extraordinario libro de historia, Memorias, y ahora se aprestaba, con su gran energía, a seguir escribiendo y reflexionando y a impulsar otra vez la lucha electoral, Enrique seguía buscando alcanzar el sueño que lo llevó a enfrentar con las armas a la dictadura Argentina: hacer de su patria, latinoamérica, un lugar más justo solidario y libre, empezando por su primera patria, Argentina.
¡Hasta siempre, Enrique!
Junto con el e-mail nos envían esta foto de Enrique:
Una razón más para apoyar al peje en el 2006.
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