REZAGO EN C. Y T.

Opinión
México
Ciencia y tecnología
Por: Eduardo Ibarra Aguirre (Fecha publicación:19/01/2007)

Todo apunta a que 2006-2012 no será el sexenio para la ciencia y la tecnología en materia de inversión pública, pese al alarmante déficit que México tiene en ambas materias, decisivas para el desarrollo nacional.

En 2006, por ejemplo, el Presupuesto de Egresos de la Federación contempló una inversión que equivalió a .36 por ciento respecto al producto interno bruto, muy por debajo del 1 por ciento que fijó la Ley de Ciencia y Tecnología.

Y para 2007 se destinarán 33 mil millones de pesos para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, lo que equivale a .35 por ciento.

El “gobierno del empleo” reconoce que la palabra clave para generarlo es “inversión”, y ésta –digo yo-- no se producirá sin mejores capacidades para la productividad y la competitividad, y ambas no son dables sin mayor y mejor educación, ciencia y tecnología.

Es decir, con el gobierno de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa el presupuesto federal para ciencia y tecnología descenderá en términos relativos y absolutos. Pero crecerá notablemente el de las fuerzas armadas y policiacas.

Es imposible, así, encontrar la más mínima correspondencia entre el discurso motivacional –tipo Miguel Angel Cornejo Rosado-- del “México triunfador”, el “México de triunfadores” que como catecismo expresa todos los días el michoacano, y la cruda realidad de un país que difícilmente saldrá de la mediocridad que aún lo caracteriza mientras no invierta radicalmente sus prioridades.

Para empezar, Juan Carlos Romero Hicks, destacada figura de la Organización Nacional El Yunque y director general del Conacyt, tendría que dirimir con cierto rigor, más allá de justificaciones para congraciarse con Calderón --esto no es Guanajuato, ni aquél es Vicente Fox Quesada--, si los 4 mil 500 millones de pesos provenientes de los estímulos fiscales para incentivar la inversión del sector productivo en ciencia y tecnología, se suman o no a la cuenta total.

De cualquier manera, estaríamos hablando de .7 por ciento respecto al PIB. Además, es preciso contemplar que una buena parte del presupuesto se destina a los sueldos, prestaciones y gastos de representación de la burocracia y ésta no investiga. Amén del gasto publicitario.

Romero Hicks se refugia en el lugar común: “No hay dinero que alcance, por lo que el reto es hacer más con el dinero que tenemos”. Mientras que Juan Ramón de la Fuente Martínez alerta sobre el desinterés del Estado para tener una política de ciencia y tecnología, hecho que se expresa en una “disonancia entre el discurso oficial y los hechos”, y las graves consecuencias porque “la ciencia es fundamental para el desarrollo, de igual manera que la tecnología es imprescindible para mejorar la productividad y la competitividad de los países”.

Ignora el exgobernador de Guanajuato que 80 por ciento de la investigación científica la realizan las universidades públicas. Y, en consecuencia, los recortes presupuestales afectan en primer lugar a éstas.

Como también Josefina Vázquez Mota, la exitosa autora de Dios mío, hazme viuda por favor --“Un llamado al crecimiento integral del ser humano”--, y pronunciadora de discursos bellos pero que sirven para muy poco, declara que nuestro promedio escolar está entre seis y ocho años”. Y no en siete, como se informó antes de que comenzara el desastre educativo de Fox Quesada y Reyes Silvestre Tamez Guerra.

Con estos burócratas que ignoran u omiten lo elemental, con núcleos dirigentes que colocan en lugares secundarios la educación media y superior, la ciencia y la tecnología como claves para que la nación acceda a nuevos niveles de desarrollo, arribaremos al 2012 en medio del rezago y la mediocridad como sello nacional.