REFORMA.
Rafael Segovia.
Un inicio infortunado.
Consecuencia quizás del viaje del Presidente electo por un continente donde no encontró los apoyos, así no fuera sino una simpatía, que esperaba, recurre ahora a lo anunciado: desbordar por la izquierda.
Es decir el enemigo sigue estando ahí, desoyendo sus ofertas y regodeándose en los enfrentamientos internos de la derecha, previsibles pero aun así sorprendentes. Eso al menos le queda a Felipe Calderón, antes de empezar.
Encontrarse con Jorge Alcocer en la lista de colaboradores es quizás la mejor noticia que podía esperar la izquierda. Es más, verlo al frente de quienes van a proponer las medidas conducentes a establecer una nueva política interior lleva a suponer que estamos ante un teatro de marionetas inesperado.
El abandono de Calderón alcanza unas dimensiones tales que haber buscado a un antiguo miembro de la extrema izquierda para encontrar una negociación y acuerdo con López Obrador y el PRD nos anuncia una catástrofe ilimitada en las filas de la derecha nacional -si es que al referirnos a los hombres de Espino y compañía se les puede definir con este adjetivo.
Tarde o temprano la banda de Espino se quedará en la cuneta, como se quedó el Opus en España, ganando sus miembros todo el dinero de la península, pero al margen del gobierno. La lista calderoniana es reveladora: anticipa su fracaso, porque no está apoyada en nada ni por nadie.
Ni una institución educativa como el ITAM o el IPADE, puede establecer y llevar a cabo, convertir en realidad, un programa como el 20/30.Para alcanzar una reforma como la soñada por Calderón se necesita un apoyo no de las escuelas y universidades -algunas con sus programas de embalajes- sino una población convencida o, al menos, no opuesta.
¿Cuántos electores se inclinaron por él?
¿Tuvo eco su programa electoral?
¿Se escucharon sus palabras?
El 0.5 fue un milagro del IFE y nadie puede probar lo contrario.
Dentro de poco veremos enterrar cristianamente a tan antiguamente prestigiosa cofradía y, será seguramente tarea de Jorge Alcocer encontrar un nuevo sistema para las próximas elecciones.Por lo pronto no se divisan los nuevos grupos que sostendrán las medidas improvisadas por los también nuevos consejeros.
Apoderarse total o parcialmente de quienes fueron los electores de López Obrador o del PRD es un delirio sin pies ni cabeza. Estas masas puede que no tuvieran una intención claramente definida y que sus líderes tampoco fueran demasiado precisos en sus discursos. Pero algo quedó que no necesitaba mayores explicaciones, y esto crea el trato: la negociación, el entendimiento con los señores de enfrente, con los del Yunque, pongamos por caso.
La mano tendida seguirá seis años en el aire, los intereses de partido seguirán existiendo -es una actitud moderna- y las multitudes con menor entusiasmo, latentes, conteniendo su violencia natural, seguirán a la espera. El discurso de Calderón no les alcanza: no digamos los de los consejeros o el del director del circo.
El peor problema que espera a Calderón es la violencia que arrasa al país. No es sólo el problema del narcotráfico, que campa por sus respetos sin que nadie se atreva a enfrentarlo; no, es un problema mucho más complicado y terrible por tratarse de un problema de cultura, es el desprecio por la vida humana, por la vida de las mujeres, niños y hombres que pueblan este país.
Es un problema de educación, de vida, de relación, de trato y llevando el problema hasta la cursilería de saber mirar y ver en el otro a una persona. Llevado al extremo, el sicario, como está de moda decir, no ve más que el contrato, los cientos o miles de pesos que gana al matar a otro.
En eso coincide parcialmente con el empresario -a veces totalmente. El empresario no ve más que su contrato, así tenga alguna vez que distraer algunas ganancias para disimular sus intenciones, sus deseos de riqueza nunca colmados.
La violencia de México no se va a resolver con una reorganización o aumento de las policías, con retenes en las carreteras o rondas nocturnas. Los países que han liquidado la delincuencia organizada o particular lo han hecho recurriendo a una violencia del Estado, más bien social, sin límites. Sólo cuando advirtiendo el efecto contrario que esta represión producía redujeron considerablemente el número de delitos castigados con la pena de muerte (eran más de 200), la Gran Bretaña entró en el camino de las sociedades abiertas, generosas, solidarias.
Cuando nuestra clase media clama por una contraviolencia, se está esquivando una vez más: sólo por la educación primaria y secundaria -la universitaria en esto no tiene un papel definido- se puede conducir a los niños y adolescentes al respeto por el otro, por la persona humana.
Si Felipe Calderón tiene las ganas y el valor de buscar el camino para reducir y al final liquidar la violencia debe hacer de la educación la primera de sus actividades presidenciales. Que su ministro de Hacienda encuentre el dinero en las arcas empresariales.
Para hacerlo deberá superar su obsesión petrolera y un horizonte donde sólo se ven privatizaciones o inversiones extranjeras.Sería repetitivo hablar ahora de miseria. Miseria y violencia son dos términos utilizados para hablar de una sola realidad.
Las charlas del señor Slim conducen a la nada si no convencen a sus congéneres de abrir la bolsa en serio para educar a este país, empezando por la base, en vez de gastarse el dinero en guaruras, barrios prohibidos y bardas eléctricas. Que por lo demás no protegen nada.
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viernes, octubre 13, 2006
MISERIA Y VIOLENCIA DOS TÉRMINOS QUE DEFINEN UNA MISMA REALIDAD.
Publicadas por Armando Garcia Medina a la/s 2:51 p.m.
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