21-01-2007
La atención de las principales fuerzas sociales y políticas del continente africano está puesta en este foro de Nairobi, que se abre por la mañana con una gran manifestación por la paz que busca subrayar el gravísimo contexto internacional que ha generado la política expansionista de Estados Unidos, en la que está prevista la participación de 80 mil personas y que se espera sea encabezada por el pastor sudafricano Desmond Tutu, obispo de Lesotho y ganador del Premio Nobel de la Paz en 1984, y por la científica kenyana Wangari Muta Mathai, ministra adjunta de Medio Ambiente en el actual gobierno de este país y premio Nobel de la Paz en 2004, ambos destacados pacifistas y luchadores sociales.
Esta demostración, que se espera sea imponente, se verá impulsada por dos convoyes de vehículos que vienen desde Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y Lusaka (Zambia), y por muchos otros grupos de activistas que viajan de distintos rincones del continente y confluirían en la columna de manifestantes. La marcha iría desde la ciudad perdida de Kibera, una de las más extensas y miserables del Africa negra, situada a pocos kilómetros de Nairobi, donde viven hacinadas más de 80 mil personas, hasta el parque de Uhuru, en el corazón de esta capital, lo cual no carece de significado, pues el vocablo uhuru significa, en lengua swahili, 'libertad'.
Se espera que la marcha culmine por la tarde con el acto oficial de apertura en dicho parque, tras lo cual se llevaría a cabo un festival musical en el que se prevé la actuacion de algunos de los más populares interpretes kenyanos de la música actual, encabezados por Eric Wainana, en una velada político-cultural que busca reafirmar la cultura de los pueblos africanos, antes de iniciar formalmente las tareas del foro el domingo 21 en el Centro Deportivo Internacional Moi, al que se le están dando los últimos arreglos.
El foro que se inaugura este sábado en Africa es el que ha contado quizás con menos recursos de todos los hasta ahora efectuados; el que ha tenido menos apoyo en el país organizador y el que cuenta con mayores problemas de difusión de sus tareas, pero el que más expectativas ha despertado.
Onyanga Oloo (coordinador nacional del Foro Social de Kenya y miembro del comité organizador de Nairobi 2007), confirmaba hoy los obstáculos existentes al diario inglés The Guardian, pero no ocultaba su entusiasmo, subrayando que a pesar de los problemas uno de sus desafíos centrales es vincular los esfuerzos de los africanos con los de otros pueblos, en especial los de América Latina, ya que en los trabajos de organización hay no sólo kenyanos, tanzanos, ugandeses, senegaleses y zimbabuneses, sino también hondureños y salvadoreños junto con canadienses y daneses.
Un problema central lo constituye para muchos el costo que representa la asistencia al encuentro, en particular por la pobreza extrema que padecen los pueblos africanos, pues Kenya no es la excepción.
Con sus 34 millones de habitantes, Kenya es en Africa un país intermedio en extensión y población, que se encuentra tan devastado por la imposición de las políticas neoliberales como cualquiera de los demás, y es uno de los que más recursos naturales poseen, en especial por su biodiversidad, ya que aquí se encuentran los parques nacionales más extraordinarios del continente y constituyen un paraíso para los safaris, la industria del turismo, en particular la del cinegético, que beneficia sólo a las multinacionales.
El entusiasmo y sobre todo la esperanza que el acto está levantando en los pueblos africanos es sin embargo muy grande, y los organizadores refieren a todo mundo cómo a principios de este mes estuvieron en el complejo de interés social de Muthuruwa, donde habitan jubilados de los ferrocarriles kenyanos, y el entusiasmo de éstos por venir hizo que se les terminaran las formas de inscripción.
La llegada de los grupos y delegaciones se intensificó hoy y el programa de albergue de los visitantes en casas particulares parece que no se dará abasto, pues tan sólo 15 mil kenyanos han confirmado ya su visita en los últimos días y, aun y cuando las organizaciones que promueven los viajes de grupos están trabajando con eficacia, hay muchas personas que vienen por su cuenta y se reportan con desamparo ante los organizadores. En Machakos, Kasarani y el camino hacia Ngong se han instalado ya tiendas y campamentos para albergar unas 3 mil personas y otros más se están preparando en los alrededores.
El FSM de Nairobi corre por lo mismo el riesgo de ser desvirtuado a causa precisamente de la expectación que está despertando en mucho sectores de los más marginados, pues muchos de los asistentes lo ven como la última esperanza. Los organizadores esperan que quienes vienen regresen a sus comunidades a trabajar en proyectos sociales, culturales, políticos y económicos precisos a fin de transformar sus realidades, pero muchos buscan ya desde ahora una solución más rápida a la situación que los aqueja, y los problemas aquí parecen descomunales: la salud, el sida, la alimentación, la educación, el agua, el medio ambiente, la vivienda, la carencia de la tierra o el desempleo, a lo que se agregan las cuestiones de la democracia, de la discriminación, de la situación de las mujeres y de los niños o de los derechos humanos; es decir, todos aquellos temas que constituyen la agenda central de Nairobi 2007.
Ante la dimensión descomunal de los problemas, muchas gentes que nunca habían escuchado hablar del Foro Social Mundial creen sin embargo que éste puede tener una solución a sus problemas y se aprestan a venir, lo que es motivo de múltiples anécdotas que empiezan a aparecer en los medios europeos.
Joyce Mulama, una periodista de Inter Press Service, reportaba por ejemplo el año pasado el caso de una mujer que ante la mención del Foro exclamó preguntándose confundida por las políticas asistencialistas de muchas ONG: "¿Qué es el FSM? ¿Me va a traer medicinas?" Y los casos de este tipo se dan por cientos. Junto a muchas de estas personas, vendrán también sin embargo los representantes de las organizaciones de la izquierda africana, que sorteando muchas dificultades buscarán enfatizar el que deberá ser el verdadero contenido del FSM.
El control cada vez mayor que tienen las trasnacionales de los medios masivos de comunicación y el alto costo de los diarios y revistas, hace por otra parte que el FSM de Nairobi no tenga aún una difusión significativa, comparable a la de los Foros de Porto Alegre, ni siquiera aquí en el país organizador.
Tan sólo en la zona céntrica de la capital, donde se encuentra el Centro Internacional de Convenciones Kenyatta y en el complejo deportivo Moi, situado en la zona norte, donde sesionará a partir del 21, hay mantas sobre el mismo, aunque los organizadores esperan que las manifestaciones públicas de la inauguración y clausura puedan impactar a la mayoría de la gente.
La difusión del acto en los medios kenyanos es aún muy escasa, y para la prensa escrita parece tener más importancia el hecho de que el senador demócrata estadunidense Barack Obama, hijo de kenyanos, y quien ha venido ya tres veces a Nairobi, se le adjudiquen ahora mayores posibilidades de ser el abanderado democrata en 2008 venciendo a Hillary Clinton, a fin de llegar así a la Casa Blanca, que la celebración del Foro, donde miles de delegados en nombre de millones de africanos querrán hacer realidad la tesis de que 'otro mundo es posible'.
Obama, se dice, va a volver, y tuvo en su anterior visita el gesto de entrevistarse lo mismo con el presidente Kibaki que con el líder de la oposición, Uhuru Kenyatta.
La seguridad es por otra parte un motivo continuo de advertencias por parte de diversos sectores, y los organizadores del FSM con razón subrayan a todos que Nairobi no es más insegura que Nueva York, París, Montreal o Liverpool; no obstante, lo cual por todos lados se observa un despliegue inusitado de fuerza pública, en particular por la situación que guarda el gobierno actual del presidente derechista Mwai Kibaki, el tercer gobernante que ha tenido este país luego de su Independencia de Gran Bretana en 1967.
Kibaki fue electo en 2002 y busca la reelección en los comicios de este año, luego de tres de gobierno desastroso en los que no ha sido más que un mandatario de las trasnacionales. Tras los gobiernos de 15 años del líder de la Independencia Jomo Kenyatta (1963-1978) y de 24 de su sucesor Daniel Arap Moi (1978-2002), Kibaki sabe que sus días en el gobierno pueden estar contados, y que cualquier expresión de violencia le resultaría fatídica para sus ambiciones releccionistas por muchos de los acontecimientos del pasado reciente.
No en balde uno de los sitios más visitados aquí por el turismo estadunidense es el jardín memorial levantado donde estuvo la sede de la embajada de Estados Unidos, volada en un atentado en 1998, al mismo tiempo que la embajada estadunidense en Dar es Salaam, hechos por los que murieron más de 200 personas, y que los analistas recuerdan continuamente por el efecto devastador que tuvieron para las economías de Kenya y Tanzania. No menos que el atentado suicida en el vestíbulo del Hotel Paradise de Kikambalam, en la costa oriental en 2002, y que los cohetes lanzados ese mismo día contra un avión israelí en el aeropuerto de Mombasa, el principal puerto kenyano en el Océano Indico, a 400 kilómetros de aquí.
El desafío de Nairobi 2007 es de los pueblos africanos, pero también de todos los participantes que han venido de los otros cuatro continentes y que como muchos hombres y mujeres libres del planeta tienen la convicción de que el destino de Africa es el de todos.
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